La historia necesita ubicar
los hechos históricos temporalmente, para dar la sensación de un orden de los
sucesos históricos. Por eso se explica en una línea del tiempo que apunta a
futuro y se divide en grandes periodos, llamados edades. Teniendo en cuenta a Jesús de Nazaret (Jesucristo) como
personaje histórico central, los años se rotulan a.C. (antes de Cristo) y d.C.
(después de Cristo).
Con fines pedagógicos, la
historia se divide en:
1. Prehistoria: abarca la historia antes de la aparición de la escritura.
2. Edad Antigua: a partir los primeros testimonios escritos (3000
a.C.), hasta la caída de Roma y el Imperio Romano de Occidente en el 476 d.C.
3. Edad Media: comprende desde la caída del Imperio Romano de
Occidente hasta la caída de Constantinopla Imperio Romano de Oriente en 1453.
4. Edad Moderna: inicia con la toma de Constantinopla por los turcos
en 1453 y termina con el estallido de la Revolución Francesa en 1789.
5. Edad Contemporánea: comienza en 1789 y se extiende hasta nuestros
días.
1. Prehistoria
Por el conocimiento transmitido
a través de generaciones (posible gracias al lenguaje y la memoria) y las
habilidades derivadas del uso sus manos y el aumento paulatino de su capacidad
cerebral (a expensas, especialmente, de desarrollo de sus lóbulos frontales),
el hombre pudo adaptarse y lograr una influencia en el entorno (cultura)
1.1.
Edad de Piedra
1.1.1.
Paleolítico inferior (1.000.000 a.C. – 25.000 a.C.)
El hombre obtuvo el fuego. Usaba
utensilios tallados en piedra, era nómada y vivía de la caza, la pesca y la
recolección.
1.1.2.
Paleoítico superior (25.000 a.C. – 10.000 a.C.)
El hombre empezó a vivir en
sociedades organizadas. Surgió el principio de autoridad (con aparición de
jefes tribales, tótems y tabúes). Dichas sociedades buscaban asentamiento en las
cavernas. La religión chamánica (basada en e pensamiento mágico y animista) se
institucionalizó. Se dieron las primeras manifestaciones artísticas (pinturas
rupestres; trabajos en piedra, hueso y marfil).
1.1.2.
Neolítico (10.000 a.C. – 5.000 a.C.)
El hombre se hizo
definitivamente sedentario y empezó a construir sus viviendas. Inician
actividades como alfarería, agricultura, ganadería. Las religiones se fueron
complejizando, pasando del chamanismo primitivo al politeísmo. La familia
nuclear va ganando importancia con respecto al clan y a la tribu.
1.2.
Edad de los Metales
1.2.1.
Edad del Bronce
Inició el uso de metales
como cobre, estaño y bronce (obtenido al fundirse cobre con estaño). Aparecieron
dos grandes males en la humanidad: la política y los ejércitos, ambos
encaminados a establecer dominio y poder de unos sobre otros. Se hizo frecuente
la guerra entre tribus y ciudades. La fabricación de herramientas y utensilios
se volvió cada vez más sofisticada, pero por desgracia el avance se vio
sobretodo en cuanto a material bélico.
1.2.2.
Edad del Hierro
Continuó complejizándose la
organización social. Las aristocracias político-militares se afianzaron en el
poder y la esclavitud se institucionalizó. Con el hierro se fabricaban espadas,
hachas y puntas de lanza.
Otros
sucesos de la Prehistoria
Según Alex Hrdlicka hombres
procedentes del oriente de Siberia emigraron de la región mongólica y
penetraron el continente americano por el estrecho de Bering, cuando las
glaciaciones hicieron posible un puente entre las actuales Rusia y Alaska
(entre 25.000 a.C. - 10.000 a.C.). Según Paul Rivet el poblamiento de América
tuvo varios vectores (teoría del origen múltiple),
con cuatro elementos étnicos distintos: australiano (procedente de Australia),
malayo-polinésico (de Malasia y la Polinesia), asiático (de las regiones china
y mongólica) y uraliano (de los montes Urales). Los dos primeros grupos
viajaron por vía marítima, los dos últimos atravesando el estrecho de Bering.
Se calcula que las primeras
migraciones hacia América se produjeron en los años 25.000 y 10.000 a.C., con
unas culturas del paleolítico.
2.
Edad Antigua (3000 a.C. – 476 d.C.)
2.1.
Primeras ciudades
Desde el delta del Nilo y la
península del Sinaí, pasando por el Mediterráneo oriental, hasta los
territorios del actual Irak (que incluía el fértil suelo entre los ríos Tigris
y Éufrates), así como en las mesetas del actual Irán, surgieron las primeras urbes:
Jericó (tal vez la ciudad más antigua; cuenta 10.000 años y aún está habitada),
Ur, Uruk, Babilonia, Isín, Nínive, Umma, Larsa, Assur, Gebal (Biblos), Alepo,
Susa, Damasco, Menfis, Tebas, Fayún, Sidón, Beirut, Tiro, Erbil, Kirkurk.
Fueron ciudades que destacaron
por su densidad poblacional, su importancia comercial, y sobretodo, por su
producción cultural. En ellas florecieron los imperios egipcio, asirio, caldeo
y persa, juntos a otros pueblos como el sumerio (donde nació la escritura
cuneiforme), el hebreo, el fenicio y el hitita.
Estas civilizaciones se
caracterizaron por sus gobiernos absolutistas y esclavistas tipo monarquía
teocrática hereditaria), con reyes que se proclamaban deidades o descendientes
directos de ellas.
Las religiones fueron
frecuentemente politeístas, panteístas, antropormorfistas por su tendencia a
representarse a sus dioses con forma humana, y con elementos de astrolatría
(adoración a cuerpos celestes) y zoolatría (adoración a algunos animales).
Las civilizaciones de
Mesopotamia (sumerios, acadios, babilonios, asirios y caldeos) fueron regidas
por reyes-sacerdotes; aplicaban justicia basándose en la ley del Talión y utilizaban cuñas para escribir sobre tablillas de
arcilla húmeda.
2.2.
Grecia Antigua
Los focos de la civilización
griega fueron: la civilización minoica en la isla de Creta, dedicada al
comercio, y la cultura micénica en la Grecia continental. Las dos obras del
poeta Homero, la Iliada y la Odisea, ilustran sobre las costumbres de los
griegos alrededor del año 1200 a.C. En el siglo VIII a.C. surgieron las polis o ciudades-Estado griegas.
Haciendo contrapeso a
Esparta (gobernada por una aristocracia militar cuya máxima autoridad eran la
Gerusía o grupo de ancianos y la Asamblea popular), cuya principal actividad
era hacer la guerra, Atenas pasó rápidamente de la monarquía a un tribunal supremo
de justicia (Areópago), y de ahí a la
democracia (el pueblo se transformó en la máxima autoridad y todos los
ciudadanos tenían, formalmente, los mismos derechos).
Destacaron personajes como
Tales de Mileto (el padre de la Filosofía) y los llamados filósofos físicos, que a imitación de Tales
indagaron la Naturaleza y el arjé u origen del mundo (Anaximandro, Anaxímenes,
Anaxágoras, Empédocles, Heráclito, Parménides), así como los filósofos áticos: Sócrates (padre de la
Antropología), Platón (fundador de la Academia, padre del Idealismo) y
Aristóteles (padre del Realismo).
En el intervalo entre el
ocaso de Atenas y el auge de Roma estuvo el Imperio Alejandrino o Macedónico,
que a la muerte de Alejandro Magno se dividió en provincias de sus
lugartenientes (los diádocos).
2.3.
Roma Antigua
Roma tuvo inicialmente una monarquía
(el rey era el jefe supremo en lo político y militar y gobernaba con el
consentimiento del pueblo); luego una República (en la que el Senado se
encargaba de legislar, los magistrados hacían
o jurídico y los cónsules tomaban las
decisiones político-militares) y, al final, un Imperio.
Roma logró dominar buena
parte del mundo antiguo gracias a la fuerza de su ejército. En el 29 a.C., el nieto
de Julio César, Octavio, venció a sus rivales y concentró todo
el poder; el Senado le otorgó posteriormente el título de César y con él se inició la dinastía Julio-Claudia. De esta época
destacan Jesús de Nazaret, Cicerón (padre del Eclecticismo), Epicuro de Samos, Zenón
de Citio (padre del Estoicismo) y Séneca.
La religión de los romanos
fue politeísta, y a medida que se expandió el Imperio adoptó algunas creencias
y prácticas de los pueblos conquistados. Su legado más importante fue la
conformación de un Derecho
Civil y
de un Derecho
Penal.
Antes de Constantino los
emperadores romanos persiguieron a los cristianos con el fin de aniquilarlos,
pues consideraban al Cristianismo (basado en las enseñanzas de Jesús y sus
discípulos, así como del predicador Pablo de Tarso) contrario a la doctrina del
poder absoluto y los privilegios del emperador y los patricios (nobles). Fue a
partir de Constantino que se consolidó el Cristianismo como religión oficial
del Imperio, y el obispo de Roma se transformó en su principal autoridad
religiosa (Sumo Pontífice o Papa).
El Emperador Teodosio
dividió el Imperio Romano en dos: el Imperio Romano de Occidente (capital: Roma)
y el Imperio Romano de Oriente (capita: Constantinopla). El último emperador
romano fue Rómulo Augústulo, quien fue derrocado por un pueblo bárbaro (los
hérulos) en el año 476 d.C.
3. Edad Media (476
d.C. – 1453 d.C.)
Se destruyó la unidad
política, económica y social del Imperio Romano de Occidente como consecuencia
de la invasión de los bárbaros, por lo que la Iglesia Católica
adquirió importancia fundamental: la Cristiandad (el concepto de orbe cristiano) sustituyó en el inconsciente
colectivo europeo al Imperio.
Surgió el feudalismo como
sistema económico y social en el cual el poder está distribuido entre varios
señores feudales, cada uno de ellos con sus propios vasallos, constituyéndose
su señorío en un microcosmos en donde ocurría todo (se iba a la iglesia, se
cultivaba y cosechaba, se hacían artesanías, etcétera). El poder del Estado,
que antes pertenecía al rey, se distribuyó entre dichos señores feudales. Los señores
eran ricos propietarios que tenían castillos para defenderse. Los campesinos entregaban
sus tierras a los señores a cambio de su protección,
quedando además obligados a cumplir todas sus órdenes.
La sociedad feudal estuvo
conformada por estamentos sociales completamente diferentes: la Nobleza (formada
por los señores feudales, que eran los dueños de la tierra); el clero (los
miembros de la Iglesia), los campesinos (personas libres que trabajaban la
tierra y los siervos (que carecían de libertad).
Algunos intentaron revivir
la vieja gloria de Roma; destacaron en dicho empeño Carlomagno con su Imperio
Carolingio y Otón con su Sacro Imperio Romano-Germánico.
En cuanto al pensamiento,
además de la Biblia los textos más leídos fueron los de los neoplatónicos y los
padres de la Iglesia (sobretodo Agustín de Hipona) durante la llamada Filosofía
Patrística. Durante la Filosofía Escolástica fueron las traducciones y
comentarios que Avicena, Maimónides y Averroes hicieron de Aristóteles, y la
vasta obra de Tomás de Aquino.
En el 600 d.C. apareció
la tercera gran religión monoteísta, el
Islam. Fue fundado por Mahoma. Islam quiere decir abandono a la voluntad de Alá
(Dios) y sus adeptos se autodenominan musulmanes (“resignados”). Como la
llamada “guerra santa” (la supuestamente justificada guerra contra todos los no
musulmanes) era parte del cuerpo doctrinario del Islam, obviamente se produjo
una expansión militar de sus adeptos por toda la península arábiga, por Siria,
Palestina, Egipto, Armenia, India, el norte de África y España. Los musulmanes,
comandados por el emir Abderramán, fueron detenidos en territorio francés por
el ejército de Carlos Martel (batalla de Poittiers, 732 d.C.), abuelo de
Carlomagno.
La Iglesia sufrió su primer
gran cisma (Cisma de Oriente) en 1054, cuando los jerarcas de la Iglesia
Ortodoxa (en especial, el Patriarca de Constantinopla, Miguel Cerulario) se
apartaron de la autoridad del Papa León IX.
La Edad Media dejó este
legado: profundo desarrollo de la filosofía y la teología, surgimiento de las
universidades y colegios (a partir de las escuelas catedralicias y monásticas),
arte gótico, resurgimiento de muchas ciudades europeas y asiáticas, surgimiento
de los burgueses (habitantes de las ciudades) y aparición de asociaciones
gremiales y comerciales. Tal vez sea la Divina Comedia, de Dante Aligheri, la
obra literaria más consumada de este período (y, además, un texto en
consonancia con la teología escolástica).
4.
Edad Moderna (1476 d.C. – 1789 d.C.)
4.1.
Humanismo y Renacimiento
La Edad Moderna nació
gracias al declive del feudalismo (extinguido ya hacia 1500), el surgimiento de
la burguesía como clase políticamente influyente (en especial, banqueros y
miembros de las llamadas “profesiones liberales”), el aumento del poder de los
monarcas en detrimento de los señores feudales, el surgimiento de los Estados
nacionales europeos y el dinamismo dado por el redescubrimiento de los valores
de la Grecia clásica (en especial, el antropocentrismo y e individualismo) y el
abandono de la vida confesional, parroquial y estática del Medioevo. La
burguesía, enfrentada con la nobleza, favoreció la consolidación de los Estados
nacionales al proveer de dinero a los reyes.
El desarrollo
económico y
cultural europeo (que permitió a muchos siervos comprar su
libertad, y a muchos campesinos convertirse en burgueses educados), así como la
revalorización de la mano de obra fueron de la mano con la exaltación
filosófica de hombre (iniciando un proceso de secularización y relegación de
Dios que continuó hasta bien entrado el siglo XX), así como la valoración
positiva del conocimiento, el trabajo y la riqueza (en la Edad Media se
consideraba pecaminoso el enriquecerse).
Aumentó el comercio, se consolidaron bancos y asociaciones comerciales y los
avances en la navegación (gracias a pioneros como la familia Polo, Vasco de
Gama, Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes), aunados a las mejoras técnicas
en la producción de manufacturas e innovaciones científicas, permitieron un
mundo cada vez más interconectado (allanando el terreno para la globalización
plena que vendría cuatro siglos después). Mundo que, además, ya se sabía que
era esférico y giraba alrededor del Sol.
Aunque hubo humanistas
dentro del catolicismo (como Erasmo de Rotterdam), la mayoría de artistas y
autores del Renacimiento y el Humanismo fueron laicos (los clérigos de la
Iglesia Católica habían perdido el monopolio del saber en Europa). El humanismo
fue una renovación literaria, artística, filosófica y científica; consideró al ser
humano como centro y medida de todas las cosas, valoró la vida en la tierra,
cuestionó autoridades y métodos de enseñanza tradicionales y atacó en general
todo tipo de dogmatismo.
Destacaron filósofos como René
Descartes, Rodolfo Gockel, Hugo Grocio, Miguel Servet, artistas como Leonardo da
Vinci, Rafael Sanzio y Miguel Angel Buonarroti (figuras cimeras del
Renacimiento) y, en el plano literario, los autores del Siglo de Oro español
(Miguel de Cervantes, Pedro Calderón de la Barca, Félix Lope de Vega, Francisco
de Quevedo, Luis de Góngora) y William Shakespeare.
En el seno del Cristianismo,
la Iglesia sufrió un nuevo cisma (el Cisma de Occidente) con la Reforma
protestante liderada por Martín Lutero, Ulrico Zwinglio y Juan Calvino (inicios
del siglo XVI).
4.2.
Colonialismo
El colonialismo fue otro
fenómeno de la época. Las potencias coloniales (España, Inglaterra, Portugal,
Holanda) de ese periodo fueron las que contaron con una flota lo
suficientemente poderosa. Portugal se expandió por las costas africanas,
Brasil, India, China yJapón. España se expandió por Centro y Suramérica, además
de tomar algunas islas del Pacífico (como las Filipinas). Inglaterra y Holanda
tomaron islas en el Caribe. Las causas de esta expansión colonialista fueron:
la búsqueda de nuevas rutas comerciales que comunicaran Oriente y Occidente, la
demanda de
metales preciosos (oro y plata) y la necesidad de nuevas tierras para el
cultivo.
Esa expansión fue brutal con
los pueblos conquistados, muchos de ellos literalmente aniquilados por la
ferocidad de los europeos, y los pocos supervivientes reducidos a servidumbre.
Dentro de los pueblos amerindios cuya sabiduría casi fue borrada por completo
(por considerarse hereje e inferior, para la burda visión de conquistadores y
colonizadores) estuvieron los mayas (en
los actuales México, Honduras y Guatemala), los aztecas (en el valle de México) y los incas (en los actuales Ecuador, Perú y norte de Chile y Argentina)
La colonización se basó en:
a) explotación económica
(extracción de metales preciosos, la cría de ganado vacuno, la plantación de
azúcar, algodón y tabaco); b) sujeción de los amerindios a sistemas de trabajos obligatorios
(como la Encomienda); c) fundación de ciudades (a veces en asentamientos previamente
americanos, tras exterminar o al menos someter a sus pobladores); d)
establecimiento de instituciones europeas en América (como la propia religión:
cristianismo protestante en las colonias inglesas y holandesas, cristianismo
católico en las colonias españolas y portuguesas)
Las relaciones comerciales
entre España y América se establecieron según el sistema del Monopolio Comercial: América solo podía comerciar
con España, existiendo un puerto único en España y cuatro puertos autorizados
en América. El traslado de las mercancías se realizaba según el sistema de
flotas y galeones: las flotas eran los barcos que llevaban las mercaderías y
los galeones eran barcos de defensa. Inglaterra boicoteó este sistema de
monopolio estimulando la piratería y el contrabando.
La doctrina económica más
importante de los siglos XVI y XVII fue el Mercantilismo,
cuyo principio básico era que la abundancia de oro y plata constituía la
riqueza de los países. Así, los mercantilistas fomentaron: a) el comercio
exterior para
obtener ganancias (aumentando las exportaciones y
disminuyendo las importaciones);
b) la expansión colonial, con miras a la extracción de los metales preciosos y
las materias primas de las colonias; c) el incentivo a las manufacturas
(productos elaborados) nacionales.
Durante los siglos XVII y
XVIII se consolidaron en Europa dos formas de gobierno: la monarquía absoluta en Francia, España, Rusia, Austria y Portugal),
y la monarquía parlamentaria (implementada en Inglaterra luego de la Revolución
Gloriosa de 1688, liderada por Oliver Cromwell y aplaudida por John Milton).
4.3.
Movimiento Ilustrado
El siglo XVIII es conocido
como el siglo de las luces. Surgió el movimiento iluminista, o de la
Ilustración. Sus representantes quisieron imponer “la luz de la
razón” frente a lo que consideraban “la oscuridad del pensamiento religioso”.
Para ellos, la humanidad encontraría la felicidad guiándose por el pensamiento
de hombres libres y autónomos. Abogaban por la Razón y el Progreso. Desde el
punto de vista político, la Ilustración estimuló el nacimiento de una nueva
forma de gobierno: el Despotismo Ilustrado.
Durante el siglo XVIII hubo
un crecimiento económico general en Europa Occidental. La población aumentó
gracias a las mejores condiciones de vida. En esta situación, los pensadores buscaron
la base de la riqueza de los estados. Surgieron entonces dos grandes teorías
económicas: a) la Fisiocracia
(liderada por Francisco Quesnay) que consideraba que la tierra era la única
fuente de riqueza y el desarrollo de la agricultura era fundamental y b) el Liberalismo
(liderada por Adam Smith y John Locke), que se oponía a la intervención del
estado en la economía, y defendía la libertad de producción, circulación y
venta así como el derecho de propiedad individual.
4.4.
Consecuencias del movimiento Ilustrado
Dos consecuencias de la
Ilustración fueron las guerras de emancipación en América y la Revolución
Francesa.
Los deseos de independencia de las Trece Colonias estadounidenses fueron
avivados por las medidas impositivas y monopolistas de los ingleses. En 1775,
con el incidente de Lexington, comenzó la Guerra de Independencia de los
Estados Unidos. Se reunió un Congreso Continental como gobierno provisional. El 4 de julio de 1776, el Congreso Continental firmó la
Declaración de Independencia de los Estados Unidos, redactada por Thomas
Jefferson y firmada, entre otros, por George Washington y Benjamin Franklin. Gracias
a las victorias en Saratoga (1777) y Yorktown (1781), el ejército liderado por
Washington provocó la rendición definitiva del general británico Cornwallis. En
1783 se firmó el Tratado
de París, que puso fin a la contienda. Esta es
considerada la primera de las Revoluciones Liberales Burguesas (remoquete
puesto por académicos marxistas, para quienes todo lo que no es comunista es
burgués), y fue inspiración para los líderes de las guerras de emancipación
libradas en Latinoamérica dos décadas más tarde.
La Edad Moderna cerró con la Revolución Francesa
iniciada en 1789. Dicha revolución provocó el colapso del llamado Antiguo
Régimen (caracterizado por la sociedad estamental y la monarquía absoluta) en
Francia, y su debilitamiento en todo Occidente. La sociedad estamental consistía en tener grupos sociales con un
estatus jurídico que les otorgaba privilegios. Existían estamentos como la
nobleza (ocupaba los cargos de gobierno y no pagaba impuestos) y el clero
(clase terrateniente con amplia influencia en las decisiones del gobierno).
Diversas razones provocaron la revuelta: a)
descontento social (la burguesía educada quería terminar con los privilegios de
los nobles y el clero, y reclamaba la igualdad civil y el derecho a ocupar
cargos públicos; los campesinos querían suprimir los trabajos obligatorios que
debían realizar a los nobles); b) crisis económica (malas cosechas, carestía,
desempleo, gastos generados por la participación de Francia en la guerra de
independencia de los Estados Unidos y en otros conflictos a lo largo del sigo
XVIII); c) influencia de la Ilustración (ideas de igualdad entre ciudadanos,
obsolescencia de la monarquía absoluta, necesidad de la división de poderes, concepto de
soberanía popular).
5. Edad Contemporánea (1789 - actualidad)
5.1.
Imperio Napoleónico y Emancipación Latinoamericana
Tomando la antorcha de los
iluministas, pensadores como Emanuel Kant, Federico Hegel, Jeremías Bentham y
Augusto Comte moldearon el mundo intelectual del siglo XIX.
La Revolución Francesa tomó
un curso caótico. Después de pasar por una etapa de Monarquía
Constitucional (1789-1791) y de crearse una Asamblea Legislativa y establecerse
el voto censitario (votaban sólo los que pagaban impuestos), vino la creación
de la República (1792-1794) a partir de la Convención Nacional elegida
por sufragio universal.
Ahí se desató el Terror. Los rencores y el fanatismo político provocaron la
muerte de personajes como Marat, Danton y Lavoisier. Al final, el propio líder
de los jacobinos y protagonista de esta oscura etapa, Robespierre, también
terminó guillotinado. Luego vino la creación del Directorio y el retorno de la
alta burguesía al poder (1794-1799). Se crearon dos cámaras legislativas y se
estableció un sufragio no universal. Preocupadas por la suerte de os monarcas y
aristócratas franceses, las casas reales del resto de Europa le declararon la
guerra a Francia. En ese clima de dificultades ascendió Napoleón Bonaparte, un
inteligente y carismático general de origen corso.
Envalentonado por sus victorias contra fuerzas
monárquicas europeas, en 1799 Napoleón dio un golpe de Estado que
terminó con el Directorio y estableció el Consulado. En 1804 se destapó
completamente y se hizo proclamar emperador. Su imperio duro diez años. Napoleón
logró el apoyo de la burguesía comercial e industrial y de las clases populares
urbanas y campesinas. Sus medidas económicas favorecieron en gran parte a estos
sectores, debido a que protegió la industria, entregó la propiedad de la
tierra a los campesinos y estableció salarios elevados.
Asimismo, su Código Civil fue un adelanto en materia legislativa. Acosado
continuamente por sus enemigos, Napoleón I tuvo que hacer la guerra y llegó a
conquistar gran parte de Europa, pero al final fue derrotado por una coalición
europea en 1814 y desterrado a la isla de Elba. En 1815, Napoleón regresó a
París pero su gobierno duró solo cien días, al ser definitivamente vencido por ingleses
y prusianos en la batalla de Waterloo.
Mientras tanto, en las colonias españolas de América
se vivió un frenesí emancipador. Antonio Nariño tradujo los Derechos del Hombre
y el Ciudadano de Thomas Paine, y se convirtió, junto con Francisco Miranda
(veterano de la guerra de independencia de los Estados Unidos y de las guerras
napoleónicas), en el precursor de la Independencia en Suramérica. En
Centroamérica, el sacerdote Miguel Hidalgo agitó también las masas. En 1810,
casi todas las principales ciudades de América Latina hicieron Juntas y Cabildos
Abiertos y se amotinaron contra las autoridades españolas. Aunque dichas
revueltas sólo pretendían un cambio de gobierno, y darle participación política
a los criollos (blancos nacidos en América, que no podían acceder a los cargos
públicos), y no una verdadera rebelión contra el monarca Carlos IV, la invasión
de Napoleón a España dio la ocasión perfecta para que los ecos de la
Ilustración francesa (antimonárquicos e igualitaristas) y el ejemplo de los
Estados Unidos provocaran un verdadero furor independentista.
Pero tras la derrota de Napoleón, los reyes europeos
decidieron recuperar la autoridad de las monarquías en Europa y América, y
restablecer la situación anterior a la Revolución Francesa. Este intento se
llamó La Restauración. Sin embargo, este intento fracasó por diversos motivos:
a) el empoderamiento (político y económico) de la burguesía; b) las
transformaciones económicas y sociales derivadas de la creciente
industrialización; c) el desprestigio de los valores del Antiguo Régimen y la
popularización de las ideas liberales y democráticas; d) el fortalecimiento del
liberalismo y e individualismo en el imaginario de los pueblos europeos.
Además, frente a la intentona de la Restauración se
dieron en Europa las Revoluciones de 1820, 1830 y1848. Todas ellas fueron
favorecidas por las ideas socialistas en boga, y buscaron mejores condiciones
de vida para los campesinos y la creciente población obrera, y se opusieron al
retorno de la monarquía absolutista. Con ellas se establecieron definitivamente
las monarquías constitucionales y calaron más las ideas democráticas.
La Restauración se vivió en América Latina con una
ofensiva militar española que hizo trizas los nacientes gobiernos republicanos.
En España se le llamó “Pacificación” a lo que en realidad fue un sangriento
aplastamiento de las Juntas. Muchos patriotas fueron ejecutados (como Francisco
José de Caldas y José María Carbonell) y otros encarcelados (como Francisco de
Miranda y Antonio Nariño). Sin embargo, Simón Bolívar (influenciado por sus
maestros, los humanistas Andrés Bello y Simón Rodríguez) estuvo presto a tomar
las banderas de estos precursores.
Venciendo todo tipo de dificultades, Bolívar logró la
definitiva independencia de Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú. Las batallas
de Pantano de Vargas, Boyacá, Pichincha, Carabobo, Junín y Ayacucho consiguió erradicar
a los realistas de medio continente; también gestionó la creación de la
república de Bolivia en los territorios del antiguo Alto Perú y redactó las
constituciones que dieron forma a La Gran Colombia (que incluyó los actuales
Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá) y a la propia Bolivia (que quedó bajo la
presidencia de su colaborador y amigo Antonio José de Sucre).
Otra victoria de Bolívar fue
la diplomática, a la hora de movilizar a otros libertadores de América
(O’Higgins, Petion, Itúrbide, San Martín) hacia la conciencia de una necesidad
de unión confederada entre los pueblos de América Latina. Su ideario (llamado sueño bolivariano) sentó las bases para
lo que posteriormente sería la Organización de Estados Americanos, y fue
complementado por a doctrina Monroe del
gobierno estadounidense (“América para los americanos”) en cuanto a la
determinación de los países de América a no permitir nuevas injerencias o
intentos de reconquista por parte de las potencias europeas.
5.2.
La Revolución Industrial
Otro fenómeno fue el de la
Revolución Industrial, transformación que condujo a Occidente de una economía
agrícola tradicional a una economía industrial, usando máquinas para producir
bienes en cantidad cada vez mayor. Inglaterra fue el primer abanderado de dicho
proceso; luego se sumaron los demás países de Europa Occidental (aunque en
España y Portugal el proceso fue mucho más lento y de menor envergadura),
Estados Unidos y Japón.
Aumentó la producción de
bienes elaborados por máquinas y la economía dejó de centrarse en los sectores
primarios (ganadería, agricultura, minería), el número de productos
industriales creció de forma espectacular, hubo mejoras técnicas y avances
tecnológicos, y se crearon empresas por doquier. Inventores como Thomas Edison
y empresarios como Henry Ford fueron íconos de este empuje occidental hacia la
industrialización acelerada.
La Revolución Industrial tuvo
como consecuencias: aceleración de la urbanización, especialización laboral y
división del trabajo, sustitución de pequeños talleres (domésticos y
artesanales) por grandes empresas, aparición de nuevas máquinas y herramientas
de trabajo, cambios en la estructura socio-económica (con e surgimiento de
capitalistas cada vez más ricos y obreros cada vez más pauperizados). Con la llamada
primera revolución industrial (1790-1850) surgió el capitalismo industrial. Y
con la llamada segunda revolución industrial (1850-1900) se consolidó el
capitalismo financiero.
El capitalismo de los siglos XIX y XX se caracterizó
por: a) búsqueda ilimitada de ganancias, b) producción en masa, c) integración
de la economía mundial a través del comercio y la
inversión de capitales, d) desarrollo constante
de la tecnología, e) propiedad privada de los medios de producción, f) libertad económica,
g) trabajo asalariado,
h) acuerdos entre empresarios para establecer precios comunes).
Entre 1870 y 1914, Europa y Norteamérica vivieron un gran
progreso material. El ambiente intelectual era marcadamente ateo, materialista
y práctico; no en vano autores como Marx, Engels, Freud, Nietzsche y Stuart
Mill fueron ampliamente leídos.
El liberalismo político y la
enseñanza gratuita, la secularización de los Estados y el desarrollo científico
y técnico hicieron creer a los europeos que estaban coronando una etapa de
progreso y prosperidad (también es dieron la falsa idea de ser los “modelos”
para el resto del mundo, “destinados” a “civilizar” naciones que consideraban
inferiores). Dicha arrogancia, y el militarismo y el nacionalismo llevados a
extremos ridículos llevaron a las naciones europeas industrializadas
(Inglaterra, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia) o en procura de industrializarse
(Rusia, Imperio Austro-Húngaro) a creerse con el derecho de repartirse el mundo
(en especial, territorios asiáticos y africanos) en un juego imperialista de
mezquindades y ausencia de escrúpulos, creando tensiones internacionales que
llevaron a la llamada Paz Armada y condujeron a la formación de alianzas
militares y bloques rivales.
5.3.
El Imperialismo de los siglos XIX y XX
La industrialización fue uno
de los factores que impulsó una nueva expansión colonialista a partir de 1850: el Imperialismo. Los objetivos de
esta nueva búsqueda de colonias fueron la búsqueda de nuevos mercados para sus
productos y de otras naciones para la inversión de sus capitales, así como para
la obtención de materias primas y la consecución de lugares a los que pudiera
emigrar su población excedente (verdaderos “puntos estratégicos” para una
eventual guerra, que estaban esperando, así de manera hipócrita negaran ante la
comunidad internacional sus redes de espionaje y carrera armamentista).
El imperialismo ocasionó la esclavización y la muerte de millares de africanos y asiáticos, la destrucción de las
culturas nativas y la imposición de sistemas políticos
y económicos (monarquías constitucionales) ajenos a las poblaciones autóctonas.
Estados Unidos
(especialmente en el Caribe) y Japón (en el sudeste asiático) se sumaron,
tristemente, a este saqueo de territorios para satisfacer sus propios
intereses.
5.4.
Primera Guerra Mundial
La Primera Guerra Mundial fue una
carnicería que duró entre 1914 y 1918. Veintiocho
de los países beligerantes, llamados "Aliados" (entre las que se encontraban
Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos), lucharon contra la
coalición de los llamados "Imperios Centrales"(Imperio Alemán,
Imperio Austro-Húngaro, Imperio Otomano).
La causa inmediata del inicio de la guerra fue el
asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero del trono
austro-húngaro, cometido en Sarajevo. No obstante, las causas profundas fueron:
a) el nacionalismo, b) el
imperialismo (la competencia neocolonialista), c) el conflicto de intereses
(sobretodo económicos y políticos), d) el expansionismo militar y la carrera
armamentista, e) el antecedente de guerras locales
(principalmente en el norte de África y los Balcanes) entre Alemania,
Inglaterra, Francia y España, que aumentaron las tensiones entre estos países.
Las consecuencias de la llamada Gran Guerra (en la
que, con un altísimo costo en todos los sentidos, triunfaron los Aliados) fueron:
a) firma del Tratado de Versalles tras la Conferencia de Paz de París (que
impuso durísimas condiciones a las potencias vencidas, incluyendo costosas
indemnizaciones, pérdida de territorios continentales y de ultramar, y
drásticas condiciones en términos militares…que fueron caldo de cultivo para el
surgimiento del Nacionalsocialismo); b) pérdida de millones de combatientes y
civiles; c) desaparición de viejas y poderosas dinastías europeas (y un
debilitamiento general de todas las monarquías); d) desmembramiento y desaparición de los
imperios Turco y Austro-Húngaro; e) afianzamiento de los Estados Unidos como
nueva gran potencia; f) aparición de regímenes democráticos en los países
derrotados; g) proliferación de partidos socialistas y comunistas en Europa (en
Rusia, Vladimir Lenin logró hacerse al poder después de la primera revolución
proletaria exitosa).
5.5. Período
de Entreguerras (1918-1939)
Se caracterizó por un crecimiento económico sin precedentes
en Estados Unidos y Japón (en América Latina muchos países también vivieron una
relativa bonanza), mientras que las naciones europeas que habían participado en
la Primera Guerra Mundial debieron afrontar una grave situación económica y
recurrir a préstamos internacionales.
Sin embargo, ese crecimiento económico condujo paradójicamente
a la crisis más grave que ha tenido el capitalismo: la Gran Depresión
(1929-1932). Esta crisis económica (que afectó muy profundamente a Estados
Unidos, Italia y Alemania), contribuyó también al resurgimiento de tendencias
nacionalistas y militaristas. Se pusieron de moda los totalitarismos de tres
ideologías: fascismo, nacionalsocialismo y comunismo. Dichas ideologías
concebían al Estado como valor absoluto, no contemplaban las libertades
individuales ni la división de poderes, violaban sistemáticamente el Estado de
Derecho y tenían la noción de un liderazgo único, centralizado y absoluto, teñido
de mesianismo (por ello Benito Mussolini, Adolfo Hitler y José Stalin fueron,
en sus respectivos países, sobreidealizados e idolatrados).
Dentro de los aspectos positivos, cabe mencionar a
aparición de las vanguardias tanto en el arte como en la literatura (el surrealismo
de André Bretón y Salvador Dalí; el
futurismo de Filippo Marinetti, elcreacionismo de Vicente Huidobro; el dadaísmo
de Tristán Tzara y Hugo Ball; el ultraísmo de Jorge Luis Borges; el realismo
mágico de Alejo Carpentier, William Faulkner y Miguel Ángel Asturias; el
impresionismo de Pierre Renoir, Edouard Manet y Camille Pisarro; el cubismo de
Pablo Picasso, Juan Gris y George Braque, etcétera). En
Filosofía fueron trascendentales los aportes a la lógica de Bertrand Russell y Alfred
Whitehead, la revitalización que significó la fenomenología de Edmund Husserl,
Karl Jaspers y Martin Heidegger, y los avances en filosofía analítica y
filosofía del lenguaje logrados gracias a Ludwig Wittgenstein, John Austin y
Mijaíl Bajtín.
5.6. Segunda
Guerra Mundial (1939-1945)
Este conflicto superó todos
los anteriores en brutalidad y sevicia, se extendió hasta afectar a la mayoría
de las naciones del planeta y mostró lo peor de la condición humana, por los
ataques lanzados por ambos bandos contra la población civil y el genocidio y
otras violaciones al Derecho Internacional cometidos especialmente por Alemania
(que se ensañó en el exterminio de judíos, gitanos, homosexuales,
esquizofrénicos) y la Unión Soviética (contra pobladores ucranianos, polacos y
alemanes), pero también por Inglaterra (que bombardeó inmisericordemente
objetivos civiles en Alemania) y Estados Unidos (que lanzó bombas atómicas
contra civiles en Hiroshima y Nagasaki).
Diversos factores condujeron a esta hecatombe: a) el
fracaso de los esfuerzos de paz llevados a cabo durante la década de 1920 (creación
de la Sociedad de Naciones, Conferencia de Washington, Tratados de Locarno, Pacto de París); b) el
revanchismo de las naciones derrotadas en la Primera Guerra; c) la doctrina
nacionalista del “espacio vital” y los intereses imperialistas de Japón e
Inglaterra; d) el militarismo y el armamentismo, que habían vuelto a ponerse de
moda; e) la política de anexión (Anschluss)
de supuestos territorios “arios”, con la que la Alemania de Hitler invadió
Austria, Checoslovaquia y Polonia. La causa inmediata del estallido de la
guerra fue justamente el ataque alemán a Polonia, el 1º de septiembre de 1939.
Hasta 1942 las potencias del Eje (Alemania, Italia,
Japón) habían alcanzado su apogeo y dominaban la mayor parte de Europa y África
en Occidente, y en Oriente parte de China, Indochina, Birmania, Filipinas e
Indonesia. Pero a partir de ese año sufrieron una serie de derrotas (Stalingrado,
primera y segunda batallas de El Alamein) la ofensiva pasó a manos de los
Aliados (Inglaterra, Unión Soviética, Estados Unidos, la llamada Francia Libre
y otros)
La superioridad material de los aliados y el poderío
industrial de Estados Unidos, además de los movimientos de resistencia de los pueblos
conquistados ante los alemanes, condujeron a la victoria final de los Aliados.
En 1943, los aliados derrocaron el régimen de Mussolini y liberaron Italia. En
1944 realizaron el desembarco más grande de la historia (Normandía, Día D) y
concretaron la liberación de Francia. En 1945 invadieron Alemania. Algunos
jerarcas nazis se suicidaron, otros se entregaron y la mayoría fueron
capturados. Con la rendición alemana, firmada por Karl Dönitz (a quien Hitler
había designado su sucesor antes de cometer suicidio), los esfuerzos de los
Aliados (especialmente Estados Unidos y Australia) fueron encaminados a acabar
con el Imperio Japonés.
En esa matanza se perdieron 60 millones de vidas
humanas. Como consecuencia de las enormes pérdidas humanas y
económicas, se alteró el equilibrio político.
Gran Bretaña, Francia, Japón y Alemania dejaron de ser grandes potencias desde
el punto de vista militar, posición que fue ocupada por los Estados Unidos y la
Unión Soviética. El casi completo aniquilamiento de la población masculina en
muchos países de Europa provocó el acceso de grandes cantidades de mujeres al
mercado laboral. La sensación de desolación y crisis de identidad que dejó la
Segunda Guerra Mundial, especialmente en los europeos, se puede rastrear en las
obras de muchos autores existencialistas y de la posmodernidad.
La consternación mundial fue tanta que desde ese
entonces se evita un escalamiento (una mundialización) de los conflictos
bélicos locales, y los gobiernos, aunque muchas veces de manera ambivalente,
buscan primero las vías diplomáticas (como el arbitraje internacional o las
conferencias de paz) para la resolución de sus disputas.
El mundo de la posguerra fue organizado por Winston
Churchill (Inglaterra), Franklin Delano Roosevelt (Estados Unidos) y José
Stalin (Unión Soviética) en las reuniones de Casablanca y Yalta, y confirmado
en la conferencia de Postdam por José Stalin, Clement Atlee y Harry Truman
(Roosevelt, cinco veces elegido presidente, había fallecido, y Churchill había
perdido las elecciones de 1945). Dicho nuevo orden mundial mostró dos claras
superpotencias: Estados Unidos (con un régimen democrático y liberal,
organizado como República bipartidista) y la Unión Soviética (con un régimen
comunista, manejado con puño de hierro por Stalin).
5.7. La
Guerra Fría
La desconfianza mutua entre
rusos y estadounidenses aumentó cuando ambas partes rompieron los acuerdos firmados
durante la Guerra Mundial (Stalin no cumplió el compromiso de realizar elecciones
libres en Europa Oriental, y Truman se negó a enviar indemnizaciones desde
Alemania para ayudar a la reconstrucción de la Unión Soviética). Stalin dio un
discurso en 1946 declarando la guerra ideológica a Occidente. En 1947 el
presidente Truman propuso enviar ayuda estadounidense a las fuerzas
anticomunistas de Grecia y
Turquía, y creó un consenso público por el cual los estadounidenses estarían
dispuestos a combatir en un supuesto conflicto contra los rusos. Cuando Stalin
respondió aumentando su control sobre Europa Oriental (lo que incluyó el
asesinato de letones, lituanos, polacos, ucranianos y checos que habían sido
héroes de la resistencia contra el nazismo) y amenazando la posición de
Occidente en Alemania, Truman ayudó a crear una alianza militar, la
Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y a establecer una Alemania
Occidental independiente (que tuvo, obviamente, una respuesta: el Pacto de
Varsovia, por el cual todos los países del bloque comunista se comprometían a
ayudarse militarmente).
La Guerra fría aumentó
en los años 1949 y 1950, cuando los soviéticos llevaron a cabo su primera
explosión de una bomba atómica y los comunistas de China conquistaron todo el
país. Éstos firmaron una alianza con Stalin. Estados Unidos se negó a reconocer
al régimen de Mao Zedong. En Japón, entonces bajo control estadounidense, se
aceleró el desarrollo económico para hacerle contrapeso.
Con el paso de apenas dos décadas, el mundo terminaría
alineándose con esas superpotencias, según su orientación política y sus
simpatías: Australia, Japón, Israel y Europa Occidental se aliarían con “el
coloso del Norte”; Cuba y otras dictaduras comunistas, además de países
brutalmente invadidos por tanques rusos como Hungría y Checoslovaquia, harían
parte de la órbita soviética. El resto de países (en especial los
latinoamericanos, y países emergentes como la India) buscarían llamarse a sí
mismos “No Alineados”, pero esto no demostraría sino ser otra falacia retórica.
De hecho, Centro y Suramérica (en especial naciones como México, República
Dominicana, Puerto Rico, Colombia y Perú) fueron siempre un enclave estratégico
para los intereses geopolíticos de los Estados Unidos de América.
Churchill profetizó el incumplimiento de los acuerdos
por la dictadura comunista, la polarización Este-Oeste y la creación del telón
de acero. Cuando volvió al poder en 1951, desenmascaró la política
expansionista de Stalin y sus secuaces, que aduciendo “internacionalismo del
movimiento obrero” estaban violando sistemáticamente fronteras nacionales en
Asia y Europa.
Aconsejado por el diplomático George Kennan, Truman desplegó
la doctrina de contención, que partía de la base de que la Unión Soviética y su gobierno
comunista intentaban expandirse a países que eran capitalistas (como
efectivamente sucedió con los países de Europa del Este entre 1945 y 1956, y
con China en 1949), y proponía que para evitarlo lo único que se podía hacer
era contener el comunismo dentro de las fronteras de los países que eran
comunistas en ese momento. También con el fin de evitar el desempleo y la
pobreza (caldo de cultivo para el surgimiento de movimientos socialistas y
comunistas), Truman apoyó el Plan Marshall (European
Recovery Plan, ERP) ideado por George Marshall, George Kennan y William
Clayton, consistente en una significativa ayuda económica en pro de la
reconstrucción europea, especialmente de Alemania, buscando paliar las condiciones
sociales adversas que permitieron el ascenso de Hitler en el periodo de
entreguerras).
Hubo otras estrategias anticomunistas menos
inteligentes. El macartismo (periodo comprendido entre
1947 y 1954), que debió su nombre al furibundo senador republicano Joseph
McCarthy, fue una paranoia anticomunista que se diseminó por buena parte de los
Estados Unidos, provocando la persecución (y, muchas veces, la ruina) de
individuos y organizaciones acusados (la mayoría de las veces injustamente) de
simpatizar con el comunismo. Y la doctrina
Eisenhower o doctrina de represalias
masivas, elaborada por el general Dwight Eisenhower (artífice de los
desembarcos en el norte de Africa y en Normandía durante la Segunda Guerra
Mundial, y presidente de los Estados Unidos de 1953 a 1961) y su asesor John
Dulles, que postulaba el uso disuasivo de las armas nucleares y la intervención
en cualquier parte del mundo donde se notase influencia soviética. También a
Eisenhower le corresponde el dudoso honor de ser el primero en enunciar la teoría de dominó (si
un país en una determinada región se hacía comunista, los demás que conformaban
la región también acabarían cayendo bajo el influjo comunista: no se perdería
sólo un país, sino toda una región…por lo cual era necesario intervenir militarmente
dondequiera que hubiera movimientos comunistas o simpatías pro-soviéticas).
Guerra Fría
(1946-1991) fue el nombre dado a esas tensas relaciones entre el bloque de
Estados Unidos y el de la Unión Soviética, en las que las hostilidades veladas,
el espionaje y el contraespionaje estuvieron a la orden del día. Se le llamó
así (los primeros fueron el escritor George Orwell, el periodista Walter
Lippman y el politólogo Bernard Baruch) porque los Estados Unidos y la Unión
Soviética nunca se enfrentaron directamente desde el punto de vista militar
(afortunadamente, pues por su arsenal nuclear tenían la capacidad de provocar la
aniquilación de la humanidad, evento frente al que alertaron pensadores como
Karl Jaspers, Bertrand Russell y Jean Paul Sartre).
El
enfrentamiento se hizo indirectamente, a través de países y movimientos
revolucionarios, contrarrevolucionarios y guerrillas bajo la influencia de un
bloque o el otro. Los conflictos más destacados de la Guerra Fría fueron: a) el
Bloqueo de Berlín (1948-49), la guerra de Corea (1950-1953), la crisis del
Canal de Suez (1956), la construcción del Muro de Berlín (1961), la crisis de
los misiles en Cuba (1962), la guerra de Vietnam (1959-1975), la guerra del Yom
Kippur (1973) y la Invasión de Afganistán (1979-1989).
La Guerra Fría se acabó por la derrota económica y
política y el posterior desmantelamiento de la Unión Soviética en 1991. El
monstruo soviético demostró ser un tigre de papel, y el buen tino de su líder,
Mijaíl Gorbachov, consistió en adelantarse a un derrumbe dramático seguro.
Gorbachov introdujo los conceptos de reforma (perestroika) y apertura (glasnost) y se esforzó decididamente en
hacer posible una distensión genuina entre Occidente y Oriente. Sus
acercamientos con el gobierno de Ronald Reagan (que, en línea con la paranoia
anticomunista típica del partido Republicano, había destinado buena parte del
presupuesto estadounidense a establecer satélites y sistemas de defensa
espaciales, en lo que se denominó proyecto
Guerra de las Galaxias) y la forma en que permitió la reunificación alemana
(1990) y la liberación de Checoslovaquia y Polonia del yugo soviético, le
hicieron merecedor del premio Nobel de Paz en 1990.
5.7. Procesos
de Descolonización (1945-actualidad)
Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido como Mahatma (alma grande) Gandhi, hizo un
hito en la historia al encabezar una revolución pacífica y lograr la
independencia de la India (subyugada por Inglaterra) sin un disparo. Su apuesta
por la “no-violencia” y su estrategia (desobediencia civil y resistencia pacífica)
dejaron una huella imborrable. Fue una tragedia su asesinato a manos de un
fanático en 1948.
Después de la Segunda Guerra
Mundial, las potencias coloniales quedaron tan debilitadas que la independencia progresiva
de los países africanos y asiáticos fue inevitable. Tal como lo había soñado el
escritor y aventurero Thomas Edward Lawrence (que no alcanzó a vivir para presenciarlo),
muchas de las naciones árabes que tras la Primera Guerra se habían librado del
Imperio Turco sólo para caer en las garras de Inglaterra y Francia, pudieron al
fin tener la oportunidad de ser completamente autónomas.
En 1953 Egipto obtuvo
su independencia y se organizó como República, gracias a los buenos oficios de
Muhamad Naguib y Gamal Abdel Nasser. En 1956 lo hizo Sudán. De ahí en adelante,
y con cierta tendencia (las naciones de mayoría musulmana y del Norte del
Africa a la vanguardia), todo el continente lo logró. En unos pocos países se
dieron movimientos nacionales populares que llegaron al poder de manera limpia
y no fueron derrocados por golpes de Estado militares; por desgracia, la
mayoría de veces esto sí ocurrió. Hasta hoy se libran cruentas guerras civiles
y se dan casos de violación a los derechos humanos en algunas naciones
africanas; la mayoría de las veces las causas son la intolerancia religiosa y
el tribalismo.
En el Lejano Oriente se dio
un proceso similar. En la década de 1950 casi todas las colonias británicas
adquirieron su independencia; las francesas, en la década de 1960. Muchos de
los países antaño colonizados son ahora potencias económicas (Taiwán, Corea del
Sur, Malasia, la propia China), a excepción de los que vivieron bajo dictaduras
comunistas (como Camboya durante el genocida régimen de los Jemeres
Rojos) o están aún sometidas a ellas (como Corea del Norte).
Hacia 1980 la mayor parte de
las colonias habían ganado su independencia. Sin embargo, aún hay mucho por
hacer. Hong Kong le fue devuelta a China por los ingleses sólo hasta el 1 de
enero de 2000. Muchas islas del Caribe y del Pacífico hacen parte de Holanda,
Inglaterra y Estados Unidos. Se mantienen sin resolver los asuntos de las islas
Malvinas y Gibraltar. Gran cantidad de estados que estaban bajo el dominio
europeo, quedaron en relación de dependencia económica con sus antiguos
opresores.
El Cercano Oriente se
convirtió en una de las zonas de mayor valor estratégico mundial (por su
abundancia de petróleo), y también en un foco de conflictos, en especial a
partir de la creación del Estado de Israel en 1948. Los palestinos, con apoyo del mundo árabe en general, nunca se
convencieron completamente de la necesidad que tenía la nación hebrea de un
lugar concreto para vivir (pues en Europa vivió muchas veces persecución, dado
que el antisemitismo no fue un fenómeno exclusivo de la Alemania nazi), y ambos
pueblos continúan enzarzados en un triste conflicto.
En cuanto a la segregación
racial, basada en las falacias de la superioridad de la raza blanca y de la
cultura europea, vale la pena recordar la lucha, en Sudáfrica, de Nelson
Mandela (presidente de dicho país entre 1994 y 1998, Nobel de Paz en 1993) y
Desmond Tutu (Nobel de Paz en 1984) contra el apartheid, que terminó definitivamente en 1994.
5.8.
Caída de la Unión Soviética y Globalización (1989 – actualidad)
Gracias a la crítica de
muchos intelectuales (muchos de ellos hechos prisioneros, asesinados o
exiliados simplemente por no plegarse ante el régimen), la desaceleración
económica, la progresiva toma de conciencia con respecto a la imposibilidad de
seguir compitiendo con los Estados Unidos y la censura de buena parte de la
opinión pública mundial, la Unión Soviética y el mito de las bondades del
socialismo habían empezado a derrumbarse a mediados de la década de 1980.
Las medidas de Gorbachov no
paliaron la situación sino que aceleraron el desenlace. Se produjeron entonces
las Revoluciones de 1989 (llamadas “el Otoño de las Naciones” por producirse en
el otoño de 1989), en las que las naciones de Europa central y oriental (a las
que el yugo soviético les había impuesto un estilo socialista de gobierno) se
liberaron.
El deseo ciudadano de
libertad y democracia pudo más que la tiranía de los partidos comunistas de
estos países. Bastante impopular por su corrupción, el gobierno de la República
Democrática Alemana cayó en 1989 y los propios ciudadanos alemanes empezaron a tumbar de
a pedacitos el Muro de Berlín (acto cargado de un tremendo simbolismo, pues dicho
muro fue el ícono de la Guerra Fría). La reunificación alemana se completó en 1990.
Entre 1989 y 1990 los polacos Tadeusz Mazowiecki y Lech Walesa (con el apoyo
del Papa de entonces, Juan Pablo II), líderes de Solidaridad, fueron los
primeros presidentes de una Polonia libre. También Jozsef Antall en Hungría y
el escritor Vaclav Havel en Checoslovaquia. En Bulgaria accedió al poder el
reformista Petar Mladenov. En Rumania, un pueblo cansado de atropellos tumbó y
ajustició a los tiranos (los esposos Ceaucescu).
En 1991 el propio Gorbachov
firmó la fragmentación de la Unión Soviética en 15 repúblicas independientes, y
se quedó sin cargo. Boris Yeltsin asumió la presidencia de Rusia. El fin de la
Guerra Fría fue una certeza cuando las recién liberadas naciones de Europa
Oriental eligieron gobiernos democráticos, entró en vigor (gracias a Helmut
Köhl) la reunificación de Alemania, se detuvo la carrera armamentista entre
Rusia y Estados Unidos y cesó la competencia ideológica entre Este y Oeste,
durante la primera mitad de la década de 1990.
Durante este periodo destacaron las obras de los
filósofos estructuralistas y deconstruccionistas, y en general los partidarios
de las sociedades abiertas (antitotalitarias)
como Karl Popper, Milton Friedman, Friedrich Hayek y Mario Vargas Llosa. El
neoliberalismo estuvo en boga y muchos países del Tercer Mundo le apostaron a
la apertura económica y la globalización (definida por Marshall McLuhan,
Rüdiger Safranski y Francis Fukuyama como un verdadero cambio de paradigma
mundial).
El comienzo del siglo
XXI vivió una acelerada transformación en todos los ámbitos, y se caracterizó
por: a) mundialización de las relaciones entre los pueblos, b) gran progreso
científico y técnico, c) revolución de las comunicaciones, d) crisis planetaria en
términos ecológicos, e) democratización del acceso a la información (a través
de Internet),
f) homogenización de la cultura y g) universalización de las democracias
liberales occidentales (acelerada por el intervencionismo estadounidense, como
en Irak y Afganistán).
En este mundo global, la
soberanía de los Estados se debilitó francamente, para darle paso al individuo
libre y cosmopolita que no se deja limitar por fronteras nacionales. Europa
aprendió la lección y le apostó a la cooperación y la integración
socio-económica y política (el Euro se convirtió en la moneda única de la Unión
Europea). Estados Unidos se vio algo debilitado en lo económico frente a países
como China o Japón, pero conservó la supremacía militar. En América Latina,
algunos países le apostaron a la industrialización y el comercio exterior
(Chile, México, Panamá, Colombia, Perú) y otros (Venezuela, Bolivia, Argentina),
todavía influenciados por el régimen de los hermanos Castro (en el poder desde
1959) y la ideología marxista, siguieron un camino mixto entre la demagogia y
la socialdemocracia, que no les ha reportado mayores beneficios.
David Alberto Campos Vargas (Colombia, 1982)
REFERENCIAS
Campos, D.A. Breve Historia de la Filosofía, Bogotá, 2012
Pijoan, J. Historia Universal, Barcelona, 1958
Zeitler, T.E. Síntesis de Historia Universal, Buenos Aires, 2012
Alonso, M. Historia: el mundo contemporáneo, Buenos Aires, 2005