martes, 22 de octubre de 2013

LI

Ya para ese entonces era médico rural en García, una vereda del municipio de Tello. El hospital se llamaba Miguel Barreto y quedaba en el caso urbano de Tello. Yo trabajaba ahí un fin de semana de cada mes, y el resto del tiempo en el centro de salud de García. De la sede de Tello me encantaba lo cerca que estaba de la biblioteca, a donde fui en varias ocasiones a deleitarme con Ibsen, García-Lorca, Pamuk, Pound, y dos titanes del boom latinoamericano del siglo XX con los que me reencontré gustoso: Vargas Llosa y Fuentes. Además, tuve la grata experiencia de acceder a un Rafael Pombo poco conocido: no el fabulista, sino el poeta romántico. Otra cosa buena era la excelente comida típica que se conseguía en la plaza, y a muy buen precio. Me encantaba tomar sevillana y avena helada, comer buñuelos y tamaleS, además de las ricas empanadas y de un plato muy de las zonas ribereñas y cálidas del río Magdalena, como Flandes, Neiva o Girardot, pero que también en Tello preparaban muy bien: el viudo de capaz. Además de los jugos de borojó, lulo y de cholupa. Eso sí, para corregir el sobrepeso y el exceso de colesterol daba largas caminatas, trotaba y hacía gimnasia.

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