viernes, 31 de julio de 2015

La casa de Asterión, por Jorge Luis Borges

 Y la reina dio a luz un hijo que se llamó Asterión.
                  Apolodoro: Bibliotecaiii, I.



Sé que me acusan de soberbia, y tal vez de misantropía, y tal vez de locura. Tales acusaciones (que yo castigaré a su debido tiempo) son irrisorias. Es verdad que no salgo de mi casa, pero también es verdad que sus puertas (cuyo número es infinito)[1] están abiertas día y noche a los hombres y también a los animales. Que entre el que quiera. No hallará pompas mujeriles aquí ni el bizarro aparato de los palacios pero si la quietud y la soledad. Asimismo hallará una casa como no hay otra en la faz de la tierra. (Mienten los que declaran que en Egipto hay una parecida). Hasta mis detractores admiten que no hay un solo mueble en la casa. Otra especie ridícula es que yo, Asterión, soy un prisionero. ¿Repetiré que no hay una puerta cerrada, añadiré que no hay una cerradura? 

Por lo demás, algún atardecer he pisado la calle; si antes de la noche volví, lo hice por el temor que me infundieron las caras de la plebe, caras descoloridas y aplanadas, como la mano abierta. Ya se había puesto el sol, pero el desvalido llanto de un niño y las toscas plegarias de la grey dijeron que me habían reconocido. La gente oraba, huía, se posternaba; unos se encaramaban al estilóbato del templo de las Hachas, otros juntaban piedras. Alguno, creo, se ocultó en el mar. no en vano fue una reina mi madre; no puedo confundirme con el vulgo, aunque mi modestia lo quiera.

El hecho es que soy único. No me interesa lo que un hombre pueda trasmitir a otros hombres; como el filósofo, pienso que nada es comunicable por el arte de la escritura. Las enojosas y triviales minucias no tienen cabida en mi espÍritu, que está capacitado para lo grande; jamás he retenido la diferencia entre una letra y otra. Cierta impaciencia generosa no ha consentido que yo aprendiera a leer. A veces lo deploro, porque las noches y los días son largos.

Claro que no me faltan distracciones. Semejante al carnero que va a embestir, corro por las galerías de piedra hasta rodar al suelo, mareado. Me agazapo a la sombra de un aljibe o a la vuelta de un corredor y juego a que me buscan. Hay azoteas desde las que me dejo caer, hasta ensangrentarme. A cualquier hora puedo jugar a estar dormido, con los ojos cerrados y la respiración poderosa. (A veces me duremo realmente, a veces ha cambiado el color del día cuando he abierto los ojos). Pero de tantos juegos el que prefiero es el de otro Asterión. Finjo que viene a visitarme y que yo le muestro la casa. Con grandes reverencias le digo: Ahora volvemos a la encrucijada anterior o Ahora desembocaremos en otro patio o Bien decía yo que te gustaría la canalta o Ahora verás una cisterna que se llenó de arena o Ya verás como el sótano se bifurca. A veces me equivoco y nos reímos buenamente los dos.

          No sólo he imaginado esos juegos; también he meditado sobre la casa. todas las partes de la casa están muchas veces, cualquier lugar es otro lugar. No hay un aljibe, un patio, un abrevadero, un pesebre; son catorce [son infinitos] los pesebres, abrevaderos, patios, aljibes. La casa es del tamaño del mundo; mejor dicho, es el mundo. Sin embargo, a fuerza de fatigar patios con un aljibe y polvorientas galerías de piedra gris he alcanzado la calle y he visto el templo de las Hachas y el mar. Eso no lo entendí hasta que una visión de la noche me reveló que también son catorce [son infinitos] los mares y los templos. Todo está muchas veces, catorce veces, pero dos cosas hay en el mundo que parecen estar una sola vez: arriba, el intrincado sol; abajo, Asterión. quizá yo he creado las estrellas y el sol la enorme casa, pero ya no me acuerdo.

Cada nueve años entran en la casa nueve hombres para que yo los libere de todo mal. Oigo sus pasos o su voz en el fondo de las galerías de piedra y corro alegremente a buscarlos. La cremonia dura pocos minutos. uno tras otro caen sin que yo me ensangrinte las manos. Donde cayeron, quedan, y los cadáveres ayudan a distinguir una galería de las otras. Ignoro quiénes son, pero sé que uno de ellos profetizó, en la hora de su muerte, que alguna vez llegaría mi redentor. Desde entonces no me duele la soledad, porque sé que vive mi redentor y al fin se levantará sobre el polvo. Si mi oído alcanza todos los rumores del mundo, yo percibiría sus pasos. Ojalá me lleve a un lugar con menos galerías y menos puertas. ¿Como será mi redentor?, me pregunto. ¿Será un toro o un hombre? ¿Será tal vez un toro con cara de hombre? ¿O será como yo?

          El sol de la mañana reverberó en la espada de bronce. Ya no quedaba ni un vestigio de sangre.
          —¿Lo creerás, Ariadna? —dijo Teseo—. El minotauro apenas se defendió.


[1] El original dice catorce, pero sobran motivos para creer inferir que, en boca de Asterión, el número catorce vale por infinitos.

Jorge Luis Borges (Argentina, 1899-1986)

San Juan Pablo II, sobre los políticos y la paz

"Hasta que quienes ocupan puestos de responsabilidad no acepten cuestionarse con valentía su modo de administrar el poder y de procurar el bienestar de sus pueblos, será difícil imaginar que se pueda progresar verdaderamente hacia la paz..."

Karol Josef Wojtyla, San Juan Pablo II (Polonia, 1920 - 2005)

Desiderata, por Max Ehrmann

Camina plácido entre el ruido y la prisa y recuerda
qué paz se puede encontrar en el silencio.

En cuanto sea posible y sin rendirte,
mantén buenas relaciones con todas las personas.
Enuncia tu verdad de una manera serena y clara
y escucha a los demás, incluso al torpe e ignorante, también ellos tienen su propia historia.

Esquiva a las personas ruidosas y agresivas,
ya que son un fastidio para el espíritu.
Si te comparas con los demás, te volverás
vano y amargado,
pues siempre habrá personas
más grandes y más pequeñas que tú.

Disfruta de tus éxitos lo mismo que de tus planes.
Mantén el interés en tu propia carrera
por humilde que sea,
ella es un verdadero tesoro
en el fortuito cambiar de los tiempos.

Sé cauto en tus negocios
pues el mundo está lleno de engaños,
mas no dejes que esto te vuelva ciego
para la virtud que existe.
Hay muchas personas que se esfuerzan
por alcanzar nobles ideales.

La vida está llena de heroísmo.
Sé sincero contigo mismo,
en especial no finjas el afecto.
Y no seas cínico en el amor,
pues en medio de todas las arideces y desengaños,
es perenne como la hierba.

Acata dócilmente el consejo de los años
abandonando con donaire las cosas de la juventud.
Cultiva la firmeza del espíritu,
para que te proteja en las adversidades repentinas.
Muchos temores nacen de la fatiga y la soledad.
Sobre una sana disciplina, sé benigno contigo mismo.

Tú eres una criatura del universo.
No menos que las plantas y las estrellas,
tienes derecho a existir.
Y sea que te resulte claro o no,
indudablemente el universo marcha como debiera.

Por eso debes estar en paz con Dios
cualquiera que sea tu idea de El.
Y sean cualesquiera tus trabajos y aspiraciones, conserva la paz con tu alma
en la bulliciosa confusión de la vida.
Aún con toda su farsa, penalidades y sueños fallidos, el mundo es todavía hermoso.

Sé cauto, ¡esfuérzate por ser feliz!


Max Ehrmann (Estados Unidos, 1872-1945)

América Insurrecta, por Pablo Neruda

NUESTRA tierra, ancha tierra, soledades,
se pobló de rumores, brazos, bocas.
Una callada sílaba iba ardiendo,
congregando la rosa clandestina,
hasta que las praderas trepidaron
cubiertas de metales y galopes.

Fue dura la verdad como un arado.

Rompió la tierra, estableció el deseo,
hundió sus propagandas germinales
y nació en la secreta primavera.
Fue callada su flor, fue rechazada
su reunión de luz, fue combatida
la levadura colectiva, el beso
de las banderas escondidas,
pero surgió rompiendo las paredes,
apartando las cárceles del suelo.

El pueblo oscuro fue su copa,
recibió la substancia rechazada,
la propagó en los límites marítimos,
la machacó en morteros indomables.
Y salió con las páginas golpeadas
y con la primavera en el camino.
Hora de ayer, hora de mediodía,
hora de hoy otra vez, hora esperada
entre el minuto muerto y el que nace,
en la erizada edad de la mentira.

Patria, naciste de los leñadores,
de hijos sin bautizar, de carpinteros,
de los que dieron como un ave extraña
una gota de sangre voladora,
y hoy nacerás de nuevo duramente
desde donde el traidor y el carcelero
te creen para siempre sumergida.

Hoy nacerás del pueblo como entonces.

Hoy saldrás del carbón y del rocío.
Hoy llegarás a sacudir las puertas
con manos maltratadas,con pedazos
de alma sobreviviente, con racimos
de miradas que no extinguió la muerte,
con herramientas hurañas
armadas bajo los harapos.

Pablo Neruda (Chile, 1904-1973)

jueves, 30 de julio de 2015

HISTORIA UNIVERSAL: UNA SÍNTESIS DIDÁCTICA, por David Alberto Campos Vargas



La historia necesita ubicar los hechos históricos temporalmente, para dar la sensación de un orden de los sucesos históricos. Por eso se explica en una línea del tiempo que apunta a futuro y se divide en grandes periodos, llamados edades. Teniendo en cuenta a Jesús de Nazaret (Jesucristo) como personaje histórico central, los años se rotulan a.C. (antes de Cristo) y d.C. (después de Cristo).

Con fines pedagógicos, la historia se divide en:

1. Prehistoria: abarca la historia antes de la aparición de la escritura.
2. Edad Antigua: a partir los primeros testimonios escritos (3000 a.C.), hasta la caída de Roma y el Imperio Romano de Occidente  en el 476 d.C.
3. Edad Media: comprende desde la caída del Imperio Romano de Occidente hasta la caída de Constantinopla Imperio Romano de Oriente en 1453.
4. Edad Moderna: inicia con la toma de Constantinopla por los turcos en 1453 y termina con el estallido de la Revolución Francesa en 1789.
5. Edad Contemporánea: comienza en 1789 y se extiende hasta nuestros días.

1. Prehistoria

Por el conocimiento transmitido a través de generaciones (posible gracias al lenguaje y la memoria) y las habilidades derivadas del uso sus manos y el aumento paulatino de su capacidad cerebral (a expensas, especialmente, de desarrollo de sus lóbulos frontales), el hombre pudo adaptarse y lograr una influencia en el entorno (cultura)

1.1. Edad de Piedra

1.1.1. Paleolítico inferior (1.000.000 a.C. – 25.000 a.C.)

El hombre obtuvo el fuego. Usaba utensilios tallados en piedra, era nómada y vivía de la caza, la pesca y la recolección.

1.1.2. Paleoítico superior (25.000 a.C. – 10.000 a.C.)

El hombre empezó a vivir en sociedades organizadas. Surgió el principio de autoridad (con aparición de jefes tribales, tótems y tabúes). Dichas sociedades buscaban asentamiento en las cavernas. La religión chamánica (basada en e pensamiento mágico y animista) se institucionalizó. Se dieron las primeras manifestaciones artísticas (pinturas rupestres; trabajos en piedra, hueso y marfil).

1.1.2. Neolítico (10.000 a.C. – 5.000 a.C.)

El hombre se hizo definitivamente sedentario y empezó a construir sus viviendas. Inician actividades como alfarería, agricultura, ganadería. Las religiones se fueron complejizando, pasando del chamanismo primitivo al politeísmo. La familia nuclear va ganando importancia con respecto al clan y a la tribu.

1.2. Edad de los Metales

1.2.1. Edad del Bronce

Inició el uso de metales como cobre, estaño y bronce (obtenido al fundirse cobre con estaño). Aparecieron dos grandes males en la humanidad: la política y los ejércitos, ambos encaminados a establecer dominio y poder de unos sobre otros. Se hizo frecuente la guerra entre tribus y ciudades. La fabricación de herramientas y utensilios se volvió cada vez más sofisticada, pero por desgracia el avance se vio sobretodo en cuanto a material bélico.

1.2.2. Edad del Hierro

Continuó complejizándose la organización social. Las aristocracias político-militares se afianzaron en el poder y la esclavitud se institucionalizó. Con el hierro se fabricaban espadas, hachas y puntas de lanza.


Otros sucesos de la Prehistoria


Según Alex Hrdlicka hombres procedentes del oriente de Siberia emigraron de la región mongólica y penetraron el continente americano por el estrecho de Bering, cuando las glaciaciones hicieron posible un puente entre las actuales Rusia y Alaska (entre 25.000 a.C. - 10.000 a.C.). Según Paul Rivet el poblamiento de América tuvo varios vectores (teoría del origen múltiple), con cuatro elementos étnicos distintos: australiano (procedente de Australia), malayo-polinésico (de Malasia y la Polinesia), asiático (de las regiones china y mongólica) y uraliano (de los montes Urales). Los dos primeros grupos viajaron por vía marítima, los dos últimos atravesando el estrecho de Bering.

Se calcula que las primeras migraciones hacia América se produjeron en los años 25.000 y 10.000 a.C., con unas culturas del paleolítico.

2. Edad Antigua (3000 a.C. – 476 d.C.)

2.1. Primeras ciudades

Desde el delta del Nilo y la península del Sinaí, pasando por el Mediterráneo oriental, hasta los territorios del actual Irak (que incluía el fértil suelo entre los ríos Tigris y Éufrates), así como en las mesetas del actual Irán, surgieron las primeras urbes: Jericó (tal vez la ciudad más antigua; cuenta 10.000 años y aún está habitada), Ur, Uruk, Babilonia, Isín, Nínive, Umma, Larsa, Assur, Gebal (Biblos), Alepo, Susa, Damasco, Menfis, Tebas, Fayún, Sidón, Beirut, Tiro, Erbil, Kirkurk.

Fueron ciudades que destacaron por su densidad poblacional, su importancia comercial, y sobretodo, por su producción cultural. En ellas florecieron los imperios egipcio, asirio, caldeo y persa, juntos a otros pueblos como el sumerio (donde nació la escritura cuneiforme), el hebreo, el fenicio y el hitita.

Estas civilizaciones se caracterizaron por sus gobiernos absolutistas y esclavistas tipo monarquía teocrática hereditaria), con reyes que se proclamaban deidades o descendientes directos de ellas.

Las religiones fueron frecuentemente politeístas, panteístas, antropormorfistas por su tendencia a representarse a sus dioses con forma humana, y con elementos de astrolatría (adoración a cuerpos celestes) y zoolatría (adoración a algunos animales). 

Las civilizaciones de Mesopotamia (sumerios, acadios, babilonios, asirios y caldeos) fueron regidas por reyes-sacerdotes; aplicaban justicia basándose en la ley del Talión y utilizaban cuñas para escribir sobre tablillas de arcilla húmeda.

2.2. Grecia Antigua

Los focos de la civilización griega fueron: la civilización minoica en la isla de Creta, dedicada al comercio, y la cultura micénica en la Grecia continental. Las dos obras del poeta Homero, la Iliada y la Odisea, ilustran sobre las costumbres de los griegos alrededor del año 1200 a.C. En el siglo VIII a.C. surgieron las polis o ciudades-Estado griegas.

Haciendo contrapeso a Esparta (gobernada por una aristocracia militar cuya máxima autoridad eran la Gerusía o grupo de ancianos y la Asamblea popular), cuya principal actividad era hacer la guerra, Atenas pasó rápidamente de la monarquía a un tribunal supremo de justicia (Areópago), y de ahí a la democracia (el pueblo se transformó en la máxima autoridad y todos los ciudadanos tenían, formalmente, los mismos derechos).

Destacaron personajes como Tales de Mileto (el padre de la Filosofía) y los llamados filósofos físicos, que a imitación de Tales indagaron la Naturaleza y el arjé u origen del mundo (Anaximandro, Anaxímenes, Anaxágoras, Empédocles, Heráclito, Parménides), así como los filósofos áticos: Sócrates (padre de la Antropología), Platón (fundador de la Academia, padre del Idealismo) y Aristóteles (padre del Realismo).

En el intervalo entre el ocaso de Atenas y el auge de Roma estuvo el Imperio Alejandrino o Macedónico, que a la muerte de Alejandro Magno se dividió en provincias de sus lugartenientes (los diádocos).

2.3. Roma Antigua

Roma tuvo inicialmente una monarquía (el rey era el jefe supremo en lo político y militar y gobernaba con el consentimiento del pueblo); luego una República (en la que el Senado se encargaba de legislar, los magistrados hacían o jurídico y los cónsules tomaban las decisiones político-militares) y, al final, un Imperio.

Roma logró dominar buena parte del mundo antiguo gracias a la fuerza de su ejército. En el 29 a.C., el nieto de Julio César, Octavio, venció a sus rivales y concentró todo el poder; el Senado le otorgó posteriormente el título de César y con él se inició la dinastía Julio-Claudia. De esta época destacan Jesús de Nazaret, Cicerón (padre del Eclecticismo), Epicuro de Samos, Zenón de Citio (padre del Estoicismo) y Séneca.

La religión de los romanos fue politeísta, y a medida que se expandió el Imperio adoptó algunas creencias y prácticas de los pueblos conquistados. Su legado más importante fue la conformación de un Derecho Civil y de un Derecho Penal.

Antes de Constantino los emperadores romanos persiguieron a los cristianos con el fin de aniquilarlos, pues consideraban al Cristianismo (basado en las enseñanzas de Jesús y sus discípulos, así como del predicador Pablo de Tarso) contrario a la doctrina del poder absoluto y los privilegios del emperador y los patricios (nobles). Fue a partir de Constantino que se consolidó el Cristianismo como religión oficial del Imperio, y el obispo de Roma se transformó en su principal autoridad religiosa (Sumo Pontífice o Papa).

El Emperador Teodosio dividió el Imperio Romano en dos: el Imperio Romano de Occidente (capital: Roma) y el Imperio Romano de Oriente (capita: Constantinopla). El último emperador romano fue Rómulo Augústulo, quien fue derrocado por un pueblo bárbaro (los hérulos) en el año 476 d.C.

3. Edad Media (476 d.C. – 1453 d.C.)

Se destruyó la unidad política, económica y social del Imperio Romano de Occidente como consecuencia de la invasión de los bárbaros, por lo que la Iglesia Católica adquirió importancia fundamental: la Cristiandad (el concepto de orbe cristiano) sustituyó en el inconsciente colectivo europeo al Imperio.

Surgió el feudalismo como sistema económico y social en el cual el poder está distribuido entre varios señores feudales, cada uno de ellos con sus propios vasallos, constituyéndose su señorío en un microcosmos en donde ocurría todo (se iba a la iglesia, se cultivaba y cosechaba, se hacían artesanías, etcétera). El poder del Estado, que antes pertenecía al rey, se distribuyó entre dichos señores feudales. Los señores eran ricos propietarios que tenían castillos para defenderse. Los campesinos entregaban sus tierras a los señores a cambio de su protección, quedando además obligados a cumplir todas sus órdenes.

La sociedad feudal estuvo conformada por estamentos sociales completamente diferentes: la Nobleza (formada por los señores feudales, que eran los dueños de la tierra); el clero (los miembros de la Iglesia), los campesinos (personas libres que trabajaban la tierra y los siervos (que carecían de libertad).

Algunos intentaron revivir la vieja gloria de Roma; destacaron en dicho empeño Carlomagno con su Imperio Carolingio y Otón con su Sacro Imperio Romano-Germánico.

En cuanto al pensamiento, además de la Biblia los textos más leídos fueron los de los neoplatónicos y los padres de la Iglesia (sobretodo Agustín de Hipona) durante la llamada Filosofía Patrística. Durante la Filosofía Escolástica fueron las traducciones y comentarios que Avicena, Maimónides y Averroes hicieron de Aristóteles, y la vasta obra de Tomás de Aquino.

En el 600 d.C. apareció la  tercera gran religión monoteísta, el Islam. Fue fundado por Mahoma. Islam quiere decir abandono a la voluntad de Alá (Dios) y sus adeptos se autodenominan musulmanes (“resignados”). Como la llamada “guerra santa” (la supuestamente justificada guerra contra todos los no musulmanes) era parte del cuerpo doctrinario del Islam, obviamente se produjo una expansión militar de sus adeptos por toda la península arábiga, por Siria, Palestina, Egipto, Armenia, India, el norte de África y España. Los musulmanes, comandados por el emir Abderramán, fueron detenidos en territorio francés por el ejército de Carlos Martel (batalla de Poittiers, 732 d.C.), abuelo de Carlomagno.  

La Iglesia sufrió su primer gran cisma (Cisma de Oriente) en 1054, cuando los jerarcas de la Iglesia Ortodoxa (en especial, el Patriarca de Constantinopla, Miguel Cerulario) se apartaron de la autoridad del Papa León IX.

La Edad Media dejó este legado: profundo desarrollo de la filosofía y la teología, surgimiento de las universidades y colegios (a partir de las escuelas catedralicias y monásticas), arte gótico, resurgimiento de muchas ciudades europeas y asiáticas, surgimiento de los burgueses (habitantes de las ciudades) y aparición de asociaciones gremiales y comerciales. Tal vez sea la Divina Comedia, de Dante Aligheri, la obra literaria más consumada de este período (y, además, un texto en consonancia con la teología escolástica).

4. Edad Moderna (1476 d.C. – 1789 d.C.)

4.1. Humanismo y Renacimiento

La Edad Moderna nació gracias al declive del feudalismo (extinguido ya hacia 1500), el surgimiento de la burguesía como clase políticamente influyente (en especial, banqueros y miembros de las llamadas “profesiones liberales”), el aumento del poder de los monarcas en detrimento de los señores feudales, el surgimiento de los Estados nacionales europeos y el dinamismo dado por el redescubrimiento de los valores de la Grecia clásica (en especial, el antropocentrismo y e individualismo) y el abandono de la vida confesional, parroquial y estática del Medioevo. La burguesía, enfrentada con la nobleza, favoreció la consolidación de los Estados nacionales al proveer de dinero a los reyes.

El desarrollo económico y cultural europeo (que permitió a muchos siervos comprar su libertad, y a muchos campesinos convertirse en burgueses educados), así como la revalorización de la mano de obra fueron de la mano con la exaltación filosófica de hombre (iniciando un proceso de secularización y relegación de Dios que continuó hasta bien entrado el siglo XX), así como la valoración positiva del conocimiento, el trabajo y la riqueza (en la Edad Media se consideraba pecaminoso el enriquecerse).

Aumentó el comercio, se consolidaron bancos y asociaciones comerciales y los avances en la navegación (gracias a pioneros como la familia Polo, Vasco de Gama, Cristóbal Colón y Fernando de Magallanes), aunados a las mejoras técnicas en la producción de manufacturas e innovaciones científicas, permitieron un mundo cada vez más interconectado (allanando el terreno para la globalización plena que vendría cuatro siglos después). Mundo que, además, ya se sabía que era esférico y giraba alrededor del Sol.

Aunque hubo humanistas dentro del catolicismo (como Erasmo de Rotterdam), la mayoría de artistas y autores del Renacimiento y el Humanismo fueron laicos (los clérigos de la Iglesia Católica habían perdido el monopolio del saber en Europa). El humanismo fue una renovación literaria, artística, filosófica y científica; consideró al ser humano como centro y medida de todas las cosas, valoró la vida en la tierra, cuestionó autoridades y métodos de enseñanza tradicionales y atacó en general todo tipo de dogmatismo.

Destacaron filósofos como René Descartes, Rodolfo Gockel, Hugo Grocio, Miguel Servet, artistas como Leonardo da Vinci, Rafael Sanzio y Miguel Angel Buonarroti (figuras cimeras del Renacimiento) y, en el plano literario, los autores del Siglo de Oro español (Miguel de Cervantes, Pedro Calderón de la Barca, Félix Lope de Vega, Francisco de Quevedo, Luis de Góngora) y William Shakespeare.

En el seno del Cristianismo, la Iglesia sufrió un nuevo cisma (el Cisma de Occidente) con la Reforma protestante liderada por Martín Lutero, Ulrico Zwinglio y Juan Calvino (inicios del siglo XVI).

4.2. Colonialismo

El colonialismo fue otro fenómeno de la época. Las potencias coloniales (España, Inglaterra, Portugal, Holanda) de ese periodo fueron las que contaron con una flota lo suficientemente poderosa. Portugal se expandió por las costas africanas, Brasil, India, China yJapón. España se expandió por Centro y Suramérica, además de tomar algunas islas del Pacífico (como las Filipinas). Inglaterra y Holanda tomaron islas en el Caribe. Las causas de esta expansión colonialista fueron: la búsqueda de nuevas rutas comerciales que comunicaran Oriente y Occidente, la demanda de metales preciosos (oro y plata) y la necesidad de nuevas tierras para el cultivo.

Esa expansión fue brutal con los pueblos conquistados, muchos de ellos literalmente aniquilados por la ferocidad de los europeos, y los pocos supervivientes reducidos a servidumbre. Dentro de los pueblos amerindios cuya sabiduría casi fue borrada por completo (por considerarse hereje e inferior, para la burda visión de conquistadores y colonizadores) estuvieron los mayas (en los actuales México, Honduras y Guatemala), los aztecas (en el valle de México) y los incas (en los actuales Ecuador, Perú y norte de Chile y Argentina)

La colonización se basó en: a) explotación económica (extracción de metales preciosos, la cría de ganado vacuno, la plantación de azúcar, algodón y tabaco); b) sujeción de los amerindios a sistemas de trabajos obligatorios (como la Encomienda); c) fundación de ciudades (a veces en asentamientos previamente americanos, tras exterminar o al menos someter a sus pobladores); d) establecimiento de instituciones europeas en América (como la propia religión: cristianismo protestante en las colonias inglesas y holandesas, cristianismo católico en las colonias españolas y portuguesas)

Las relaciones comerciales entre España y América se establecieron según el sistema del Monopolio Comercial: América solo podía comerciar con España, existiendo un puerto único en España y cuatro puertos autorizados en América. El traslado de las mercancías se realizaba según el sistema de flotas y galeones: las flotas eran los barcos que llevaban las mercaderías y los galeones eran barcos de defensa. Inglaterra boicoteó este sistema de monopolio estimulando la piratería y el contrabando.

La doctrina económica más importante de los siglos XVI y XVII fue el Mercantilismo, cuyo principio básico era que la abundancia de oro y plata constituía la riqueza de los países. Así, los mercantilistas fomentaron: a) el comercio exterior para obtener ganancias (aumentando las exportaciones y disminuyendo las importaciones); b) la expansión colonial, con miras a la extracción de los metales preciosos y las materias primas de las colonias; c) el incentivo a las manufacturas (productos elaborados) nacionales.

Durante los siglos XVII y XVIII se consolidaron en Europa dos formas de gobierno: la monarquía absoluta  en Francia, España, Rusia, Austria y Portugal), y la monarquía parlamentaria (implementada en Inglaterra luego de la Revolución Gloriosa de 1688, liderada por Oliver Cromwell y aplaudida por John Milton).

4.3. Movimiento Ilustrado

El siglo XVIII es conocido como el siglo de las luces. Surgió el movimiento iluminista, o de la Ilustración. Sus representantes quisieron imponer “la luz de la razón” frente a lo que consideraban “la oscuridad del pensamiento religioso”. Para ellos, la humanidad encontraría la felicidad guiándose por el pensamiento de hombres libres y autónomos. Abogaban por la Razón y el Progreso. Desde el punto de vista político, la Ilustración estimuló el nacimiento de una nueva forma de gobierno: el Despotismo Ilustrado.

Durante el siglo XVIII hubo un crecimiento económico general en Europa Occidental. La población aumentó gracias a las mejores condiciones de vida. En esta situación, los pensadores buscaron la base de la riqueza de los estados. Surgieron entonces dos grandes teorías económicas: a) la Fisiocracia (liderada por Francisco Quesnay) que consideraba que la tierra era la única fuente de riqueza y el desarrollo de la agricultura era fundamental y b) el  Liberalismo (liderada por Adam Smith y John Locke), que se oponía a la intervención del estado en la economía, y defendía la libertad de producción, circulación y venta así como el derecho de propiedad individual.  

4.4. Consecuencias del movimiento Ilustrado

Dos consecuencias de la Ilustración fueron las guerras de emancipación en América y la Revolución Francesa.

Los deseos de independencia de las Trece Colonias estadounidenses fueron avivados por las medidas impositivas y monopolistas de los ingleses. En 1775, con el incidente de Lexington, comenzó la Guerra de Independencia de los Estados Unidos. Se reunió un Congreso Continental como gobierno provisional. El 4 de julio de 1776, el Congreso Continental firmó la Declaración de Independencia de los Estados Unidos, redactada por Thomas Jefferson y firmada, entre otros, por George Washington y Benjamin Franklin. Gracias a las victorias en Saratoga (1777) y Yorktown (1781), el ejército liderado por Washington provocó la rendición definitiva del general británico Cornwallis. En 1783 se firmó el Tratado de París, que puso fin a la contienda. Esta es considerada la primera de las Revoluciones Liberales Burguesas (remoquete puesto por académicos marxistas, para quienes todo lo que no es comunista es burgués), y fue inspiración para los líderes de las guerras de emancipación libradas en Latinoamérica dos décadas más tarde. 

La Edad Moderna cerró con la Revolución Francesa iniciada en 1789. Dicha revolución provocó el colapso del llamado Antiguo Régimen (caracterizado por la sociedad estamental y la monarquía absoluta) en Francia, y su debilitamiento en todo Occidente. La sociedad estamental consistía en tener grupos sociales con un estatus jurídico que les otorgaba privilegios. Existían estamentos como la nobleza (ocupaba los cargos de gobierno y no pagaba impuestos) y el clero (clase terrateniente con amplia influencia en las decisiones del gobierno).

Diversas razones provocaron la revuelta: a) descontento social (la burguesía educada quería terminar con los privilegios de los nobles y el clero, y reclamaba la igualdad civil y el derecho a ocupar cargos públicos; los campesinos querían suprimir los trabajos obligatorios que debían realizar a los nobles); b) crisis económica (malas cosechas, carestía, desempleo, gastos generados por la participación de Francia en la guerra de independencia de los Estados Unidos y en otros conflictos a lo largo del sigo XVIII); c) influencia de la Ilustración (ideas de igualdad entre ciudadanos, obsolescencia de la monarquía absoluta, necesidad de la división de poderes, concepto de soberanía popular).

5. Edad Contemporánea (1789 - actualidad)

5.1. Imperio Napoleónico y Emancipación Latinoamericana

Tomando la antorcha de los iluministas, pensadores como Emanuel Kant, Federico Hegel, Jeremías Bentham y Augusto Comte moldearon el mundo intelectual del siglo XIX.

La Revolución Francesa tomó un curso caótico. Después de pasar por una etapa de Monarquía Constitucional (1789-1791) y de crearse una Asamblea Legislativa y establecerse el voto censitario (votaban sólo los que pagaban impuestos), vino la creación de la República (1792-1794) a partir de la Convención Nacional elegida por sufragio universal. Ahí se desató el Terror. Los rencores y el fanatismo político provocaron la muerte de personajes como Marat, Danton y Lavoisier. Al final, el propio líder de los jacobinos y protagonista de esta oscura etapa, Robespierre, también terminó guillotinado. Luego vino la creación del Directorio y el retorno de la alta burguesía al poder (1794-1799). Se crearon dos cámaras legislativas y se estableció un sufragio no universal. Preocupadas por la suerte de os monarcas y aristócratas franceses, las casas reales del resto de Europa le declararon la guerra a Francia. En ese clima de dificultades ascendió Napoleón Bonaparte, un inteligente y carismático general de origen corso.

Envalentonado por sus victorias contra fuerzas monárquicas europeas, en 1799 Napoleón dio un golpe de Estado que terminó con el Directorio y estableció el Consulado. En 1804 se destapó completamente y se hizo proclamar emperador. Su imperio duro diez años. Napoleón logró el apoyo de la burguesía comercial e industrial y de las clases populares urbanas y campesinas. Sus medidas económicas favorecieron en gran parte a estos sectores, debido a que protegió la industria, entregó la propiedad de la tierra a los campesinos y estableció salarios elevados. Asimismo, su Código Civil fue un adelanto en materia legislativa. Acosado continuamente por sus enemigos, Napoleón I tuvo que hacer la guerra y llegó a conquistar gran parte de Europa, pero al final fue derrotado por una coalición europea en 1814 y desterrado a la isla de Elba. En 1815, Napoleón regresó a París pero su gobierno duró solo cien días, al ser definitivamente vencido por ingleses y prusianos en la batalla de Waterloo.

Mientras tanto, en las colonias españolas de América se vivió un frenesí emancipador. Antonio Nariño tradujo los Derechos del Hombre y el Ciudadano de Thomas Paine, y se convirtió, junto con Francisco Miranda (veterano de la guerra de independencia de los Estados Unidos y de las guerras napoleónicas), en el precursor de la Independencia en Suramérica. En Centroamérica, el sacerdote Miguel Hidalgo agitó también las masas. En 1810, casi todas las principales ciudades de América Latina hicieron Juntas y Cabildos Abiertos y se amotinaron contra las autoridades españolas. Aunque dichas revueltas sólo pretendían un cambio de gobierno, y darle participación política a los criollos (blancos nacidos en América, que no podían acceder a los cargos públicos), y no una verdadera rebelión contra el monarca Carlos IV, la invasión de Napoleón a España dio la ocasión perfecta para que los ecos de la Ilustración francesa (antimonárquicos e igualitaristas) y el ejemplo de los Estados Unidos provocaran un verdadero furor independentista.  

Pero tras la derrota de Napoleón, los reyes europeos decidieron recuperar la autoridad de las monarquías en Europa y América, y restablecer la situación anterior a la Revolución Francesa. Este intento se llamó La Restauración. Sin embargo, este intento fracasó por diversos motivos: a) el empoderamiento (político y económico) de la burguesía; b) las transformaciones económicas y sociales derivadas de la creciente industrialización; c) el desprestigio de los valores del Antiguo Régimen y la popularización de las ideas liberales y democráticas; d) el fortalecimiento del liberalismo y e individualismo en el imaginario de los pueblos europeos.

Además, frente a la intentona de la Restauración se dieron en Europa las Revoluciones de 1820, 1830 y1848. Todas ellas fueron favorecidas por las ideas socialistas en boga, y buscaron mejores condiciones de vida para los campesinos y la creciente población obrera, y se opusieron al retorno de la monarquía absolutista. Con ellas se establecieron definitivamente las monarquías constitucionales y calaron más las ideas democráticas.

La Restauración se vivió en América Latina con una ofensiva militar española que hizo trizas los nacientes gobiernos republicanos. En España se le llamó “Pacificación” a lo que en realidad fue un sangriento aplastamiento de las Juntas. Muchos patriotas fueron ejecutados (como Francisco José de Caldas y José María Carbonell) y otros encarcelados (como Francisco de Miranda y Antonio Nariño). Sin embargo, Simón Bolívar (influenciado por sus maestros, los humanistas Andrés Bello y Simón Rodríguez) estuvo presto a tomar las banderas de estos precursores.

Venciendo todo tipo de dificultades, Bolívar logró la definitiva independencia de Colombia, Venezuela, Ecuador y Perú. Las batallas de Pantano de Vargas, Boyacá, Pichincha, Carabobo, Junín y Ayacucho consiguió erradicar a los realistas de medio continente; también gestionó la creación de la república de Bolivia en los territorios del antiguo Alto Perú y redactó las constituciones que dieron forma a La Gran Colombia (que incluyó los actuales Colombia, Venezuela, Ecuador y Panamá) y a la propia Bolivia (que quedó bajo la presidencia de su colaborador y amigo Antonio José de Sucre).

Otra victoria de Bolívar fue la diplomática, a la hora de movilizar a otros libertadores de América (O’Higgins, Petion, Itúrbide, San Martín) hacia la conciencia de una necesidad de unión confederada entre los pueblos de América Latina. Su ideario (llamado sueño bolivariano) sentó las bases para lo que posteriormente sería la Organización de Estados Americanos, y fue complementado por a doctrina Monroe del gobierno estadounidense (“América para los americanos”) en cuanto a la determinación de los países de América a no permitir nuevas injerencias o intentos de reconquista por parte de las potencias europeas.

5.2. La Revolución Industrial

Otro fenómeno fue el de la Revolución Industrial, transformación que condujo a Occidente de una economía agrícola tradicional a una economía industrial, usando máquinas para producir bienes en cantidad cada vez mayor. Inglaterra fue el primer abanderado de dicho proceso; luego se sumaron los demás países de Europa Occidental (aunque en España y Portugal el proceso fue mucho más lento y de menor envergadura), Estados Unidos y Japón.

Aumentó la producción de bienes elaborados por máquinas y la economía dejó de centrarse en los sectores primarios (ganadería, agricultura, minería), el número de productos industriales creció de forma espectacular, hubo mejoras técnicas y avances tecnológicos, y se crearon empresas por doquier. Inventores como Thomas Edison y empresarios como Henry Ford fueron íconos de este empuje occidental hacia la industrialización acelerada.

La Revolución Industrial tuvo como consecuencias: aceleración de la urbanización, especialización laboral y división del trabajo, sustitución de pequeños talleres (domésticos y artesanales) por grandes empresas, aparición de nuevas máquinas y herramientas de trabajo, cambios en la estructura socio-económica (con e surgimiento de capitalistas cada vez más ricos y obreros cada vez más pauperizados). Con la llamada primera revolución industrial (1790-1850) surgió el capitalismo industrial. Y con la llamada segunda revolución industrial (1850-1900) se consolidó el capitalismo financiero.

El capitalismo de los siglos XIX y XX se caracterizó por: a) búsqueda ilimitada de ganancias, b) producción en masa, c) integración de la economía mundial a través del comercio y la inversión de capitales, d) desarrollo constante de la tecnología, e) propiedad privada de los medios de producción, f) libertad económica, g) trabajo asalariado, h) acuerdos entre empresarios para establecer precios comunes).

Entre 1870 y 1914, Europa y Norteamérica vivieron un gran progreso material. El ambiente intelectual era marcadamente ateo, materialista y práctico; no en vano autores como Marx, Engels, Freud, Nietzsche y Stuart Mill fueron ampliamente leídos.

El liberalismo político y la enseñanza gratuita, la secularización de los Estados y el desarrollo científico y técnico hicieron creer a los europeos que estaban coronando una etapa de progreso y prosperidad (también es dieron la falsa idea de ser los “modelos” para el resto del mundo, “destinados” a “civilizar” naciones que consideraban inferiores). Dicha arrogancia, y el militarismo y el nacionalismo llevados a extremos ridículos llevaron a las naciones europeas industrializadas (Inglaterra, Alemania, Francia, Bélgica, Holanda, Italia) o en procura de industrializarse (Rusia, Imperio Austro-Húngaro) a creerse con el derecho de repartirse el mundo (en especial, territorios asiáticos y africanos) en un juego imperialista de mezquindades y ausencia de escrúpulos, creando tensiones internacionales que llevaron a la llamada Paz Armada y condujeron a la formación de alianzas militares y bloques rivales.

5.3. El Imperialismo de los siglos XIX y XX

La industrialización fue uno de los factores que impulsó una nueva expansión colonialista a partir de 1850: el Imperialismo. Los objetivos de esta nueva búsqueda de colonias fueron la búsqueda de nuevos mercados para sus productos y de otras naciones para la inversión de sus capitales, así como para la obtención de materias primas y la consecución de lugares a los que pudiera emigrar su población excedente (verdaderos “puntos estratégicos” para una eventual guerra, que estaban esperando, así de manera hipócrita negaran ante la comunidad internacional sus redes de espionaje y carrera armamentista).

El imperialismo ocasionó la esclavización y la muerte de millares de africanos y asiáticos, la destrucción de las culturas nativas y la imposición de sistemas políticos y económicos (monarquías constitucionales) ajenos a las poblaciones autóctonas.

Estados Unidos (especialmente en el Caribe) y Japón (en el sudeste asiático) se sumaron, tristemente, a este saqueo de territorios para satisfacer sus propios intereses.

5.4. Primera Guerra Mundial

La Primera Guerra Mundial fue una carnicería que duró entre 1914 y 1918.  Veintiocho de los países beligerantes, llamados "Aliados" (entre las que se encontraban Gran Bretaña, Francia, Rusia, Italia y Estados Unidos), lucharon contra la coalición de los llamados "Imperios Centrales"(Imperio Alemán, Imperio Austro-Húngaro, Imperio Otomano).

La causa inmediata del inicio de la guerra fue el asesinato del archiduque Francisco Fernando de Habsburgo, heredero del trono austro-húngaro, cometido en Sarajevo. No obstante, las causas profundas fueron: a) el nacionalismo, b) el imperialismo (la competencia neocolonialista), c) el conflicto de intereses (sobretodo económicos y políticos), d) el expansionismo militar y la carrera armamentista, e) el antecedente de  guerras locales (principalmente en el norte de África y los Balcanes) entre Alemania, Inglaterra, Francia y España, que aumentaron las tensiones entre estos países.

Las consecuencias de la llamada Gran Guerra (en la que, con un altísimo costo en todos los sentidos, triunfaron los Aliados) fueron: a) firma del Tratado de Versalles tras la Conferencia de Paz de París (que impuso durísimas condiciones a las potencias vencidas, incluyendo costosas indemnizaciones, pérdida de territorios continentales y de ultramar, y drásticas condiciones en términos militares…que fueron caldo de cultivo para el surgimiento del Nacionalsocialismo); b) pérdida de millones de combatientes y civiles; c) desaparición de viejas y poderosas dinastías europeas (y un debilitamiento general de todas las monarquías);  d) desmembramiento y desaparición de los imperios Turco y Austro-Húngaro; e) afianzamiento de los Estados Unidos como nueva gran potencia; f) aparición de regímenes democráticos en los países derrotados; g) proliferación de partidos socialistas y comunistas en Europa (en Rusia, Vladimir Lenin logró hacerse al poder después de la primera revolución proletaria exitosa).

5.5. Período de Entreguerras (1918-1939)

Se caracterizó por un crecimiento económico sin precedentes en Estados Unidos y Japón (en América Latina muchos países también vivieron una relativa bonanza), mientras que las naciones europeas que habían participado en la Primera Guerra Mundial debieron afrontar una grave situación económica y recurrir a préstamos internacionales.

Sin embargo, ese crecimiento económico condujo paradójicamente a la crisis más grave que ha tenido el capitalismo: la Gran Depresión (1929-1932). Esta crisis económica (que afectó muy profundamente a Estados Unidos, Italia y Alemania), contribuyó también al resurgimiento de tendencias nacionalistas y militaristas. Se pusieron de moda los totalitarismos de tres ideologías: fascismo, nacionalsocialismo y comunismo. Dichas ideologías concebían al Estado como valor absoluto, no contemplaban las libertades individuales ni la división de poderes, violaban sistemáticamente el Estado de Derecho y tenían la noción de un liderazgo único, centralizado y absoluto, teñido de mesianismo (por ello Benito Mussolini, Adolfo Hitler y José Stalin fueron, en sus respectivos países, sobreidealizados e idolatrados).

Dentro de los aspectos positivos, cabe mencionar a aparición de las vanguardias tanto en el arte como en la literatura (el surrealismo de  André Bretón y Salvador Dalí; el futurismo de Filippo Marinetti, elcreacionismo de Vicente Huidobro; el dadaísmo de Tristán Tzara y Hugo Ball; el ultraísmo de Jorge Luis Borges; el realismo mágico de Alejo Carpentier, William Faulkner y Miguel Ángel Asturias; el impresionismo de Pierre Renoir, Edouard Manet y Camille Pisarro; el cubismo de Pablo Picasso, Juan Gris y George Braque, etcétera). En Filosofía fueron trascendentales los aportes a la lógica de Bertrand Russell y Alfred Whitehead, la revitalización que significó la fenomenología de Edmund Husserl, Karl Jaspers y Martin Heidegger, y los avances en filosofía analítica y filosofía del lenguaje logrados gracias a Ludwig Wittgenstein, John Austin y Mijaíl Bajtín.

5.6. Segunda Guerra Mundial (1939-1945)

Este conflicto superó todos los anteriores en brutalidad y sevicia, se extendió hasta afectar a la mayoría de las naciones del planeta y mostró lo peor de la condición humana, por los ataques lanzados por ambos bandos contra la población civil y el genocidio y otras violaciones al Derecho Internacional cometidos especialmente por Alemania (que se ensañó en el exterminio de judíos, gitanos, homosexuales, esquizofrénicos) y la Unión Soviética (contra pobladores ucranianos, polacos y alemanes), pero también por Inglaterra (que bombardeó inmisericordemente objetivos civiles en Alemania) y Estados Unidos (que lanzó bombas atómicas contra civiles en Hiroshima y Nagasaki).

Diversos factores condujeron a esta hecatombe: a) el fracaso de los esfuerzos de paz llevados a cabo durante la década de 1920 (creación de la Sociedad de Naciones, Conferencia de Washington,  Tratados de Locarno, Pacto de París); b) el revanchismo de las naciones derrotadas en la Primera Guerra; c) la doctrina nacionalista del “espacio vital” y los intereses imperialistas de Japón e Inglaterra; d) el militarismo y el armamentismo, que habían vuelto a ponerse de moda; e) la política de anexión (Anschluss) de supuestos territorios “arios”, con la que la Alemania de Hitler invadió Austria, Checoslovaquia y Polonia. La causa inmediata del estallido de la guerra fue justamente el ataque alemán a Polonia, el 1º de septiembre de 1939.

Hasta 1942 las potencias del Eje (Alemania, Italia, Japón) habían alcanzado su apogeo y dominaban la mayor parte de Europa y África en Occidente, y en Oriente parte de China, Indochina, Birmania, Filipinas e Indonesia. Pero a partir de ese año sufrieron una serie de derrotas (Stalingrado, primera y segunda batallas de El Alamein) la ofensiva pasó a manos de los Aliados (Inglaterra, Unión Soviética, Estados Unidos, la llamada Francia Libre y otros)

La superioridad material de los aliados y el poderío industrial de Estados Unidos, además de los movimientos de resistencia de los pueblos conquistados ante los alemanes, condujeron a la victoria final de los Aliados. En 1943, los aliados derrocaron el régimen de Mussolini y liberaron Italia. En 1944 realizaron el desembarco más grande de la historia (Normandía, Día D) y concretaron la liberación de Francia. En 1945 invadieron Alemania. Algunos jerarcas nazis se suicidaron, otros se entregaron y la mayoría fueron capturados. Con la rendición alemana, firmada por Karl Dönitz (a quien Hitler había designado su sucesor antes de cometer suicidio), los esfuerzos de los Aliados (especialmente Estados Unidos y Australia) fueron encaminados a acabar con el Imperio Japonés.

En esa matanza se perdieron 60 millones de vidas humanas. Como consecuencia de las enormes pérdidas humanas y económicas, se alteró el equilibrio político. Gran Bretaña, Francia, Japón y Alemania dejaron de ser grandes potencias desde el punto de vista militar, posición que fue ocupada por los Estados Unidos y la Unión Soviética. El casi completo aniquilamiento de la población masculina en muchos países de Europa provocó el acceso de grandes cantidades de mujeres al mercado laboral. La sensación de desolación y crisis de identidad que dejó la Segunda Guerra Mundial, especialmente en los europeos, se puede rastrear en las obras de muchos autores existencialistas y de la posmodernidad.

La consternación mundial fue tanta que desde ese entonces se evita un escalamiento (una mundialización) de los conflictos bélicos locales, y los gobiernos, aunque muchas veces de manera ambivalente, buscan primero las vías diplomáticas (como el arbitraje internacional o las conferencias de paz) para la resolución de sus disputas. 

El mundo de la posguerra fue organizado por Winston Churchill (Inglaterra), Franklin Delano Roosevelt (Estados Unidos) y José Stalin (Unión Soviética) en las reuniones de Casablanca y Yalta, y confirmado en la conferencia de Postdam por José Stalin, Clement Atlee y Harry Truman (Roosevelt, cinco veces elegido presidente, había fallecido, y Churchill había perdido las elecciones de 1945). Dicho nuevo orden mundial mostró dos claras superpotencias: Estados Unidos (con un régimen democrático y liberal, organizado como República bipartidista) y la Unión Soviética (con un régimen comunista, manejado con puño de hierro por Stalin).

5.7. La Guerra Fría

La desconfianza mutua entre rusos y estadounidenses aumentó cuando ambas partes rompieron los acuerdos firmados durante la Guerra Mundial (Stalin no cumplió el compromiso de realizar elecciones libres en Europa Oriental, y Truman se negó a enviar indemnizaciones desde Alemania para ayudar a la reconstrucción de la Unión Soviética). Stalin dio un discurso en 1946 declarando la guerra ideológica a Occidente. En 1947 el presidente Truman propuso enviar ayuda estadounidense a las fuerzas anticomunistas de Grecia y Turquía, y creó un consenso público por el cual los estadounidenses estarían dispuestos a combatir en un supuesto conflicto contra los rusos. Cuando Stalin respondió aumentando su control sobre Europa Oriental (lo que incluyó el asesinato de letones, lituanos, polacos, ucranianos y checos que habían sido héroes de la resistencia contra el nazismo) y amenazando la posición de Occidente en Alemania, Truman ayudó a crear una alianza militar, la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN) y a establecer una Alemania Occidental independiente (que tuvo, obviamente, una respuesta: el Pacto de Varsovia, por el cual todos los países del bloque comunista se comprometían a ayudarse militarmente).

La Guerra fría aumentó en los años 1949 y 1950, cuando los soviéticos llevaron a cabo su primera explosión de una bomba atómica y los comunistas de China conquistaron todo el país. Éstos firmaron una alianza con Stalin. Estados Unidos se negó a reconocer al régimen de Mao Zedong. En Japón, entonces bajo control estadounidense, se aceleró el desarrollo económico para hacerle contrapeso.

Con el paso de apenas dos décadas, el mundo terminaría alineándose con esas superpotencias, según su orientación política y sus simpatías: Australia, Japón, Israel y Europa Occidental se aliarían con “el coloso del Norte”; Cuba y otras dictaduras comunistas, además de países brutalmente invadidos por tanques rusos como Hungría y Checoslovaquia, harían parte de la órbita soviética. El resto de países (en especial los latinoamericanos, y países emergentes como la India) buscarían llamarse a sí mismos “No Alineados”, pero esto no demostraría sino ser otra falacia retórica. De hecho, Centro y Suramérica (en especial naciones como México, República Dominicana, Puerto Rico, Colombia y Perú) fueron siempre un enclave estratégico para los intereses geopolíticos de los Estados Unidos de América.

Churchill profetizó el incumplimiento de los acuerdos por la dictadura comunista, la polarización Este-Oeste y la creación del telón de acero. Cuando volvió al poder en 1951, desenmascaró la política expansionista de Stalin y sus secuaces, que aduciendo “internacionalismo del movimiento obrero” estaban violando sistemáticamente fronteras nacionales en Asia y Europa.

Aconsejado por el diplomático George Kennan, Truman desplegó la doctrina de contención, que partía de la base de que la Unión Soviética y su gobierno comunista intentaban expandirse a países que eran capitalistas (como efectivamente sucedió con los países de Europa del Este entre 1945 y 1956, y con China en 1949), y proponía que para evitarlo lo único que se podía hacer era contener el comunismo dentro de las fronteras de los países que eran comunistas en ese momento. También con el fin de evitar el desempleo y la pobreza (caldo de cultivo para el surgimiento de movimientos socialistas y comunistas), Truman apoyó el Plan Marshall (European Recovery Plan, ERP) ideado por George Marshall, George Kennan y William Clayton, consistente en una significativa ayuda económica en pro de la reconstrucción europea, especialmente de Alemania, buscando paliar las condiciones sociales adversas que permitieron el ascenso de Hitler en el periodo de entreguerras).

Hubo otras estrategias anticomunistas menos inteligentes. El macartismo (periodo comprendido entre 1947 y 1954), que debió su nombre al furibundo senador republicano Joseph McCarthy, fue una paranoia anticomunista que se diseminó por buena parte de los Estados Unidos, provocando la persecución (y, muchas veces, la ruina) de individuos y organizaciones acusados (la mayoría de las veces injustamente) de simpatizar con el comunismo. Y la doctrina Eisenhower o doctrina de represalias masivas, elaborada por el general Dwight Eisenhower (artífice de los desembarcos en el norte de Africa y en Normandía durante la Segunda Guerra Mundial, y presidente de los Estados Unidos de 1953 a 1961) y su asesor John Dulles, que postulaba el uso disuasivo de las armas nucleares y la intervención en cualquier parte del mundo donde se notase influencia soviética. También a Eisenhower le corresponde el dudoso honor de ser el primero en enunciar la teoría de dominó (si un país en una determinada región se hacía comunista, los demás que conformaban la región también acabarían cayendo bajo el influjo comunista: no se perdería sólo un país, sino toda una región…por lo cual era necesario intervenir militarmente dondequiera que hubiera movimientos comunistas o simpatías pro-soviéticas).

Guerra Fría (1946-1991) fue el nombre dado a esas tensas relaciones entre el bloque de Estados Unidos y el de la Unión Soviética, en las que las hostilidades veladas, el espionaje y el contraespionaje estuvieron a la orden del día. Se le llamó así (los primeros fueron el escritor George Orwell, el periodista Walter Lippman y el politólogo Bernard Baruch) porque los Estados Unidos y la Unión Soviética nunca se enfrentaron directamente desde el punto de vista militar (afortunadamente, pues por su arsenal nuclear tenían la capacidad de provocar la aniquilación de la humanidad, evento frente al que alertaron pensadores como Karl Jaspers, Bertrand Russell y Jean Paul Sartre).

El enfrentamiento se hizo indirectamente, a través de países y movimientos revolucionarios, contrarrevolucionarios y guerrillas bajo la influencia de un bloque o el otro. Los conflictos más destacados de la Guerra Fría fueron: a) el Bloqueo de Berlín (1948-49), la guerra de Corea (1950-1953), la crisis del Canal de Suez (1956), la construcción del Muro de Berlín (1961), la crisis de los misiles en Cuba (1962), la guerra de Vietnam (1959-1975), la guerra del Yom Kippur (1973) y la Invasión de Afganistán (1979-1989).

La Guerra Fría se acabó por la derrota económica y política y el posterior desmantelamiento de la Unión Soviética en 1991. El monstruo soviético demostró ser un tigre de papel, y el buen tino de su líder, Mijaíl Gorbachov, consistió en adelantarse a un derrumbe dramático seguro. Gorbachov introdujo los conceptos de reforma (perestroika) y apertura (glasnost) y se esforzó decididamente en hacer posible una distensión genuina entre Occidente y Oriente. Sus acercamientos con el gobierno de Ronald Reagan (que, en línea con la paranoia anticomunista típica del partido Republicano, había destinado buena parte del presupuesto estadounidense a establecer satélites y sistemas de defensa espaciales, en lo que se denominó proyecto Guerra de las Galaxias) y la forma en que permitió la reunificación alemana (1990) y la liberación de Checoslovaquia y Polonia del yugo soviético, le hicieron merecedor del premio Nobel de Paz en 1990.

5.7. Procesos de Descolonización (1945-actualidad)

Mohandas Karamchand Gandhi, más conocido como Mahatma (alma grande) Gandhi, hizo un hito en la historia al encabezar una revolución pacífica y lograr la independencia de la India (subyugada por Inglaterra) sin un disparo. Su apuesta por la “no-violencia” y su estrategia (desobediencia civil y resistencia pacífica) dejaron una huella imborrable. Fue una tragedia su asesinato a manos de un fanático en 1948.

Después de la Segunda Guerra Mundial, las potencias coloniales quedaron tan debilitadas que la independencia progresiva de los países africanos y asiáticos fue inevitable. Tal como lo había soñado el escritor y aventurero Thomas Edward Lawrence (que no alcanzó a vivir para presenciarlo), muchas de las naciones árabes que tras la Primera Guerra se habían librado del Imperio Turco sólo para caer en las garras de Inglaterra y Francia, pudieron al fin tener la oportunidad de ser completamente autónomas.

En 1953 Egipto obtuvo su independencia y se organizó como República, gracias a los buenos oficios de Muhamad Naguib y Gamal Abdel Nasser. En 1956 lo hizo Sudán. De ahí en adelante, y con cierta tendencia (las naciones de mayoría musulmana y del Norte del Africa a la vanguardia), todo el continente lo logró. En unos pocos países se dieron movimientos nacionales populares que llegaron al poder de manera limpia y no fueron derrocados por golpes de Estado militares; por desgracia, la mayoría de veces esto sí ocurrió. Hasta hoy se libran cruentas guerras civiles y se dan casos de violación a los derechos humanos en algunas naciones africanas; la mayoría de las veces las causas son la intolerancia religiosa y el tribalismo. 

En el Lejano Oriente se dio un proceso similar. En la década de 1950 casi todas las colonias británicas adquirieron su independencia; las francesas, en la década de 1960. Muchos de los países antaño colonizados son ahora potencias económicas (Taiwán, Corea del Sur, Malasia, la propia China), a excepción de los que vivieron bajo dictaduras comunistas (como Camboya durante el genocida régimen de los Jemeres Rojos) o están aún sometidas a ellas (como Corea del Norte).

Hacia 1980 la mayor parte de las colonias habían ganado su independencia. Sin embargo, aún hay mucho por hacer. Hong Kong le fue devuelta a China por los ingleses sólo hasta el 1 de enero de 2000. Muchas islas del Caribe y del Pacífico hacen parte de Holanda, Inglaterra y Estados Unidos. Se mantienen sin resolver los asuntos de las islas Malvinas y Gibraltar. Gran cantidad de estados que estaban bajo el dominio europeo, quedaron en relación de dependencia económica con sus antiguos opresores.

El Cercano Oriente se convirtió en una de las zonas de mayor valor estratégico mundial (por su abundancia de petróleo), y también en un foco de conflictos, en especial a partir de la creación del Estado de Israel en 1948. Los palestinos, con apoyo del mundo árabe en general, nunca se convencieron completamente de la necesidad que tenía la nación hebrea de un lugar concreto para vivir (pues en Europa vivió muchas veces persecución, dado que el antisemitismo no fue un fenómeno exclusivo de la Alemania nazi), y ambos pueblos continúan enzarzados en un triste conflicto. 

En cuanto a la segregación racial, basada en las falacias de la superioridad de la raza blanca y de la cultura europea, vale la pena recordar la lucha, en Sudáfrica, de Nelson Mandela (presidente de dicho país entre 1994 y 1998, Nobel de Paz en 1993) y Desmond Tutu (Nobel de Paz en 1984) contra el apartheid, que terminó definitivamente en 1994.

5.8. Caída de la Unión Soviética y Globalización (1989 – actualidad)

Gracias a la crítica de muchos intelectuales (muchos de ellos hechos prisioneros, asesinados o exiliados simplemente por no plegarse ante el régimen), la desaceleración económica, la progresiva toma de conciencia con respecto a la imposibilidad de seguir compitiendo con los Estados Unidos y la censura de buena parte de la opinión pública mundial, la Unión Soviética y el mito de las bondades del socialismo habían empezado a derrumbarse a mediados de la década de 1980.

Las medidas de Gorbachov no paliaron la situación sino que aceleraron el desenlace. Se produjeron entonces las Revoluciones de 1989 (llamadas “el Otoño de las Naciones” por producirse en el otoño de 1989), en las que las naciones de Europa central y oriental (a las que el yugo soviético les había impuesto un estilo socialista de gobierno) se liberaron.

El deseo ciudadano de libertad y democracia pudo más que la tiranía de los partidos comunistas de estos países. Bastante impopular por su corrupción, el gobierno de la República Democrática Alemana cayó en 1989 y los propios ciudadanos alemanes empezaron a tumbar de a pedacitos el Muro de Berlín (acto cargado de un tremendo simbolismo, pues dicho muro fue el ícono de la Guerra Fría). La reunificación alemana se completó en 1990. Entre 1989 y 1990 los polacos Tadeusz Mazowiecki y Lech Walesa (con el apoyo del Papa de entonces, Juan Pablo II), líderes de Solidaridad, fueron los primeros presidentes de una Polonia libre. También Jozsef Antall en Hungría y el escritor Vaclav Havel en Checoslovaquia. En Bulgaria accedió al poder el reformista Petar Mladenov. En Rumania, un pueblo cansado de atropellos tumbó y ajustició a los tiranos (los esposos Ceaucescu).

En 1991 el propio Gorbachov firmó la fragmentación de la Unión Soviética en 15 repúblicas independientes, y se quedó sin cargo. Boris Yeltsin asumió la presidencia de Rusia. El fin de la Guerra Fría fue una certeza cuando las recién liberadas naciones de Europa Oriental eligieron gobiernos democráticos, entró en vigor (gracias a Helmut Köhl) la reunificación de Alemania, se detuvo la carrera armamentista entre Rusia y Estados Unidos y cesó la competencia ideológica entre Este y Oeste, durante la primera mitad de la década de 1990.

Durante este periodo destacaron las obras de los filósofos estructuralistas y deconstruccionistas, y en general los partidarios de las sociedades abiertas (antitotalitarias) como Karl Popper, Milton Friedman, Friedrich Hayek y Mario Vargas Llosa. El neoliberalismo estuvo en boga y muchos países del Tercer Mundo le apostaron a la apertura económica y la globalización (definida por Marshall McLuhan, Rüdiger Safranski y Francis Fukuyama como un verdadero cambio de paradigma mundial).

El comienzo del siglo XXI vivió una acelerada transformación en todos los ámbitos, y se caracterizó por: a) mundialización de las relaciones entre los pueblos, b) gran progreso científico y técnico, c) revolución de las comunicaciones, d) crisis planetaria en términos ecológicos, e) democratización del acceso a la información (a través de Internet), f) homogenización de la cultura y g) universalización de las democracias liberales occidentales (acelerada por el intervencionismo estadounidense, como en Irak y Afganistán).



En este mundo global, la soberanía de los Estados se debilitó francamente, para darle paso al individuo libre y cosmopolita que no se deja limitar por fronteras nacionales. Europa aprendió la lección y le apostó a la cooperación y la integración socio-económica y política (el Euro se convirtió en la moneda única de la Unión Europea). Estados Unidos se vio algo debilitado en lo económico frente a países como China o Japón, pero conservó la supremacía militar. En América Latina, algunos países le apostaron a la industrialización y el comercio exterior (Chile, México, Panamá, Colombia, Perú) y otros (Venezuela, Bolivia, Argentina), todavía influenciados por el régimen de los hermanos Castro (en el poder desde 1959) y la ideología marxista, siguieron un camino mixto entre la demagogia y la socialdemocracia, que no les ha reportado mayores beneficios. 

David Alberto Campos Vargas (Colombia, 1982)


REFERENCIAS

Campos, D.A. Breve Historia de la Filosofía, Bogotá, 2012
Pijoan, J. Historia Universal, Barcelona, 1958
Zeitler, T.E. Síntesis de Historia Universal, Buenos Aires, 2012
Alonso, M. Historia: el mundo contemporáneo, Buenos Aires, 2005