jueves, 29 de abril de 2010

Germánico, el popular hermano de Claudio

El nombre original de Germánico era Nerón Claudio Druso. Nació en Roma, el 24 de mayo de 15 a.C. Murió en Antioquía, 10 de octubre de 19 d.C. Desde el 27 de junio de 4 d.C. adoptó el nombre de Julio César Claudiano, y finalmente, dado que gobernó y pacificó la provincia de Germania, obtuvo el sobrenombre de Germánico (con el que fue universalmente conocido, por sus victorias sobre los bárbaros).

Fue sobrino del emperador Tiberio, padre de Calígula y hermano de Claudio, que se sucederían en el trono entre los años 14 y 54 de nuestra era.

Hijo de Druso el Mayor y Antonia Minor, que fue hija de Marco Antonio y Octavia la Menor, Germánico fue adoptado a la muerte de su padre por su tío Tiberio por indicación de Augusto, poniéndolo de este modo en la línea de la sucesión imperial (4d.C.). Al año siguiente contrajo matrimonio con Agripina la mayor, quien le siguió en todos sus destinos y le dio nueve hijos

La adopción imperial supuso especiales dispensas para desarrollar su carrera militar sin atender a los requisitos de edad: Germánico estuvo junto a su padre adoptivo a los 22 años de edad en la expedición dirigida a Panonia (7-9 d. C.) para sofocar la revuelta producida en la provincia, y en la de Germania (11 d. C.).

En el 12 alcanzó el consulado, después de cinco cuesturas sucesivas, y al año siguiente recibió de manos de Augusto la dirección de la provincia de Germania, tras el desastre de la batalla del bosque de Teutoburgo, y el mando de las legiones de esta provincia, cuya revuelta sofocó. De su popularidad baste decir que, a la muerte de Augusto, sus soldados le pidieron que suplantase a Tiberio como heredero imperial.

Dispuesto a imitar a su padre, a finales del año 14 envió las legiones amotinadas contra los marsos y luego contra los catas y queruscos, alcanzando el famoso Saltus Teutoburgiensis, donde recordó la memoria del malhadado Varo. Para el año 16 disponía de una gran flotilla que le iba a permitir entrar en el Rin desde el mar, desembarcar cerca del río Ems, avanzar hacia el interior y obtener un sonado éxito con la victoria sobre las tribus germanas cerca del río Weser. La provincia de Germania quedó sujeta al dominio romano y la derrota de Varo vengada.

En esta batalla, Germánico aportó novedades al ejército al disponer los auxiliares como hostigadores en primera línea. Les proporcionó también un entrenamiento diferente para que pudieran lucharan cuerpo a cuerpo. Germánico se situó en el centro, respaldado por cuatro legiones y la Guardia Pretoriana. En la tercera línea se colocaron mercenarios galos, cretenses e hispanos. Los germanos intentaron flanquearle por el bosque, pero Germánico lo sabía y apostó allí a toda su caballería.

En ese momento, cuando Germánico juzgaba necesaria una campaña más para conquistar completamente Germania, Tiberio decidió que lo logrado era bastante y lo reclamó en Roma para celebrar un triunfo (26 de mayo del 17) y enviarle al Oriente cum imperium.

Germánico comenzó su segundo consulado en Nicópolis, coronó a Zenón como rey de Armenia y arregló la situación de Capadocia y Comagene. En el 19, un viaje por el Nilo ad cognoscendam antiquitates ofendió gravemente a Tiberio, que no le había dado permiso para visitar Egipto (propiedad privada del emperador).

Se le encomienda entonces una misión diplomática en Siria. Una vez en Siria, Germánico se encontró con el gobernador sirio Cneo Calpurnio Pisón, que Tiberio había nombrado con la intención de controlar a su hijo adoptivo; el disgusto entre ambos aumentó progresivamente hasta que Germánico ordenó a Pisón que abandonase la provincia. Entonces cayó misteriosamente enfermo, muriendo el 10 de octubre del 19, convencido de que había sido envenenado por Pisón.

No está muy claro si en la muerte de Germánico estuvieron involucrados Pisón y su esposa Plancina. Había motivos: la envidia que Germánico suscitaba en el depuesto gobernador, y las desavenencias entre las esposas de ambos. Agripina, mujer de Germánico, llegó a acusar al propio emperador Tiberio (resentido y también celoso de la popularidad de su sobrino). Por último, algunos han señalado la participación de su propio hijo Calígula en su envenenamiento.

Su muerte, comparada por muchos coetáneos con la de Alejandro Magno, dio lugar a universales manifestaciones de luto. Su tío Tiberio le dispensó grandes honores, que conocemos por Tácito y una inscripción en la Tabula Hebana. En la Bética se conservan dedicatorias a Germánico como la Tabula Siarensis. En la Tarraconensis encontramos la Tabula Ilicitana del 23 d. C.

Obra literaria del emperador Claudio

Claudio escribió abundantemente a lo largo de su vida. Arnaldo Momigliano afirma que durante el reinado de Tiberio — momento en que la carrera literaria de Claudio llegó a su punto culminante— se volvió políticamente incorrecto hablar de la Roma Republicana. La tendencia entre los historiadores jóvenes fue o escribir acerca del nuevo imperio o sobre obscuras materias arcaicas. Claudio fue uno de los raros eruditos que abarcó ambas.

Aparte de la historia del reinado de Augusto, que le causó muchos problemas, sus principales obras fueron una historia de los etruscos y ocho volúmenes sobre la historia de Cartago, además de un diccionario etrusco y un libro sobre el juego de dados. A pesar de evitar tratar la época imperial, escribió una defensa de Cicerón contra los cargos de Asinio Galo. Los historiadores modernos se han basado en este dato para determinar la naturaleza de su política y para tratar de esclarecer los capítulos eliminados de su historia de la guerra civil.

Propuso una reforma del alfabeto latino con el añadido de tres nuevas letras (las letras claudias), dos de las cuales cumplían las funciones de las modernas W y Y (esta última con el valor de una ü alemana). Estableció oficialmente el cambio durante su censura, pero estas nuevas letras no sobrevivieron a su gobierno. Claudio también intentó revivir la antigua costumbre de poner puntos entre cada palabra (el latín clásico se escribía sin espacios).

Escribió también una autobiografía en ocho volúmenes que Suetonio califica como falta de buen gusto. Considerando que Claudio, al igual que la mayoría de los miembros de su dinastía, se dedicó a criticar duramente a sus predecesores y parientes en los discursos que han sobrevivido, no es difícil imaginar la naturaleza de la acusación de Suetonio.

Desafortunadamente, no ha sobrevivido ninguna de sus obras. Sólo se han preservado como fuentes de las historias de la dinastía Julio-Claudia que han llegado hasta nosotros. Suetonio cita la autobiografía de Claudio en una oportunidad y debe haberla usado como fuente muchas veces. Tácito usa los propios argumentos de Claudio para las innovaciones ortográficas mencionadas arriba y puede haberlo usado para alguno de los más antiguos pasajes de sus anales. Claudio es la fuente de numerosos pasajes de la Historia Natural de Plinio el Viejo.

Es obvia la influencia del estudio histórico en Claudio. En su discurso sobre los senadores galos, usa una versión sobre la fundación de Roma que es idéntica a la de Tito Livio, su tutor durante la adolescencia. El detallismo de su discurso linda en lo pedante, un rasgo común a todas sus obras existentes, en las que se desvía hacia largas digresiones sobre materias relacionadas. Esto indica un profundo conocimiento de una variedad de temas históricos que no podía evitar incluir en sus relatos. Muchas de las obras públicas realizadas durante su gobierno se basaron en planes sugeridos por Julio César. Levick cree que su emulación de César puede haberse extendido a todos los aspectos de sus políticas. Su censura parece haberse basado en la de algunos de sus antepasados, particularmente en Apio Claudio Ceco, hasta el punto de que Claudio utilizó el cargo para imponer muchas políticas basadas en las de los tiempos republicanos. Éste es el período en el que tuvieron lugar muchas de sus reformas religiosas y en el que se incrementó notablemente la actividad constructiva de su mandato. De hecho, su aceptación del cargo de censor puede haber sido motivada por el deseo de ver frutos en sus labores académicas. Verbigracia, él creía, al igual que la mayoría de los romanos, que su antepasado Apio Claudio Ceco había usado la censura para introducir la letra R y por el mismo motivo aprovechó el cargo para introducir sus nuevas letras

La reforma religiosa de Claudio

Claudio, autor de un tratado sobre las reformas religiosas de Augusto, se sintió en posición para instituir algunas propias. Tenía firmes opiniones sobre las formas adecuadas que debía adoptar la religión del Estado. Por ello, rechazó la petición de los griegos alejandrinos de dedicarle un templo como divinidad, argumentando que sólo los dioses podían escoger a los nuevos dioses. Restauró a los festivales sus días perdidos y se deshizo de muchas de las extrañas celebraciones introducidas por Calígula. Reinstauró antiguas observancias y el lenguaje arcaico. Se preocupó por la difusión de los credos orientales dentro de la ciudad y buscó sustitutos más romanos. Enfatizó la práctica de los misterios eleusinos, que habían tenido tantos adeptos durante la República. Rehabilitó a los antiguos adivinos etruscos (conocidos como los arúspices), que reemplazaron a los astrólogos extranjeros a los que expulsó. Fue especialmente duro con el druidismo y sus actividades proselitistas, a causa de su incompatibilidad con la religión romana oficial . Promulgó un decreto por el que ordenó salir de Roma a todos los judíos, que estuvo vigente durante unos años. Se opuso al proselitismo de cualquier religión, incluso en aquellas regiones donde se permitía a los nativos practicarlas libremente. Los resultados de todos estos esfuerzos fueron reconocidos incluso por Séneca, quien hace que un antiguo dios latino defienda a Claudio en su sátira.

Claudio, el nada tonto emperador romano

Claudio demostró ser un administrador capaz y un gran promotor de obras públicas. Durante los trece años de su gobierno, el Imperio romano asistió a la construcción de numerosas obras públicas, tanto en la capital como en las provincias. Construyó dos acueductos: el Aqua Claudia, que había comenzado Calígula, y el Anio Novus. Éstos llegaron a la ciudad en el año 52 y se unieron con la famosa Porta Maggiore. También restauró un tercero, el Aqua Virgo.

Claudio se preocupó especialmente del transporte. Construyó canales y carreteras por toda Italia y por las provincias. De todos los canales que construyó es necesario destacar el que construyó desde el río Rin hasta el mar, y en cuanto a las carreteras o vías, fue muy importante la carretera entre Italia y Germania, ambas comenzadas por su padre, Druso. Más cercanas a Roma están las construcciones del canal navegable en el Tíber que llevaba a Portus, su nuevo puerto justo al norte de Ostia. Este nuevo puerto se construyó en un semicírculo con dos malecones y un faro en su boca. La nueva construcción también permitió reducir los casos de inundaciones en Roma.

El puerto de Ostia fue parte de la solución de Claudio para la constante escasez en el suministro de grano a Roma que se había producido durante el invierno, después de la temporada de navegación en Roma. Otra parte fue asegurar las embarcaciones mercantes de grano que estuviesen dispuestas a arriesgarse a viajar a Egipto fuera de temporada. Otorgó a estos navegantes privilegios especiales, incluyendo la ciudadanía y la exención de la Lex Papia Poppaea, una ley que regulaba los matrimonios. Por último, eliminó los impuestos que Calígula había establecido sobre la comida, y redujo aún más los impuestos en aquellas comunidades que sufrían hambrunas.

La última parte del plan de Claudio fue incrementar la cantidad de tierra disponible para la agricultura en Italia. Para ello mandó secar el lago Fucino, con el objeto de transformar el terreno en tierra cultivable, y para que el río cercano al lago fuese navegable todo el año. Se excavó un túnel en el lecho del lago, pero el plan fracasó. El túnel no era lo suficientemente grande para transportar el agua, lo cual provocó que colapsara cuando fue abierto. La inundación resultante barrió una exhibición de gladiadores que estaba teniendo lugar para conmemorar la inauguración, y obligó a Claudio a correr para salvar su vida junto con los demás espectadores.
En cualquier caso, la idea no era mala, y muchos otros emperadores y gobernantes la consideraron, incluyendo a Adriano y Trajano o, ya en la Edad Media al Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico Federico II Hohenstaufen. Finalmente el proyecto fue llevado a buen término en el siglo XIX por el príncipe de Torlonia, con lo que se consiguieron más de 160.000 acres de tierra cultivable. Para ello, el príncipe expandió el túnel de Claudio hasta tres veces su tamaño original.

Claudio juzgó personalmente muchos de los pleitos suscitados durante su reinado, y puso una particular atención en la forma de funcionamiento del sistema judicial. Extendió la duración de la sesión de verano y de la de invierno, acortando los descansos tradicionales. También promulgó una ley que exigía a los demandantes permanecer en la ciudad mientras sus casos se estuvieran juzgando, dado que a los defensores se les había requerido anteriormente para que lo hicieran. Esas medidas tuvieron el efecto de agilizar los casos pendientes. Por otra parte, la edad mínima para ser jurado se incrementó a 25 años para asegurar un jurado con mayor experiencia.

Claudio también dedicó gran parte de su interés a las provincias, ya que no ignoraba que los recursos humanos procedentes de las provincias eran vitales; trató de convencer a numerosos hombres ricos de las provincias para que adoptaran la ciudadanía romana y se establecieran en la capital para hacer fortuna. Incluso favoreció el nombramiento de estos «nuevos romanos» como senadores, lo que condujo a una cierta xenofobia. En este clima de admisión de nuevos senadores, Claudio solicitó por medio de un discurso en el Senado la entrada de la aristocracia gala, como indica la Tabula Lugdunensis.

Mostró un interés personal por las leyes, ya establecidas presidiendo juicios públicos y decretando más de 20 edictos por día. Derogó todas las leyes absurdas impuestas por Calígula y perdonó a todos aquellos que estuvieron implicados en la conjura. Los numerosos edictos dictados en el reinado de Claudio cubrieron un gran número de cuestiones, desde los consejos médicos hasta dictados morales. Existen dos famosos ejemplos de decretos médicos, uno de los cuales aconsejaba el consumo del tejo europeo para las mordeduras de serpiente, y otro que fomentaba las flatulencias en público para mejorar la salud. Uno de sus edictos más famosos hace referencia al estatus de los esclavos enfermos: Los dueños abandonaban a sus esclavos en el templo de Asclepio para morir, y luego los reclamaban si habían sobrevivido. Claudio dictaminó que los esclavos que se recuperasen de ese tratamiento por parte de sus dueños serían libres. Es más, los dueños que eligiesen matar al esclavo en lugar de tomar el riesgo de abandonarlo de ese modo serían acusados de asesinato.

Eximió a Troya del pago de impuestos. Anteriormente en su reinado, los griegos y los judíos de Alejandría enviaron dos embajadas tras unas revueltas entre las dos comunidades. Este conflicto desembocó en la famosa "Carta a los Alejandrinos", que reafirmaba los derechos judíos en la ciudad pero que también les prohibía trasladar más familias de forma masiva. Según relata Flavio Josefo, luego reafirmó los derechos y libertades de todos los judíos del imperio.

Muchos de los antiguos romanos establecidos en la ciudad de Trento no eran de hecho ciudadanos romanos. El emperador Claudio promulgó un decreto mediante el cual deberían ser considerados ciudadanos romanos desde ese momento, dado que quitarles su estatus provocaría problemas mayores. Sin embargo, en casos individuales Claudio castigó la asunción ilegal de la ciudadanía, convirtiéndola en una ofensa que se castigaba con la pena capital. De forma similar, los libertos que se descubriese que se hacían pasar por ciudadanos del orden ecuestre volvían a ser vendidos como esclavos.

Debido a las circunstancias de su ascenso al trono, Claudio se tomó muchas molestias en agradar al Senado. Durante las sesiones ordinarias el emperador decidió sentarse entre el resto de miembros del Senado, respetando en sus intervenciones el sistema de turnos. Cuando promulgaba una ley se sentaba entre los dos cónsules en su calidad de tribuno (el emperador no podía oficialmente ostentar el cargo de tribuno de la plebe porque era patricio, pero la magistratura había sido adoptada por los anteriores gobernantes). Rechazó aceptar todos los títulos de sus predecesores (incluyendo el de Imperator) al comienzo de su reinado, prefiriendo ganárselos en su momento. Permitió al Senado acuñar sus propias monedas de bronce por primera vez desde tiempos de Augusto e incluso devolvió al control del Senado algunas de las provincias imperiales como Macedonia o Achea.

Claudio comenzó una reforma del Senado para que fuese un cuerpo más eficiente y representativo. Llegó incluso a discutir con los senadores por su reticencia a debatir sus propuestas, tal y como aparece en algunos fragmentos de los discursos que nos han llegado: "Si aceptáis estas propuestas, Padres Conscriptos, decidlo sin más y simplemente, de acuerdo con vuestras convicciones. Si no las aceptáis, buscad alternativas, pero hacedlo aquí y ahora; o si deseáis tomaros el tiempo de considerarlo, hacedlo, pero acordaros de que debéis estar preparados para pronunciaros en el momento en que seáis convocados a una reunión. No beneficia en absoluto a la dignidad del Senado que el cónsul designado deba repetir las frases de los cónsules, palabra por palabra, como su opinión, y que todos los demás deban meramente decir 'Lo apruebo', y que entonces, antes de marchar, la asamblea anuncie 'Hemos debatido'".

Fue llamado por los ciudadanos "Pater Patriae" (Padre de la Patria), "Cives Servatos" (salvador de los ciudadanos). En el año 47 asumió el cargo de censor junto con Lucio Vitelio. Señaló los nombres de muchos senadores y caballeros que ya no cumplían con los requisitos para el cargo, aunque tuvo la consideración de permitirles dimitir del puesto antes de tomar él las medidas oportunas. Al mismo tiempo buscó hombres elegibles de entre las provincias. La Tabla de Lyon recoge un discurso en el cual Claudio trata la entrada de senadores gálicos en el órgano, y en el cual se dirige al Senado de forma reverente aunque a la vez lo critica por el desdén que dirige a estos hombres. También incrementó el número de patricios añadiendo nuevas familias al grupo de líneas aristocráticas, siguiendo con el precedente creado por Lucio Junio Bruto y Julio César.

Ade las propias tropas de Escriboniano y por el suicidio de muchos conspiradores. Muchos otros senadores intentaron distintas conspiraciones que terminaron con su condena.

Si bien Claudio no fue el primer emperador en utilizar libertos para ayudarle en la gestión del imperio, se vio de alguna forma obligado a incrementar su papel y su poder dentro de los cargos burocráticos del estado. Por una parte, Claudio tenía mucho respeto por la dignidad senatorial y no quería que sus iguales estuviesen obligados a obedecer sus órdenes como el resto de funcionarios. Por otra, es también cierto que desconfiaba del Senado por la hostilidad que le profesaba. Dicha desconfianza motivó, a su vez, la centralización del poder en el princeps, lo que aumentó en definitiva la carga de trabajo y la necesidad del empleo de más libertos.

Claudio consolidó su posición como emperador y figura central del gobierno con la elección de un grupo de libertos para ejercer el cargo de secretario de estado, responsabilizando a cada uno de ellos de un determinado ámbito. Algunos de los libertos fueron asignados a tareas de cargo público, como Narciso, secretario personal, o Polibio, bibliotecario.

El secretariado se dividió en distintos departamentos o carteras, cada una de las cuales se ponía al cargo de alguno de sus libertos. Narciso era su secretario personal, o secretario de correspondencia; Palas se convirtió en el secretario a cargo de la tesorería; Calisto fue nombrado secretario de justicia y se creó un cuarto departamento para asuntos varios que quedó bajo el control de Polibio hasta su ejecución por traición. Los libertos también podían hablar oficialmente en nombre del emperador como aquella vez, por ejemplo, que Narciso se dirigió a las tropas en nombre de Claudio antes de la conquista de Britania.

Al tratarse de cargos importantes, los senadores se sintieron desplazados y humillados porque sus ocupaciones naturales quedaban en manos de antiguos esclavos. Se trataba de cargos de gran importancia y poder, que históricamente habían estado bajo su control, como miembros de la aristocracia. Además, según ellos, si los libertos tenían el control total sobre el dinero, el correo y la ley, no les sería difícil manipular al emperador. Ésta fue exactamente la acusación que plantearon las fuentes antiguas, si bien éstas mismas fuentes admiten que los libertos eran leales a Claudio. El emperador también profesaba lealtad hacia sus libertos y reconocía el mérito que les correspondía por las políticas derivadas de sus consejos. Por otra parte, cuando alguna vez alguno de ellos mostró alguna inclinación a la traición el emperador les castigó de forma severa, como en el caso de Polibio y el hermano de Palas, Félix. No existe ninguna evidencia de que las políticas y los edictos de Claudio cambiasen con las modificaciones de los libertos al cargo de los asuntos, por lo que parece que mantuvo en todo momento el control directo de los asuntos.

Claudio llevó a cabo los Juegos seculares, para celebrar el octingentésimo aniversario de la fundación de Roma. Augusto había modificado y reorganizado los mismos juegos hacía menos de un siglo con la excusa de que el intervalo para los mismos era de 110 años y no de 100; sin embargo, ninguna de estas mediciones era procedente bajo ningún concepto. Durante los juegos, Claudio también hizo representar naumaquias, al igual que muchos otros juegos públicos y espectáculos.

Política exterior del césar Claudio

Durante el reinado de Claudio el imperio atravesó su periodo de mayor expansión tras la época de Augusto. Se anexaron por distintos motivos las provincias de Tracia, Nórico, Panfilia, Licia y Judea. La anexión de Mauritania había comenzado bajo el gobierno de Calígula, y se completó con la derrota de las fuerzas rebeldes y la división en dos provincias imperiales de lo que antes era un único reino cliente de Roma. Sin embargo, la nueva conquista de mayor importancia fue la de Britania.

En los inicios de su reinado, al llegar al trono, Claudio se dio cuenta de que carecía de conexiones en el ejército romano, por lo que, casi de forma inmediata, planeó la invasión de Britania (el territorio correspondiente al actual sur y centro de Gran Bretaña). Esta se inició en el año 43. Claudio mandó al general Aulo Plaucio al mando de cuatro legiones tras la llamada de auxilio de una tribu aliada. Britania era un objetivo muy atractivo para Roma debido a sus riquezas naturales, principalmente en la minería y como fuente de esclavos. También era un lugar de asilo para los rebeldes gálicos, por lo que no podía permanecer sin control mucho más tiempo.

Una vez que Aulo Plaucio estableció una cabeza de puente en la isla, Claudio fue personalmente a Britania llevando consigo refuerzos militares e incluso elefantes de guerra, hecho que elevó enormemente su carisma entre los legionarios. Al parecer, los elefantes causaron una fuerte impresión en los britanos durante la captura de Camulodunum. Se fue 16 días después, aunque permaneció en las provincias un tiempo. En el año 44 pudo celebrar finalmente un gran triunfo con la victoria completa sobre Britania, triunfo concedido por el Senado por los esfuerzos realizados. Por entonces, sólo los miembros de la familia imperial podían recibir ese honor. Claudio más adelante levantaría la restricción en favor de algunos de sus generales.

Se le otorgó el título honorífico "Británico", en honor a sus conquistas, pero sólo lo aceptó en favor de su hijo, y nunca lo utilizó formalmente en vida.

Cuando Caractaco, el líder de la resistencia britana, fue finalmente capturado en el año 50, Claudio le indultó por su noble actitud (el castigo que le habría sido impuesto era el de la pena de muerte) y terminó sus días en una de las provincias romanas, en tierras otorgadas por el estado romano. Ello supuso un final poco común para un general enemigo, aunque también pudo servir para calmar la oposición en la isla. Claudio ordenó destruir cualquier símbolo perteneciente a la religión celta o druidismo, y muchos templos fueron demolidos.

Además, y aparte de la ya mencionada anexión de Tracia, Nórico, Iliria, Mauritania, Panfilia, Licia y Judea como provincias del Imperio romano, Claudio fortaleció las fronteras con Germania. Se ganó un gran respeto por estas conquistas en pago por la gloria que había dado a Roma. Galba y Vespasiano, que luego serían emperadores, llevaron a cabo gran parte de sus respectivas carreras en estas campañas militares.

Claudio llevó a cabo un censo en el año 48 en el que se contabilizaron 5.984.072 ciudadanos romanos,lo cual supone un incremento de alrededor de un millón de ciudadanos desde la muerte de Augusto. Claudio ayudó a incrementar el número mediante la fundación de colonias a las que se garantizaba la ciudadanía romana. Las colonias a menudo se formaban a partir de comunidades ya existentes, y sobre todo aquéllas cuyas élites pudieran llevar a su pueblo a apoyar la causa romana. Se establecieron nuevas colonias en los nuevos territorios o en las fronteras del imperio para permitir una fácil defensa de los territorios cuando fuera necesario.

¿Quién fue Marco Vitruvio?

Marco Vitruvio Polión (en latín Marcus Vitruvius Pollio) fue un arquitecto, escritor, ingeniero y tratadista romano del siglo I a. C. Es frecuente, aunque inadecuado, encontrar su nombre escrito como Vitrubio. Fue arquitecto de Julio César durante su juventud, y al retirarse del servicio entró en la arquitectura civil, siendo de este periodo su única obra conocida, la basílica de Fanum (en Italia).

Es el autor del tratado sobre arquitectura más antiguo que se conserva y el único de la Antigüedad clásica, De Architectura, en 10 libros (probablemente escrito entre los años 23 y 27 a.C). Inspirada en teóricos helenísticos -se refiere expresamente a inventos del gran Ctesibios- la obra trata sobre órdenes, materiales, técnicas decorativas, construcción, tipos de edificios, hidráulica, colores, mecánica y gnomónica (Libro IX). El último libro está dedicado a las máquinas: de tracción, elevadoras de agua, y todo tipo de artefactos bélicos (catapultas, ballestas, tortugas, etc.). Vitruvio describió muy bien la rueda hidráulica, en el cap. X.5. La rueda de Vitruvio era vertical y el agua la empujaba por abajo; unos engranajes tenían la finalidad de cambiar la dirección del giro y aumentar la velocidad de las muelas; se calcula que con la energía producida por una de estas ruedas se podían moler 150 kg de trigo por hora, mientras que dos esclavos solo molían 7 kg.[1]

De Architectura, conocido y empleado en la Edad Media, se reeditó en Roma en 1486, ofreciendo al artista del Renacimiento, imbuidos de la admiración por las virtudes de la cultura clásica tan propio de la época, un canal privilegiado mediante el que reproducir las formas arquitectónicas de la antigüedad greco-latina. Posteriormente se publicó en la mayor parte de los países y todavía hoy constituye una fuente documental insustituible, también por las informaciones que aporta sobre la pintura y la escultura griegas y romanas. El famoso dibujo de Leonardo da Vinci, el Hombre de Vitruvio sobre las proporciones del hombre está basado en las indicaciones dadas en esta obra. El dibujo se conserva ahora en la Galleria dell'Accademia, en Venecia.

Las imágenes que ilustran la obra de Vitrubio, en sus ediciones hasta el siglo XVIII, no sólo aclaran y embellecen el tratado grecorromano sino que son expresión de distintas intenciones y usos que ese hermoso libro ha tenido en la modernidad europea.

Cneo Pompeyo Trogo, el historiador

Cneo Pompeyo Trogo fue un historiador galo-romanizado del siglo I a. C., perteneciente a la tribu de los vocontios de la Galia Narbonense. Trogo cobró renombre durante la época de Augusto y es casi contemporáneo con Livio.

Su abuelo sirvió bajo las órdenes de Cneo Pompeyo Magno en la guerra en Hispania contra Quinto Sertorio. El nombre de Pompeyo le vino al ser adoptado por Pompeyo como agradecimiento a sus servicios. Su padre sirvió a las órdenes de Julio César como secretario e intérprete.

Al parecer Trogo poseía conocimientos enciclopédicos. Siguiendo el ejemplo de Aristóteles y Teofrasto escribió libros acerca de la naturaleza, de los animales y las plantas. Parte de la gran obra de Plinio el Viejo, Naturalis Historiæ se basa en los apuntes de Trogo.

Su principal obra, llamada Historiae Philippicae (Historias Filípicas) está estructurada en cuarenta y cuatro libros, y se llama así en honor al fundador del Imperio Macedonio, Filipo II, que es el tema central de la narración. La obra habla de las partes del mundo que fueron conquistadas por Alejandro Magno y sus sucesores. Trogo comienza su trabajo hablando del legendario Nino, fundador de Nínive y termina en 9. Justino escribió el epítome del trabajo perdido de Trogo y una serie de resúmenes de sus libros. El último relato recogido por Justino habla de la recuperación de las águilas perdidas frente a los partos (20 a. C.). La etnografía y geofrafía características de la obra del historiador, confirieron a la misma una injustificada reputación como obra universal, a pesar de que nunca fue tal la intención de Trogo.

Trogo no menciona la historia de Roma hasta que la República entró en contacto con Antigua Grecia y Oriente. Los escritos del historiador están basados en los trabajos de diversos historiadores griegos de la Antigüedad, como Teopompo, Éforo, Timeo o Polibio. Es probable que Trogo no reuniera la información procedente de estos historiadores por sí mismo, sino que ya ésta había sido compilada en un libro por algunos griegos (probablemente Timagenes de Alejandría).

Su idea de como redactar la historia es más cerrada y menos retórica que la de Salustio y Livio, a los que acusa de poner en boca de los personajes de sus historias discursos que ellos mismos habían escrito. Su gran obra se perdió y sólo Justino poseyó parte de ella que cita en su epítome. Parte de la misma ha sido citada por historiadores como Flavio Vopisco, Jerónimo de Estridón y Agustín de Hipona. A pesar de estar en su mayoría perdida, la obra se considera como una autoridad en la historia antigua de Oriente.

Trogo trambién es autor de los llamados Prólogos, un sumario redactado con posterioridad a las Historiae.

Cneo Pompeyo Trogo, el historiador

Cneo Pompeyo Trogo fue un historiador galo-romanizado del siglo I a. C., perteneciente a la tribu de los vocontios de la Galia Narbonense. Trogo cobró renombre durante la época de Augusto y es casi contemporáneo con Livio.

Su abuelo sirvió bajo las órdenes de Cneo Pompeyo Magno en la guerra en Hispania contra Quinto Sertorio. El nombre de Pompeyo le vino al ser adoptado por Pompeyo como agradecimiento a sus servicios. Su padre sirvió a las órdenes de Julio César como secretario e intérprete.

Al parecer Trogo poseía conocimientos enciclopédicos. Siguiendo el ejemplo de Aristóteles y Teofrasto escribió libros acerca de la naturaleza, de los animales y las plantas. Parte de la gran obra de Plinio el Viejo, Naturalis Historiæ se basa en los apuntes de Trogo.

Su principal obra, llamada Historiae Philippicae (Historias Filípicas) está estructurada en cuarenta y cuatro libros, y se llama así en honor al fundador del Imperio Macedonio, Filipo II, que es el tema central de la narración. La obra habla de las partes del mundo que fueron conquistadas por Alejandro Magno y sus sucesores. Trogo comienza su trabajo hablando del legendario Nino, fundador de Nínive y termina en 9. Justino escribió el epítome del trabajo perdido de Trogo y una serie de resúmenes de sus libros. El último relato recogido por Justino habla de la recuperación de las águilas perdidas frente a los partos (20 a. C.). La etnografía y geofrafía características de la obra del historiador, confirieron a la misma una injustificada reputación como obra universal, a pesar de que nunca fue tal la intención de Trogo.

Trogo no menciona la historia de Roma hasta que la República entró en contacto con Antigua Grecia y Oriente. Los escritos del historiador están basados en los trabajos de diversos historiadores griegos de la Antigüedad, como Teopompo, Éforo, Timeo o Polibio. Es probable que Trogo no reuniera la información procedente de estos historiadores por sí mismo, sino que ya ésta había sido compilada en un libro por algunos griegos (probablemente Timagenes de Alejandría).

Su idea de como redactar la historia es más cerrada y menos retórica que la de Salustio y Livio, a los que acusa de poner en boca de los personajes de sus historias discursos que ellos mismos habían escrito. Su gran obra se perdió y sólo Justino poseyó parte de ella que cita en su epítome. Parte de la misma ha sido citada por historiadores como Flavio Vopisco, Jerónimo de Estridón y Agustín de Hipona. A pesar de estar en su mayoría perdida, la obra se considera como una autoridad en la historia antigua de Oriente.

Trogo trambién es autor de los llamados Prólogos, un sumario redactado con posterioridad a las Historiae.

¿Quién fue Marcelo?

Marco Claudio Marcelo ( Marcus Claudius Marcellus; 42 a.C.-23 a.C.) fue sobrino y yerno de Octavio.

Era hijo de Octavia la Menor, hermana de Octavio, y de Cayo Claudio Marcelo, descendiente del cónsul de 222 a.C. Marco Claudio Marcelo. Desde muy joven acompañaba al emperador en los actos públicos y fue designado su primer sucesor, por delante de otros aspirantes, como Marco Vipsanio Agripa, Druso y los hijos de Agripa, Cayo César y Lucio César.

En 25 a. C. se casó con Julia la Mayor, la única hija de Octavio, que tuvo con su primera mujer, Escribonia. Ya en ese momento su popularidad en Roma era inmensa, lo cual despertó los celos de Agripa (celos que acaso motivaron a Agripa a solicitar a Augusto su traslado a Asia). Elegido edil en 23 a. C., ofreció unos grandiosos juegos públicos en Roma, pero poco después enfermó y no pudo recuperarse. Se sospecha que sufrió una intoxicación provocada Livia Drusilla, la tercera esposa de Octavio, que ambicionaba la sucesión para su hijo Tiberio. Inmediatamente tras su muerte Agripa volvió de Asia, donde estaba actuando como legado de Augusto, se casó con la viuda Julia, y se convirtió en una especie de asociado del emperador y guardián de la sucesión.

El teatro de Marcelo, edificado por su tío Octavio Augusto, lleva tal nombre en su honor.

Octavio Augusto, organizador del Imperio: fallas y aciertos de su política interna

En materias domésticas, Augusto canalizó la abundancia enorme traída de todo el Imperio Romano para mantener al ejército feliz con pagos abundantes, y a mantener a los ciudadanos de Roma contentos con juegos magníficos y obras que embellecieron la capital. Según unas fuentes, Augusto se jactó que había "encontrado a Roma de ladrillo, y la había dejado de mármol". Asimismo, construyó la Curia, un nuevo hogar para el Senado, construyó los templos de Apolo y del Divino Julio, así como una capilla cerca del Circo Máximo. El templo Capitolino y el teatro de Pompeyo se registran como proyectos de Augusto, cuyo nombre no fue mencionado a propósito. Fundó un ministerio de transporte que construyó una red extensa de calzadas que mejoró la comunicación, el comercio y el servicio de correos. Augusto también fundó la primera brigada de bomberos del mundo, y creó una fuerza regular de policía para Roma.

Los gobernantes romanos entendían poco sobre la economía, y Augusto no era ninguna excepción. Como todos los emperadores, exigió demasiado a la agricultura y gastó el crédito en los ejércitos, los templos y los juegos. Una vez que el Imperio Romano dejó de extenderse, y no había nuevos botines de las conquistas, la economía comenzó a estancarse y a declinar con el tiempo. El reinado de Augusto se considera así, en cierta manera, como el punto alto del poderío y prosperidad de Roma. Pero, aunque Augusto colocó a los soldados jubilados a través del Imperio Romano en un esfuerzo de restablecer la agricultura, la capital siguió siendo dependiente del grano traído de Egipto.

Augusto promovió la religión tradicional romana, especialmente el culto a Helios, y presentaba la derrota de las fuerzas egipcias ante los romanos, como la derrota de los dioses de Egipto por los de Roma.

Durante su gobierno llevó a cabo una cruzada de valores morales, regulando el matrimonio (prohíbe el casamiento entre senatoriales y descendientes de libertos), la familia y la procreación, a la vez que desalentaba los lujos, el sexo desenfrenado (incluyendo la prostitución y la homosexualidad) y el adulterio. La campaña, iniciada el 18 a. C., llevó a su propia hija Julia al destierro bajo cargos de adulterio, y posteriormente a su nieta, también llamada Julia.

Como patrón de las artes, Augusto dotó de favores a poetas, artistas, escultores, y arquitectos. Se considera que durante su reinado la literatura romana (latina) alcanzó su edad de oro. Horacio, Tito Livio, Ovidio, y Virgilio prosperaron bajo su tutelaje, pero a su vez, tuvieron que pagar tributo a su genio y adherirse a sus normas. (Ovidio fue desterrado de Roma a lo que hoy es Rumanía por haber violado los códigos de moralidad de Augusto).

Esta época fue llamada la época de oro porque en esta es en donde se da el auge y decadencia de dos géneros en especial en la literatura romana: La poesía y la prosa. Para la poesía fue un periodo de gran ayuda ya que esta se desarrolló de una manera muy fácil a causa de que después de tantos enfrentamientos en Roma, los ciudadanos no tenían de que preocuparse materialmente (gracias a los botines acumulados de tantas guerras) y de esta manera su tiempo lo dedicaron a la literatura, a las artes como tal. En la poesía expresaban su horror hacia la guerra y las inquietudes de la política. El poema que más se destacaba en esta época era la elegía que venia de la inspiración personal. Generalmente las elegías le cantaban al amor y era cultivada por múltiples poetas de la época.

En cambio, la prosa, empieza a decaer y lo hace bastante. La prosa fue un recurso muy utilizado durante la República, especialmente por los políticos de la época, para contar sus historias, los discursos que hacían frente al senado apoyando, criticando o estando en contra de algo o alguien del senado que no estuviera de acuerdo con sus propuestas. Sin embargo, bajo el régimen de Augusto esta decayó considerablemente ya que la elocuencia no tiene función alguna y la elocuencia judicial tampoco puede tener un papel importante porque todas las causas son juzgadas o por el emperador o sus mandatarios y este juicio es a puerta cerrada.

La mayoría de los prosistas de la República eran políticos. Los pocos supervivientes que quedaron de la época de la República fueron: Asinio Polion, que escribió una Historia de las guerras civiles , y Meselas con sus Memorias. Los prosistas del Principado en su mayoría eran hombres de letras como Cicerón, los historiadores Tito Livio, Trogo Pompeyo y Fenestella o el arquitecto Vitrubio.

Fue patrocinador de la Eneida de Virgilio con la esperanza que ésta aumentara el orgullo de la herencia romana en el pueblo. Con el pasar del tiempo, se ganó el aprecio de la mayoría de la clase intelectual romana aunque, en privado, muchos todavía deseaban volver a los tiempos de la República. Usó los juegos y las fiestas públicas para su propia gloria y la de su familia y para consolidar su popularidad con las masas. Cuando murió, una vuelta al viejo sistema de la República era inimaginable

La política exterior de Octavio Augusto

La audacia de Augusto le llevó al poder y su gobierno se caracterizó por la prudencia con la que gobernó. A cambio del poder absoluto y la confianza que el pueblo había depositado en él, Augusto dio a Roma 40 años de paz cívica y de prosperidad constante, el período conocido históricamente como la Pax Augusta, o paz augusta. Creó el primer ejército permanente y la marina de guerra de Roma y colocó a las legiones a lo largo de las fronteras del Imperio Romano, donde no podrían involucrarse en la política. También reformó las finanzas de Roma y los sistemas fiscales.

La política exterior de Augusto, ha sido definida como de "redondeo de fronteras", y evitó tanto renovar el enfrentamiento finisecular con el Imperio Parto como las guerras de entidad, exceptuando la incursión en Germania.

Así, la primera ampliación territorial, corresponde a esta política de aseguramiento de fronteras, con la conquista del resto del territorio de la Península Ibérica. Las primeras acciones de las Guerras Cántabras empezaron en el 29 a. C. y se consideró oficialmente cerrada en el 24 a. C., aunque un rebrote de rebelión en el 22 a. C. obligó al envío de Agripa, que acabó con la rebelión en el 19.

Otra ampliación, en el 25 a. C., deriva del legado del rey Amintas de Galacia, cuyo reino había sido confirmado por Marco Antonio en el 36 a. C. y aumentado con territorios de Pisidia, Licaonia y partes de Frigia y de Isauria. Vencido en el 31 a. C. por el propio Octavio Augusto, se le mantuvo en el trono como vasallo, con la condición del legado testamentario.

Los territorios alpinos fueron conquistados después de las incursiones de los galos y las fronteras se extendieron al Danubio Superior. La tarea fue encomendada a sus hijos adoptivos Tiberio y Druso, que conquistaron el Nórico en el 16 a. C. y la Retia en el 15 a. C.

El avance hacia el Danubio Medio continuó con la reconquista de Panonia en la Guerra de Bato entre los años 6 y 9.

El interés por región de Germania (Alemania moderna) es la política expansiva más mantenida en el tiempo, desarrollándose en varias campañas: Del 12 a. C. al 9 a. C., Druso somete a los Sicambros, Téncteros, Usípetes, Vindelices, Bátavos, Frisones y Caucos. También conduce a las legiones contra Marcómanos y Cuados, antes de morir.
El relevo lo toma, del 8 a. C. al 6 a. C., Tiberio, en su Primera Campaña, alcanzando el río Elba. La Segunda Campaña de Tiberio se desarrolla entre los años 4 y 6, dirigida contra los Queruscos, con los que llega a un Tratado, los Longobardos y los Marcomanos encabezados por Marbod, aunque debe abandonar para trasladarse a Panonia. La expansión en Germania acaba con la victoria de Arminio, en alemán Hermann, que aniquila 3 legiones al mando de Varo el 9 en la batalla del bosque de Teutoburgo. Después de eso Augusto evacua la Germania Magna, aceptando el Rin como la frontera norte permanente del Imperio Romano.

Cambió la política de agresión al Imperio Parto por otra de contemporización, bien simbolizada por la devolución por parte de Fraates IV de las águilas e insignias tomadas a Marco Licinio Craso y Marco Antonio tras el acuerdo de no intervención en las áreas de interés.

En África, en el año 26 a. C., se sometió a vasallaje la Mauritania.

En el Este, se satisfizo con establecer el control romano sobre Capadocia y Armenia y el Cáucaso, a partir del año 20 a. C.

El grupo de reinos vasallos se completa el 14 con el del Bósforo.

Octavio Augusto, el arquitecto amante del mármol

En su lecho de muerte, se dice que Augusto se jactó de haber encontrado una Roma hecha de ladrillo y de haber legado otra hecha de mármol. Aunque existe cierta verdad literal en su afirmación, Dión Casio indica que se trataba de una metáfora sobre la fuerza del Imperio Romano.

El mármol podía encontrarse en edificios romanos anteriores, pero no fue utilizado de forma tan extensa como material de construcción hasta el reinado de Augusto. Aunque la afirmación no aplicaba a toda Roma o, en especial, al barrio del Subura, Agusto dejó una impronta en la topografía monumental del Centro de la ciudad y del Campo de Marte, con el Ara Pacis (Altar de la Paz) y un reloj de sol monumental, cuya pieza central era un obelisco traído de Egipto. Los relieves que decoran el Ara Pacis ofrecían el relato visual de los triunfos de Augusto recogidos en el Res Gestae. Aparecen representados los desfiles imperiales de los pretorianos, las vestales y los ciudadanos de Roma. También construyó el Templo de César, los baños de Agripa y el Foro de Augusto, en el que se encontraba también el Templo de Marte el Vengador. También alentó la construcción de otros proyectos, como el Teatro de Balbo o la construcción del Panteón de Agripa, y en otros casos financió las obras erigidas en nombre de otras personas, a menudo familiares, como el Pórtico de Ocavia o el Teatro de Marcelo. El Mausoleo de Augusto fue construido tras su muerte para albergar a los miembros de su familia.

Para celebrar su victoria en la batalla de Actium ordenó construir el arco de Augusto, que se terminó en 29 a. C. cerca de la entrada al Templo de Cástor y Pólux y que sería ampliado en 19 a. C. en un nuevo diseño de triple arco. Existe también muchos edificios construidos fuera de Roma que llevan el nombre y legado de Augusto, como por ejemplo el teatro de Mérida o el de Cartagena, en España, la Maison Carrée, en Nimes, en el sur de Francia, o el trofeo de Augusto, en La Turbie, también en Francia.

A la muerte de Agripa en 12 a. C., Augusto tuvo que buscar una solución para el mantenimiento del suministro de agua a la ciudad de Roma. El problema había sido afrontado por el propio Agripa cuando sirvió como edil, que llegó incluso a financiarlo con su propio dinero como ciudadano privado. Ese mismo año, Augusto dispuso un sistema en el cual el Senado designaba a tres de sus miembros como comisionados principales al cargo del suministro de agua y para asegurarse de que los acueductos de Roma eran mantenidos adecuadamente. A finales de la era de Augusto, se puso al cargo del mantenimiento de edificios públicos y del culto al estado a una comisión de cinco senadores llamada curatores locorum publicorum iudicandorum y que podría traducirse como los Supervisores de la Propiedad Pública. Augusto también creo el grupo senatorial de los curatores viarum para la supervisión y mantenimiento de las carreteras, que trabajaba con oficiales locales y con contratistas para organizar las reparaciones ordinarias.

El estilo arquitectónico dominante en la era de Augusto y de la fase imperial de Roma fue el orden corintio, originario y procedente de la antigua Grecia. Augusto y Agripa se encargaron de transformar la apariencia de Roma bajo el modelo griego clásico.

El historial médico del emperador Claudio II

Séneca, filósofo estoico, comenta en su Apocolocyntosis divi Claudii que su voz no pertenecía a ningún animal terrestre, y que sus manos también eran débiles. Sin embargo, no tenía ninguna deformidad física, y los historiadores están de acuerdo en que todos estos síntomas ayudaron a su ascenso final al trono. El propio Claudio llegó a alegar que había exagerado su enfermedad para poder salvar su vida, por sugerencia del historiador Tito Livio, su maestro.

Claudio fue muy maltratado por sus contemporáneos y constantemente ninguneado, incluso por sus familiares más directos. Su propia madre lo despreciaba y calificaba de "caricatura de hombre, aborto de la Naturaleza", y cuando quería hablar de un imbécil, decía: "Es más estúpido que mi hijo Claudio". Su abuela Augusta tuvo siempre por él un profundo desprecio; le dirigía la palabra muy raras veces, y si tenía algo que advertirle, lo hacía por medio de una carta lacónica y dura o por terceras personas. Su hermana Livila, habiendo oído decir que Claudio reinaría algún día, compadeció en voz alta al pueblo romano por estarle reservado tan infausto destino.

Cojeaba, solía sufrir ataques de dolor intestinal, epilepsia y esclerosis, tenía varios tics en la cabeza, oía mal y si se enfadaba le goteaba la naríz y se le formaba espuma en la boca. Suetonio dijo que era «borracho y jugador». Su mismo nombre significaba cojo y su tío abuelo Octavio Augusto solía referirse a él como «pobrecito». Cuando fue senador tenía que leer sus discursos sentado en vez de estar de pie. Además Séneca le dedicó después de muerto al emperador, la sátira Apocolocyntosis divi Claudii (metamorfosis de la cabeza de Claudio en calabaza). Produjo la mofa de todo el mundo, incluso de su famila.

A lo largo del siglo pasado, el diagnóstico moderno que trata de explicar la causa de la apariencia de Claudio ha cambiado en diversas ocasiones. Antes de la Segunda Guerra Mundial, la causa aceptada más ampliamente era la parálisis infantil o polio, éste es el diagnóstico que utiliza Robert Graves en sus novelas, publicadas en los años 30. Sin embargo, la polio no explica muchos de los síntomas descritos por los historiadores, y algunas teorías más recientes implican una parálisis cerebral como causa, tal y como comenta Ernestine Leon. También se plantea como posible causa de sus síntomas el síndrome de Tourette.

En cuanto a su personalidad, los historiadores antiguos le describen como generoso, accesible, una persona que se reía de los chistes fácilmente y que se juntaba y comía con la plebe. Los historiadores romanos también se refieren a Claudio como un personaje en ocasiones cruel y sediento de sangre, por las frecuentes luchas de gladiadores y las ejecuciones que mandaba realizar, y muy colérico (aunque el propio Claudio reconocía este rasgo de su carácter, y pedía perdón públicamente por su actitud). Muchos insisten en sus rasgos paranoides de personalidad.

Sobre el físico de Claudio

«Su persona ostentaba cierto aspecto de grandeza y dignidad, ya en pie o sentado, pero sobre todo en reposo, pues era alto y esbelto, tenía un rostro bello, hermosos cabellos blancos, y cuello robusto; pero cuando marchaba, sus inseguras piernas le hacían tambalearse, y cuando hablaba, tanto en broma como en serio, le afeaban sus taras: una risa desagradable, una cólera más repulsiva aún, que le hacía echar espumarajos por la boca, nariz goteante, un insoportable balbuceo y un continuo temblor de cabeza que crecía al ocuparse en cualquier negocio por insignificantes que fuese».

Cayo Suetonio Tranquilo

miércoles, 28 de abril de 2010

El historial médico del emperador Claudio I

Claudio era el hijo menor de Druso y Antonia, descendientes de Druso Nerón y Marco Antonio, respectivamente. Existen sospechas fundadas para creer que Livia, la esposa de Druso, mantuvo relaciones extramaritales con Octavio Augusto, fruto de las cuales nació Druso, el padre de Claudio. De ser ciertas estas suposiciones, Claudio sería nieto de Octavio Augusto y de Marco Antonio; en cualquier caso no hay antecedentes familiares en su árbol genealógico de taras genéticas.

El princeps nació en Lyon un primero de agosto, fue llamado Tiberio Claudio Druso, curiosamente Claudio en latín significa cojo, nombre que, como ahora veremos, estuvo muy acertado.

Su madre, Antonia, le llamaba “caricatura de hombre” y “aborto”, términos que hacen sospechar que su nacimiento fuera prematuro, en estos hechos se basó R. Graves, en su biografía novelada de Claudio, para afirmar que el emperador fue sietemesino.

Claudio padeció, a lo largo de toda su vida, tics asociados con el movimiento y con estados emocionales, lo cual motivaría que su familia tratara de evitar su presencia en actos públicos. Así mismo padeció una debilidad de ambos miembros inferiores, la cual obligaría a Claudio a leer sus informes ante el Senado sentado, y no de pie como era la costumbre de la época.

Su marcha era titubeante, con caídas frecuentes al más mínimo tropiezo, esto se debía, probablemente, a una contractura anormal de sus piernas. Padeció alteraciones de la locución, contractura de la musculatura peribucal que generaba una emisión continua de saliva y una risa espasmódica. Además el emperador padeció toda su vida hipoacusia, la cual se acentuaría durante sus últimos años.

Todos estos hechos pueden ser explicados por una paraplejía espástica de Littre, secundaria a un proceso anóxico intrauterino o durante el periparto, hay que recordar que su madre dio a luz en plena campaña contra los bárbaros.

Claudio fue durante toda su vida un gran comedor y un gran bebedor, aquejado de numerosos problemas digestivos, hasta el punto de barajar suicidarse, en alguna ocasión, por no soportar sus “stomachi dolore”. Según los historiadores clásicos, el emperador se quejaba de calambres gástricos, que podían estar en relación con una pancreatitis crónica, secundaria a la ingesta desorbitada de bebidas alcohólicas, a patología ulcerosa o a dispepsia no ulcerosa. Las digestiones imperiales eran tan molestas que motivaron la publicación de un edicto imperial, que permitía a los comensales poder eructar durante las comidas, considerando que dicha acción era muy saludable.

Los excesos dietéticos le provocaron, al igual que en otros muchos reyes y emperadores, crisis gotosas (quamuis podagricus), que han sido documentadas por varios historiadores. Séneca la menciona en su Apocoloquintosis (13,3) cuando describe la marcha del emperador hacia los infiernos: “

...El camino está en pendiente el descenso es fácil, por eso, pese a su gota, llega en un instante a la puerta de Plutón...”.

Tomado de: www.medicosyescritores.com

jueves, 1 de abril de 2010

Los tres Herodes que tuvieron algo que ver con Jesús

Herodes (en hebreo הוֹרְדוֹס Hordos), más conocido como Herodes el Grande (en griego Μέγας ἡρῴδης) o Herodes I (Ascalón, 73 a. C. - Jerusalén, 4 a. C.), rey de Judea, Galilea, Samaria e Idumea desde el 40 a. C. hasta su muerte, en calidad de vasallo de Roma. Su figura es conocida en la liturgia cristiana por instigar la llamada Matanza de los Inocentes, aunque este hecho fue de menor magnitud de lo que se representa en los libros cristianos.

Herodes El Grande fue un gran líder político, militar y constructor. Si bien su linaje era idumeo (pueblo descendiente de los antiguos edomitas) su pensamiento, educación y cosmogonía eran claramente griegas por lo cual podríamos calificarlo más como un rey extranjero que gobernó a Judea durante y a nombre del poder romano. Siempre tuvo este sino sobre él, pues el pueblo nunca lo consideró judío debido a su origen idumeo.
Así, fue nombrado en el año 47 a. C. procurador de Judea por Julio César. Herodes se ganó la confianza de los romanos, obteniendo su apoyo para derrocar a la estirpe judía de los asmoneos. En el año 40 a. C. consiguió de Marco Antonio, triunviro de Roma y poseedor de la parte oriental del Imperio romano, el título de rey de Judea.

Intentó mejorar sin éxito su imagen ante el pueblo judío. Realizó una política de mejoras, entre las que destacó la reconstrucción del Templo de Jerusalén, iniciada en el 22 a. C., y la fundación de la ciudad de Cesarea, una ciudad portuaria de carácter occidental construida en honor al dueño del Imperio tras la batalla de Accio, Octavio Augusto (Gaius Iulius Caesar Octavius Augustus).

Fue un gobernante eficaz que impulsó el comercio y la economía de su pueblo. En época de hambruna (25 a. C.), se deshizo de gran parte de la riqueza de sus palacios para comprar trigo a Egipto. Hizo ejecutar a toda la familia rival derrocada, incluyendo al abuelo (Aristóbulo II) y al hermano (Aristóbulo III, sumo sacerdote ahogado en unos baños) de Mariamna, su mujer. También a ella la mandó ejecutar en 29 a. C., y un año después a su suegra. Asimismo eliminó a dos de sus propios hijos (Aristóbulo y Alejandro), atendiendo a rumores de conspiración contra su persona, levantados por otro hijo, Antípater, a quien también ejecutó años más tarde por intentar envenenarle.

A su muerte, el emperador Augusto repartió el reino entre tres de sus hijos:

Herodes Arquelao: Etnarca de Judea, Samaria e Idumea.
Herodes Antipas: Tetrarca de Galilea y Perea.
Herodes Filipo: Tetrarca de Batanea, Gaulanítide, Traconítide y Auranítide.


Herodes Antipas (también conocido como Herodes el Tetrarca) (Judea, 20 a. C. - Lyon, 39 d.C.), Tetrarca de Galilea y Perea (4 a. C. - 39), era hijo de Herodes I el Grande. A la muerte de su padre, el emperador romano Octavio Augusto le otorgó la tetrarquía de Galilea y Perea.

Herodes Antipas continuó la labor constructora de su padre. Fortificó Séforis, haciendo de ella su capital, hizo alzar la fortaleza de Bet-haram en Perea y más tarde la ciudad de Tiberíades (que bautizó en honor del emperador Tiberio), a orillas del lago Genesaret, a donde trasladó su capital (la ciudad dio su nombre al lago y fue durante mucho tiempo un gran centro cultural judío). Aparece en el Nuevo Testamento como el responsable de la ejecución de Juan el Bautista, a instigación de su esposa Herodías (Marcos 6:17-29, Mateo 14:3-12). En el Evangelio de Lucas, Jesús se presenta ante él y sufre sus burlas (Lucas 23:6-12). También su esposa Herodías tuvo que ver con el error político de su vida (error que le costó su reino, la antipatía de su sobrino Herodes Agripa I y le valió el exilio). Al parecer por instigación de Herodías, acudió a Calígula, recién nombrado emperador, a reclamar la corona de Judea, en manos de su sobrino Herodes Agripa I. En respuesta, Herodes Agripa escribió al emperador Calígula, acusando a Herodes de haber concertado una alianza secreta con los partos contra Roma. Calígula entonces ordenó deportar a Herodes Antipas y su mujer, en 39, a Lugdunum (Lyon), donde Herodes murió ese mismo año.


Herodes Agripa I llamado también el Grande (10 a. C. - 44), fue Rey de los judíos, amigo de Claudio (historiador y emperador romano) y un hábil cortesano durante los reinados de Tiberio, Calígula y el mismo Claudio. Era el nieto de Herodes el Grande, y el hijo de Aristóbulo IV y de Berenice. Originalmente llamado Marco Julio Agripa (en latín Marcus Julius Agrippa). Es el rey llamado 'Herodes' en los Hechos de los Apóstoles, en la Biblia.

Su tio Herodes Antipas le forzó a dejar Judea, yendo primero a Antioquía, y después a Roma, donde le fue dada la bienvenida por Augusto, y acabó relacionándose con algunos miembros de la familia imperial, como Castor (hijo de Tiberio), Antonia (hija de Marco Antonio, viuda de Druso y madre de Germánico y Claudio), Claudio y el joven Calígula.

Hábil en la diplomacia y el manejo de la política y las intrigas en Roma, aunque ello no impidió que Tiberio lo enviara a prisión, cuando fue oído por casualidad por uno de sus libertos, diciendo que deseaba la muerte de Tiberio y el ascenso de Calígula al trono. Para su fortuna, Tiberio murió (según varias versiones, asesinado por el mismo Calígula y Macro, jefe de la guardia pretoriana) al poco tiempo.

Tras la muerte de Tiberio y la coronación de Calígula, fue nombrado gobernador de los territorios de Batanea y Trachonitis. Supuestamente, tras el asesinato de Calígula, negoció con el Senado romano la ascensión al solio imperial de su amigo Claudio, quien en agradecimiento lo nombró Rey de los Judíos. Se desempeñó desde entonces como consejero y amigo solícito de Claudio, aunque también se vio envuelto, al final de su vida, en un intento de rebelión contra Roma (que no logró concretarse, al sobrevenirle una muerte repentina). En el momento de su muerte, el único sucesor legítimo de Agripa era su hijo adolescente del mismo nombre (Herodes Agripa II); por lo tanto, el emperador Claudio decidió que la Provincia de Judea volviese al gobierno de los procuradores romanos.