viernes, 13 de noviembre de 2009

La mujer y el alma del poeta

Hay en mi sér potencias adormidas,

hay en mi mente ocultos pensamientos,

hay en mi corazón presentimientos

cuyo poder y cuyo fin no sé:

como a la madre son desconocidas

las formas de ese sér misterioso

que entre su seno bulle tembloroso,

y es algo ya, mas nadie sabe qué!



¡Mas cuando estoy contigo y a tu lado,

y oigo tu voz y miro tu sonrisa,

siento pasar por mí de Dios la brisa,

siento nacer un hombre nuevo en mí!

Y entonces, dominando lo pasado,

y el vago porvenir y lo presente,

en cerco inmenso ensánchase mi mente,

cuyo foco de vida irradia en ti!



Entonces las potencias que en mí callan,

una tras otra, a mi presencia llegan,

y juntas, ya, radiantes se despliegan

cual aureola en torno de mi faz:

fuerzas de amor ignotas en mí estallan,

y soy capaz de cosas buenas, grandes,
capaz de todo cuanto entonces mandes,

y de martirio y de virtud capaz!



Oh! cuando al fin mi alma desprendida

del barro vil, a Dios levante el vuelo,

no dará tánta luz allá en el cielo

cual la luz que a tu lado esparce aquí!

Y el serafín, custodio de mi vida,

al presentarse a mí por vez primera,

sonrisa no traerá tan hechicera

cual la sonrisa que hoy adoro en ti!


José Eusebio Caro (Colombia, 1817 - 1853)