martes, 22 de octubre de 2013
LXV
Terminó el Congreso Nacional de Psiquiatría con otro buen recuerdo: el simposio que organicé con los doctores Javier Aulí, Ricardo De la Espriella y Gabriel Fernando Oviedo, llamado Arte y Psiquiatría, fue un éxito. El auditorio se llenó completamente, y eso que a esa hora (dos de la tarde), y en Cartagena de Indias, no suele ir más que un puñado de colegas.
Posesionado como Jefe Nacional de Residentes de Psiquiatría y como Vocal en la nueva Junta Directiva de la ACP, me dispuse a trabajar de inmediato. Convoqué a una reunión a todos los residentes, de la que resultó el plan de gestión 2009-2010, y en la que se estructuró el comité organizador del IV Congreso Nacional de Residentes de Psiquiatría.
Ya en la primera reunión de Junta, puede ver cómo el gremio estaba dividido en bandos, y no había ni esperanzas de una acción conjunta que definieran mejores condiciones laborales para los colegas. El narcisismo de algunos miembros de Junta me hizo presentir lo que terminé por constatar al cabo de cinco años: que dicha Asociación no iba para ningún lado, porque cada quien buscaba usarla a su manera.
De otro lado, volví a ganar el premio de Cuento, Poesía y Ensayo de la Facultad de Medicina de la Universidad Javeriana. Yo creía que no iba a volver a participar en dicho concurso después de graduarme de médico en 2004 (había recibido mención de honor en 1999, y lo había ganado durante cinco años consecutivos: 2000, 2001, 2002, 2003 y 2004), pero la organizadora del evento me instó a hacerlo. Tuve una especie de deja vu y me sentí emocionado. “¿Por qué no volver a intentarlo?” pensé. Y, gracias a Dios, gané.
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