viernes, 26 de diciembre de 2008

La rana que quería ser una rana auténtica

Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.
Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.

Augusto Monterroso (Guatemala, 1921 - 2003)

La rana que quería ser una rana auténtica

Había una vez una rana que quería ser una Rana auténtica, y todos los días se esforzaba en ello.
Al principio se compró un espejo en el que se miraba largamente buscando su ansiada autenticidad. Unas veces parecía encontrarla y otras no, según el humor de ese día o de la hora, hasta que se cansó de esto y guardó el espejo en un baúl.

Por fin pensó que la única forma de conocer su propio valor estaba en la opinión de la gente, y comenzó a peinarse y a vestirse y a desvestirse (cuando no le quedaba otro recurso) para saber si los demás la aprobaban y reconocían que era una Rana auténtica.

Un día observó que lo que más admiraban de ella era su cuerpo, especialmente sus piernas, de manera que se dedicó a hacer sentadillas y a saltar para tener unas ancas cada vez mejores, y sentía que todos la aplaudían.

Y así seguía haciendo esfuerzos hasta que, dispuesta a cualquier cosa para lograr que la consideraran una Rana auténtica, se dejaba arrancar las ancas, y los otros se las comían, y ella todavía alcanzaba a oír con amargura cuando decían que qué buena rana, que parecía pollo.

Augusto Monterroso (Guatemala, 1921 - 2003)




jueves, 25 de diciembre de 2008

DISCURSO DE CLAUSURA - ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE (Colombia, 1991)

La opinión pública colombiana sintió el impacto de una poderosa dialéctica. La Constituyente de 1991 tiene a medida que pasan los días, un caudal mayor de admiradores, personas que jamás llegaron a pensar que pudiese existir tanto consenso y tanta concordia entre fuerzas tan disímiles y heterogéneas. Allí se debatieron tesis de profundo contenido social y sublime vocación nacionalista.

El pensamiento de las personas que deliberaron en la Asamblea Nacional Constituyente, doblegó la capacidad de resistencia de aquellos que se declararon abiertamente enemigos de ua reforma. Durante cinco meses se predicó con fe y con valor a un heterogéneo auditorio, que no deseaba oír, porque tenía temor de los cambios. Allí se estaba gestando la estructura jurídica de una nueva Colombia.

Y la Nación entera, una vez creada la nueva obra, empezó a admirarla y quererla. Se percató de que era mucho más que algo original y significativo, que dentro de una sociedad donde impera la blandura del ánimo y las actitudes vacilantes, 74 caudillos se levantaron sobre sí mismos para gritar a los cuatro vientos que buscaban el triunfo por la reciedumbre del carácter, por la sinceridad de las propuestas, por la valentía de los sacrificios y por el mantenimiento intangible de la autoridad.

Se hizó al país la propuesta de legislar y reformar mediante un gran movimiento de fundamentales solidaridades. Un gran movimiento de concordia nacional, que no fuera la expresión de tendencias izquierdistas ni derechistas, sino manifestación de la más pura tradición republicana y naturalmente de las imperiosas necesidades del Estado moderno.

En la Asamblea se dijo con solemnidad: ´Tenemos derecho a pedir que se nos crea, precisamente porque se nos ha concedido oportunidades de mando. Creemos poder hacer más que quienes ya legislaron y no hicieron´.

La Constituyente cambio al país. El problema de nuestra generación es que la magnitud del cambio nos hace difícil ser auténticos hombres de nuestro tiempo y ahí es donde la Asamblea Nacional le pudo servir a Colombia.

[...]

El 4 de julio de 1991 será recordado por todos los colombianos como símbolo de grandeza. Ese día la civilidad se impuso a la barbarie, la inteligencia a la fuerza y la cordura del espíritu a la insolidaridad de los propósitos.

Ese día Colombia fue omnipotente y omnímoda, lo podía todo y de cualquier manera.

[...]

EL RÉGIMEN ECONÓMICO.


Desde siempre hemos ambicionado sentar las bases que permitan enfrentar con éxito los problemas que plantea el desarrollo. Necesitamos aumentar significativamente nuestros índices de crecimiento económico, elevar el ingreso nacional hasta un nivel que contribuya a una posterior y saludable redistribución del mismo entre los colombianos todos, sostener un ritmo creciente de las exportaciones, modernizar nuestro aparato productivo haciendo especial énfasis en el sector agropecuario y ofrecer niveles satisfactorios de empleo. Son todos estos grandes propósitos nacionales cuya importancia no hemos vacilado en subrayar; de por medio está nada menos que el porvenir de los colombianos. Ello exige, desde luego, un grado tolerable pero suficiente de intervencionismo estatal a fin de ordenar toda la actividad y los esfuerzos de que somos capaces. Por consiguiente, hemos de optar por una concepción más activa del Estado que aquella implícita en la tradición demoliberal de nuestro derecho público. Se necesitan nuevas normas que encaucen y den sentido a la acción del Estado y que, al propio tiempo, rodeen de seguridad a sus destinatarios. El Estado debe disponer de una normatividad que le permita actuar con eficacia en el sentido en que lo exigen las circunstancias del país.

[...]

El nuevo régimen económico aprobado por la Asamblea no puede examinarse, tampoco, a la luz de algunas de sus disposiciones, vistas aisladamente. Su interpretación ha de realizarse en forma integrada y armónica, atendiendo a todas las normas que lo conforman. Si bien es cierto que se establecen disposiciones que muchos pueden calificar como de “tendencia socializante o colectivista” (v. gr. la autorización a la ley para que prevea estímulos que permitan a los trabajadores participar en la gestión de las empresas, la nueva figura de la expropiación por vía administrativa consagrada en le inciso 4º del artículo 58, etc.) no es menos cierto que las garantías inherentes a la “economía de mercado, como el derecho a la propiedad privada en sus diversas manifestaciones que recogiendo la formulación original de la Constitución de 1886 se preve en el Art. 58, la libertad de escoger profesión u oficio (Art. 26), el derecho de asociación (Art. 38), la libertad de iniciativa privada, de empresa y de competencias económica (Art. 333) entre muchas otras.

La nuestra sigue siendo, entonces, una economía de corte occidental. Tenemos, en síntesis, una “economía de mercado” esencialmente libre que simultáneamente reclama un grado adecuado de intervención estatal para prevenir la aparición de restricciones monopolísticas, establecer controles de calidad sobre los bienes y servicios que se ofrecen al a comunidad, asegurar la explotación racional de los recursos naturales, garantizar la prestación eficiente de los servicios públicos y, en fin, el logro de esto objetivos vinculados a la prosperidad general.

Las modificaciones al régimen económico estuvieron centradas, primordialmente, al rededor de tres temas: la institucionalización de la planeación participativa, la necesidad de asegurar la estabilidad monetaria y, por último, las finanzas intergubernamentales.

[...]

EL NUEVO RÉGIMEN DEL CONTROL FISCAL: UN VALIOSO INSTRUMENTO PARA LA RECUPERACIÓN DE LA MORAL.


La recuperación de la moral ha sido siempre la razón última de nuestros más grandes esfuerzos. La hemos convertido quizá en la más elemental de nuestras propuestas a la opinión nacional, y justamente por ello es, entre todas, la más importante. Es este un propósito llamado a tener perdurabilidad; está demostrado que no hay nada más vulnerable a los embates que resquebrajan el sentido y los principios de la moral, que el ejercicio continuado de funciones públicas. La moral en la actividad administrativa es hoy una exigencia de la democracia.

Un número significativo de las disposiciones aprobadas por la Asamblea Constituyente fueron concebidas para anticiparse a los desmanes que violentan las reglas elementales de la ética. En casi todas las nuevas instituciones puede apreciarse, claramente, esa intención. La moral administrativa es una sola, pero tiene diversas manifestaciones específicas. La más importante de estas se refiere a la pulcritud con que deben manejarse los dineros públicos, el patrimonio económico de la Nación. Para cumplir esta función se ha organizado la Contraloría General de la República. Entidad esta que hubo de sufrir una de las transformaciones más radicales que decidió la Asamblea, hasta el punto de que fue vista por muchos como una reforma complementaria de la del Congreso. El objetivo consistió, fundamentalmente, en liberar a la contraloría de los condicionamientos a que estuvo sometida en los últimos años por causa del influjo clientelista. En adelante desarrollará su importante labor fiscalizadora en atención a criterios exclusivamente técnicos. La elección del Contralor se efectuará por el Congreso en pleno, como lo exigen principios clásicos de la democracia, pero en ella tendrán participación las más altas jerarquías de la justicia, como la Corte Suprema, el Consejo de Estado, y la Nueva Corte Constitucional. Su no reelegibilidad garantiza una actuación transparente, desprovista de negativos afanes inmediatos.

El fortalecimiento de la Contraloría se evidencia en las nuevas y vigorosas funciones que la Asamblea Constituyente le atribuyó. En efecto, corresponde ahora al Contralor no sólo señalar los criterios de evaluación de resultados sino también establecer el grado de eficacia, eficiencia y economía con que obren los administradores de los recursos públicos. Se introduce así el novedoso sistema de control de gestión, que permite medir la oportunidad y el buen sentido conforme a los cuales se invierten los dineros de la Nación, además de la legalidad propiamente dicha de las actuaciones correspondientes. Por otra parte, se le concedió la facultad de ejercer jurisdicción coactiva para hacer efectivas las deudas que por conceptos de responsabilidades fiscales resulten en favor de la Nación. El principio de “verdad sabida y buena fe guardada”, cuya importancia para el gran propósito que es la recuperación de la moral en la administración hemos advertido en forma insistente, tuvo generosa acogida en este trascendental capítulo de la reforma. Su aplicación permitirá proteger en forma más categórica y ejemplar los intereses nacionales; conforme a él se podrá exigir la suspensión inmediata de los funcionarios contra quienes resulten evidencias razonables de que están defraudando al Estado. Finalmente, ahora no quedaran destinados a los anaqueles los resultados de las investigaciones previas adelantadas por la Contraloría. Estos deberán ser obligatoriamente considerados por la Fiscalía General de la Nación y, posteriormente, por los jueces que conozcan de las acusaciones que esta formule.


LA PROTECCIÓN DEL MEDIO AMBIENTE.


El medio ambiente es el patrimonio natural de todos los colombianos; por ello, preservar la naturaleza es defender un bien común. Este es ahora uno de los grandes propósitos nacionales sobre cuya trascendencia y alcance definitivamente no podemos tener discrepancia alguna. Antes bien, debe convertirse en un objetivo fundamental que convoque la solidaridad de todos y nos comprometa positivamente en forma individual y colectiva. En ello radica, sin duda, una de nuestras mayores responsabilidades para con las generaciones futuras y, por qué no, también frente a la comunidad internacional. Máxime cuando sabemos que Colombia es depositaria de no menos de la décima parte de la biodiversidad del mundo.

El deterioro progresivo de nuestras zonas forestales, verdaderamente exuberantes en épocas no muy lejanas; la persistente contaminación y destrucción de nuestras fuentes de agua y la pérdida irreparable de los nutrientes elementales de los suelos y su incesante erosión, constituyen un proceso desolador cuyos efectos se ciernen gravemente como una amenaza colectiva contra el bienestar de los colombianos; pues, a más de conllevar un perjudicial impacto ambiental, reducen el área de nuestra frontera agrícola y ponen en peligro la seguridad alimentaría nacional.

Por todo esto, ningún tema como la necesidad de proteger el medio ambiente logró suscitar tantas coincidencias en el seno de la Asamblea Constituyente. “Todas las personas tienen derecho a gozar de un ambiente sano”, reza al artículo 79 de la Constitución política. Pero la mayor importancia de las nuevas disposiciones radica en que tienden a atribuir responsabilidades precisas por el cuidado de nuestras riquezas naturales. Así, del mismo modo que la sanidad del medio ambiente se consagra como uno de los derechos colectivos a que legítimamente pueden aspirar los colombianos, se prevé también como una obligación con carácter de deber cívico. De otro lado, las facultades de intervención del Estado quedan ampliadas a fin de permitirle actuar eficazmente sobre las actividades de los particulares que incidan en el equilibrio ecológico. Finalmente, cuando quiera que sobrevengan hechos extraordinarios que perturben o en forma grave e inminente puedan perturbar la normalidad ambiental, el gobierno nacional tiene la posibilidad de utilizar el valioso instrumento del “estado de emergencia” para afrontarlos exitosa y oportunamente.


LA ADMINISTRACIÓN DE JUSTICIA.


La justicia no se reconstruye por muchos principios que se consagren, porque ella ha sido tan distante que cuando desapareció no nos dimos cuenta. Por ello es necesario ubicarse en un terreno práctico para su recuperación con la aprobación de unos principios y la creación de unos mecanismos que así lo permitan. Se debe intentar llegar a resultados no sólo apetecibles, sino necesarios, porque hemos ido contrayendo una deuda con el Estado. Hemos establecido, y casi admitido, que los términos judiciales no se cumplen, lo cual está removiendo la credibilidad en la justicia, como necesidad de la convivencia.


DEL CONSEJO SUPERIOR DE LA JUDICATURA


En el campo judicial coincidimos en la creación de un organismo que racionalice y haga más eficiente la organización de una justicia excesivamente lenta como la nuestra, en donde la congestión de los despachos judiciales termina frecuentemente en denegación de la misma.

La experiencia demostró que es necesario darle una mayor flexibilidad a la organización judicial para que cada día pueda ajustarse a las cambiantes y exigentes necesidades de la sociedad. Por ello propusimos dotar al Consejo Superior de la Judicatura de una serie de funciones y mecanismos que le permitan a dicha entidad garantizar la ejecución de los principios que aprobamos sobre administración de justicia, la facultad de determinar el área territorial de los distritos y circuitos y, al mismo tiempo, fijar la competencia de los mismos. Lo mismo que la de definir los conflictos de competencia que ocurran entre las distintas jurisdicciones.

El Consejo Superior de la Judicatura ha sido concebido como una unidad jurídico-administrativa que englobe aquellas funciones, hoy dispersas, en las cuales se afianza la eficacia de la Administración de Justicia.

Se pretende concebir al Consejo Superior de la Judicatura como una empresa. Su carácter administrativo tendría como propósito modernizar todas las instituciones de apoyo al sistema judicial y concederle a la carrera administrativa de la rama, no sólo independencia, sino un vigor suficiente para que sea la base de la importante capacidad nominadora que se le atribuye.


DEL MINISTERIO PÚBLICO


Con la denominación “Defensor del Pueblo”, en lugar de Procurador General y elegido popularmente, salió de la Comisión Cuarta para la Plenaria de la Asamblea el encargado de dirigir ese importante organismo de fiscalización del Estado. Su elección popular, mediante el voto directo de los ciudadanos, sería lo más “deseable y democrático” pero, no garantizaría la mejor elección de los aspirantes a ocupar el cargo. De todos modos se le introdujo una modificación sustancial a su elección, -lo va a elegir el Senado-, lo cual parece justificado si se tiene en cuenta al carácter representativo de la Nación entera que va a cumplir esa corporación en adelante. Asimismo, preferimos la denominación PROCURADOR GENERAL DE LA NACION, que tiene una muy honda y arraigada tradición entre nosotros. La figura del “Defensor del Pueblo”, además de ser tomada de la Constitución española, no traduce fielmente el alcance institucional de las funciones que cumple el Procurador General porque este funcionario no sólo interviene para defender los intereses de la sociedad, sino que debe hacerlo en defensa del orden jurídico, del patrimonio público, de los derechos y garantías fundamentales.

En cambio se creó la institución del “Defensor del Pueblo” a la manera de OMBUDSMAN, para que vele por la promoción, el ejercicio y la divulgación de los derechos humanos; dirigir la defensoría pública; invocar el derecho de Habeas Corpus e interponer el recurso de queja y las acciones de tutela y amparo, como garantía de la preservación de los derechos fundamentales. Cumplirá sus funciones bajo la direccion del Procurador General de la Nación. Será elegido por la Cámara de Representantes de terna elaborada por el Presidente de la República.


FISCALIA GENERAL DE LA NACION


Podría afirmar que la institución que más merece destacarse, dentro de las creadas para el rescate de la justicia, es sin lugar a dudas la Fiscalía General de la Nación. Este organismo, que propusimos e hicimos aprobar en la malograda Reforma Constitucional de 1979, va a reestructurar toda la política criminal del Estado, particularmente en materia de investigación y persecución de los delitos. Existe consenso en el país en el sentido de que una de las fuentes directas del grave problema de la impunidad reinante en Colombia y de la falta de credibilidad de nuestras gentes en el servicio público de la justicia, es la insuficiencia en el recaudo de las pruebas y la debilidad e ineficacia de las investigaciones penales. Reconocemos, desde luego, que a ese fenómeno de escepticismo concurren factores tales como el hecho de que el mismo funcionario tenía a su cargo la investigación, la acusación y el juzgamiento, sin contar con los elementos necesarios para hacerlo. Ese sistema sólo existe para los jueces municipales. En los juzgados de circuito y superiores, si bien es cierto la función de investigación y juzgamiento ya se había separado, se hizo necesario consagrarla constitucionalmente para que el Fiscal General tenga en definitiva el monopolio de la investigación.

En lo atinente al origen y ubicación del Fiscal General, no estuvimos muy de acuerdo con el proyecto del Gobierno que proponía hacer del Fiscal un agente del Ejecutivo con el argumento de que debía preservarse tal vínculo para garantizar su impulso y el compromiso del Gobierno en materia de investigación, lo cual sería válido para delitos como el terrorismo que en Colombia no se podría combatir sin el apoyo del Gobierno.

Como debimos reconocer el hecho de que el Fiscal investiga, instruye, califica y acusa, resulta elemental entender que este funcionario realizará actividades jurisdiccionales; vale decir, en alguna medida administrará justicia. En esta circunstancia se encuentra la justificación del por qué el Fiscal estará vinculado funcionalmente a la Rama Jurisdiccional y no al Ejecutivo.

Del mismo modo, debemos señalar que lo adoptado no fue el sistema acusatorio con el alcance que se conoce en otros países, sino una fiscalía a la “colombiana” como se estila decir en el lenguaje coloquial. La mejor demostración de ello -según lo aprobado- es que el Fiscal investigará lo favorable como lo desfavorable del procesado.

Al Fiscal General le corresponderá dirigir y coordinar todos los cuerpos técnicos de investigación, incluida la policía judicial. Dentro de las garantías constitucionales, el Fiscal tendrá amplios poderes para enfrentar todas las manifestaciones de violencia que genera el delito. Dentro de su ámbito de poderes, se consagra la facultad para ordenar la detención preventiva de cualquier delincuente, de adoptar medidas necesarias para buscar la indemnización de las víctimas y la protección de los testigos.

Además de la autonomía administrativa y presupuestal que tendrá la Fiscalía General de la Nación, otro aspecto que hay que destacar dentro de las atribuciones especiales que se le señalaron, es lo relativo a la competencia de que va a quedar investido en todo el territorio nacional. Con lo anterior creemos superar muchos de los problemas de nulidades que surgen por colisiones de competencia. Es lo que los expertos llaman UNIDAD DE INSTRUCCION.


DE LA CORTE SUPREMA, LA CORTE CONSTITUCIONAL
Y DEL CONSEJO DE ESTADO


DE LA CORTE SUPREMA DE JUSTICIA. - Al suprimirle el control de constitucionalidad y adscribírselo a la Corte Constitucional, la actual Corte Suprema quedará reducida a la condición de Tribunal de Casación. Con ese carácter, hubiera preferido haberse impedido el fenómeno de la tercera instancia que le resta celeridad a las decisiones judiciales. Para ello propuse que la Corte de Casación no se ocupe en el recurso de revisión, ya que este podría ser tramitado como un nuevo juicio y que, por el contrario, su conocimiento fuera de competencia de los Tribunales Superiores.

El propósito era dejar la denominación de Corte Suprema de Justicia para la reunión de la Corte Constitucional y la Corte de Casación, en un cuerpo, con el fin de adelantar el juzgamiento del Presidente de la República y de los altos funcionario del Estado. esta función será de competencia de la Corte Suprema como Tribunal de Casación.

DE LA CORTE CONSTITUCIONAL. - La manera como quedó diseñada la Corte Constitucional no desconoce la experiencia colombiana en materia de control de constitucionalidad, ni prescinde de uno de sus mayores aportes al Derecho Público universal, como lo es la acci_n pública de inconstitucionalidad. En su conformación van a participar las tres ramas del poder, lo cual descarta la posibilidad de que se convierta en un tribunal político en el sentido innoble del vocablo.

Ese origen político de la Corte Constitucional es como una forma de proyectarse en la vida civil. Si hay un punto en que se encuentran el Derecho y la Política -como expresaba alguien- ese es definitivamente el campo del Derecho Constitucional. Mediante la doctrina, los fallos constitucionales y la interpretación del fenómeno político se puede contribuir a moldear las instituciones que nos gobiernan y a rediseñar la organización del Estado.


JURISDICCIONES ESPECIALES


Se reconoce la jurisdicción de las autoridades propias de los pueblos indígenas dentro de su ámbito territorial y la vigencia de las normas y procedimientos de justicia propias que no atenten contra la Constitución y las Leyes. La ley establecerá la forma de articularlas con el Sistema Judicial Nacional.

También se creó la figura Jueces de Paz quienes podrán ser elegidos popularmente en cada municipio para resolver en equidad los conflictos individuales y comunitarios.

Creo que dentro de la búsqueda de mecanismos alternativos, no judiciales, de solución de conflictos menores, encontramos como una buena fórmula la de los Jueces de Paz o de causas menores que tienen su origen en las comunidades tribales y en las sociedades más antiguas.

Entre nosotros los propios alcaldes municipales de las regiones mas apartadas han cumplido funciones de “amigables componedores” contribuyendo de esa manera a la solución de pequeños conflictos en sus respectivas comunidades, como una modalidad de justicia de paz.


DEL NUEVO RÉGIMEN DE ORDENAMIENTO TERRITORIAL


Se consideran entidades territoriales los departamentos, los distritos, los municipios en que se dividen aquellos y los territorios indígenas. La ley podrá darle el carácter de entidades territoriales a la regiones y provincias que se constituyen en los términos de esta Constitución. Las entidades territoriales gozarán de autonomía para la gestión de sus intereses. Tendrán derecho a: gobernarse por autoridades propias, ejercer las competencias que les correspondan, administrar sus recursos, establecer y adoptar los tributos necesarios para el cumplimiento de sus funciones y participar en las rentas nacionales.

La Ley Orgánica de ordenamiento territorial establecerá la distribución de las competencias entre la Nación y las entidades territoriales.

Con el cumplimiento de los requisitos que la ley señale y en los casos que ella determine, los habitantes de las entidades territoriales podrán presentar proyectos sobre asuntos que son de competencia de la respectiva corporación pública, la cual está obligada a tramitarlos, a decidir sobre las disposiciones de interés de la comunidad a iniciativa de la autoridad o corporación correspondiente o por no menos del 10% de los ciudadanos inscritos en el respectivo censo electoral y elegir representantes en las Juntas de la empresas que presten servicios públicos dentro de la entidad territorial respectiva. Del mismo modo, en desarrollo de los principios generales que fije la ley, podrán establecer las condiciones de acceso al servicio público, de ascenso por mérito y antigüedad; de retiro o despido, que deberán aplicarse a partir del primero de enero de 1993.

Por mandato de ley, los departamentos y municipios ubicados en zonas fronterizas podrán adelantar directamente con la entidad territorial limítrofe del país vecino del mismo nivel, programas de cooperación e integración dirigidos a fomentar el desarrollo comunitario, la prestación de servicios públicos y la preservación del ambiente.

En los casos que determine la ley, se realizará un examen periódico de los límites de las entidades territoriales y, como resultado, se publicará el mapa oficial de la República.

DE LAS REGIONES


De acuerdo con la Constitución dos o más departamentos podrán constituirse en regiones administrativas y de planificación, con personería jurídica, autonomía y patrimonio propio. Su objeto principal es el desarrollo económico y social del territorio bajo su administración.

La ley orgánica de ordenamiento territorial establecerá las condiciones para la conversión de la región en entidad territorial. La decisión que tome el Congreso se someterá, en cada caso, a referéndum de los ciudadanos de los departamentos interesados, previo concepto de la comisión de ordenamiento territorial. Las atribuciones, los órganos de gobierno, los recursos, las rentas de las regiones, y su participación en el manejo de los recursos provenientes del Fondo Nacional de Regalías, le corresponde establecerlos a la ley; lo mismo que la definición de los principios para la adopción del estatuto especial de cada región.

Como puede apreciarse, se le defirió la posibilidad a la ley para que hacia el futuro esta pueda darle categoría de entidad territorial al nuevo concepto de región que se incorporó a la Constitución.

No hemos tenido la convicción plena de que Colombia sea un país de regiones o que su geopolítica tenga tan marcada esa tendencia, no obstante lo abrupto de su geografía. Con excepción de los constituyentes de la Costa Atlántica, partidarios fervorosos de las bondades de esta iniciativa, la bandera de la regionalización no formó parte de las preocupaciones de la mayoría de los constituyentes o de los representantes de las demás zonas geográficas de la Nación. Sólo algunos de ellos traían en sus plataformas de trabajo la REGION, pero vista como ente de planificación del desarrollo regional; entendida como órgano encargado del diseño de planes y programas para el desarrollo regional, pero no como entidad territorial. Se ha buscado asimilar la experiencia del CORPES de la Costa Atlántica para extenderla a aquellas “zonas” del país con identidades geográficas, históricas y socioeconómicas para el mejor manejo y aprovechamiento de sus recursos; características heredadas de las antiguas provincias. La regionalización la habíamos entendido como una manera de concebir la planificación del desarrollo regional a la manera de las corporaciones autónomas regionales -si se tiene en cuenta la impotencia y caduca estructura de los actuales departamentos- pero no como una entidad con autonomía territorial.

De esta suerte podríamos decir que nos gustan las regiones pero como entidades panificadoras y de fomento del desarrollo de las comunidades que agrupan.

No con el carácter de autonomía territorial. Ese modelo no contribuiría a fortalecer la unidad nacional, sino a desvertebrarla. Lo que necesitamos es descentralizar el desarrollo que vamos a logar con el nuevo concepto de la planeación que hemos llevado a la Constitución.

De todos modos hemos establecido las bases constitucionales para que los habitantes de los departamentos decidan en un plebiscito su transformación progresiva en regiones. Pero quiero dejar la impresión de que con la excepción de la Costa Atlántica, la Orinoquía y la Amazonía, no encuentro a las “regiones” como una realidad en la vida colombiana que obligue a darles la categoría que se persigue. Ni siquiera los departamentos del eje cafetero -el antiguo Caldas- que conforman una unidad geográfica y económica pudieron mantenerse unidos en el pasado. ¿Nos preguntamos qué lazos comunes tan fuertes pueden existir entre las gentes de la Guajira y Sincelejo que haga necesario aglutinarlos en una región? Departamentos estos a los que ni siquiera une o divide el Río Grande de la Magdalena.


DE LAS PROVINCIAS


Aunque dejaron de existir como unidades político-administrativas con la Reforma Constitucional de 1945, sus profundas raíces permanecieron como huella indeleble en el sentimiento y la conciencia de los colombianos. Sus antiguos vínculos eran tan estrechos que llegaron a configurar una unidad geográfica y espiritual integrada por “pueblos” unidos por la misma historia, las mismas creencias, la misma raza y las mismas leyendas. En algunas regiones del país se ha seguido hablando de ella como si fuera una realidad tangible, asi hubiera perdido su rango constitucional. Tal es el caso de la “Provincia de Ocaña” o de “Pamplona”.

Con la nueva Constitución, las Asambleas departamentales, con sujeción a los requisitos que señale la ley, podrán organizar de nuevo las antiguas provincias como un viejo anhelo de los colombianos.


DEL RÉGIMEN DEPARTAMENTAL Y MUNICIPAL


Además de tener los departamentos autonomía para los asuntos seccionales y la planificación y promoción del desarrollo económico y social dentro de su territorio, ejercen funciones administrativas, de coordinación, de complementariedad de la acción municipal, de intermediación entre la Nación y el municipio y de prestación de los servicios que determine la Constitución y las leyes.

De otra parte vale la pena destacar como una de las grandes innovaciones el carácter popular en la designación de los gobernadores. En ese sentido el Gobernador será agente del Presidente de la República para el mantenimiento del orden público y para la ejecución de la política económica general, así como para aquellos asuntos que acuerden la Nación con el departamento mediante convenio, asimismo los gobernadores cumplirán la importante función de escoger de las ternas enviadas por el jefe nacional respectivo, los gerentes o jefes seccionales de los establecimientos públicos del orden nacional.

En el mismo sentido las Asambleas departamentales cumplirán funciones muy similares a las que hoy tienen señaladas. Pero los planes y programas de desarrollo y de obras públicas serán coordinados por ellas e integrados con los planes y programas municipales, regionales y nacionales. Del mismo modo podrán delegar en los concejos municipales las funciones que la ley determine.

La elección popular de gobernadores, en cierta medida, nos arrastra un poco hacia una especie de federalismo a la colombiana. Hubiéramos sido partidarios de mantener el mecanismo de designación de los gobernadores por parte del Presidente de la República, pero sustrayéndolos del manejo tradicional del “clientelismo” como una sana diversión. Pero como hemos adoptado la noción de “democracia participativa”, encontramos que la elección popular de los jefes de las administraciones seccionales armoniza con esa manera de concebir el sistema democrático, que no es otra cosa que vincular al pueblo a la toma de las decisiones y del escogimiento de sus autoridades más próximas. Además, queremos ensayar con los gobernadores los óptimos y apetecibles resultados que obtuvimos con la elección popular de los alcaldes municipales.

En cuanto al régimen municipal, se mantiene al municipio como entidad fundamental de la organización político-administrativa del Estado. Su período como el de los gobernadores se extienda a tres años; lo propio ocurre con las Asambleas departamentales y los concejos municipales. En cuanto a las últimas corporaciones, debemos registrar como una de las grandes novedades, porque no tiene antecedentes en la vida institucional del país, el hecho de que los concejales tengan derecho a honorarios por su asistencia a las sesiones en dichos concejos.


DE LOS TERRITORIOS INDÍGENAS


La conformación de estas nuevas entidades territoriales se hará con sujeción a lo que disponga la Ley Orgánica de Ordenamiento Territorial. Su delimitación se hará por el Gobierno Nacional, con participación de los representantes de las comunidades indígenas, previo concepto de la comisión de ordenamientos territoriales.

Los resguardos son de propiedad “colectiva” y no podrán ser enajenables.

Debemos expresar nuestra satisfacción por el carácter de entidad territorial que se le ha dado a los territorios indígenas, luego de tantos años de marginalidad y olvido. Es un acto de justicia social el reconocimiento que se le ha hecho en todos los órdenes a nuestra raza nativa.


BOGOTÁ, DISTRITO CAPITAL


Santa Fe de Bogotá, capital de la República, del departamento de Cundinamarca y sede de los poderes públicos nacionales, será convertida en Distrito Capital a partir de la vigencia de la nueva Constitución; iniciativa esta cuya adopción se venía proponiendo desde la reforma de 1945. El carácter de Distrito Capital, a nuestro juicio, sólo admite como justificación el hecho de darle a ciudad una mayor jerarquía, una categoría distinta a las de las demás ciudades y distritos, sobre lo cual, al parecer, hubo consenso dentro de la Asamblea. Su régimen político, fiscal y administrativo será el que determine la Constitución, las leyes especiales que para el mismo se dicten y las disposiciones vigentes para los demás municipios.


LA TRANSFORMACION DEL CONGRESO


El Congreso es el instrumento que permite contar con leyes de las que cabe presumir su bondad y justicia intrínsecas, por lo que puede exigirse perentoriamente su vigencia plena. Hemos anhelado dotar a la ley del mayor vigor y eficacia. Y el primer presupuesto que debe cumplirse es el de poder contar, con breve plazo, con un órgano legislativo completamente renovado y transparente en el desarrollo de la elevada misión que la sociedad le ha confiado. Trátase, en fin, de tener un Congreso eficiente y ageno a todo factor que pueda perturbar el adelanto de sus tareas, recogiendo así una legítima aspirasen nacional, que no es otra que la de convertirlo en el foro supremo de la nueva política que ha de surgir cuando tenga aplicación la reforma constitucional. El Congreso tenía que ser liberado cuanto antes del sinnúmero de condicionamientos externos que deterioraron gravemente su imagen ante el país y lo sumieron en el descrédito generalizado. El propósito era, y de ello no podía haber duda, el de dignificarlo a través de una modificación sustancial de su régimen constitucional.

Finalmente, la necesidad de asegurar la vigencia y perdurabilidad del nuevo marco institucional, así como la de dar viabilidad a su reglamentación legislativa, hizo obvia la consecuencia de convocar a elecciones con el objeto de integrar un nuevo Congreso que refleje auténticamente la nueva política que hemos impulsado siempre y ahora estamos inaugurando.

Tenemos el sincero convencimiento de haber alcanzado este propósito. Se ha recuperado no sólo el sentido original de esta institución sino también el principio de la responsabilidad de sus miembros frente a las expectativas generales. Hemos participado nada menos que se reencuentro con el camino del bien común. En adelante, es de esperar que el Congreso convoque toda la solidaridad de que somo capaces.

De los términos de la reforma se desprende una caractística especial que quizá no ha sido notada a aún. En efecto, el Congreso surge ahora con una función superior a la propiamente legislativa que le permite, mejor, coordinar y regular las facultades normativas que la Constitución entrega a otras autoridades, como la Junta Directiva del Banco de la República y la entidad autónoma que habrá de manejar la televisión colombiana.

De otro lado, hay que subrayarlo, se ha querido vigorizar las funciones de control cuyo ejercicio le es inherente al Congreso y saludable a la democracia nacional. Se tendrá así un adecuado y eficaz dispositivo de control político sobre las actividades gubernamentales; pero es de aclarar, sin embargo, que esta función no recae propiamente sobre la aplicación de un programa político, pues ello no guardaría relación con nuestro régimen presidencial, sino que a través suyo habrá de verificarse la eficacia del Gobierno para atender a las cambiantes circunstancias de la vida nacional y, especialmente, para dar respuesta a las aspiraciones comunes.

Se ha dicho que la transformación del Congreso ha desmeritado y, aún, opacado la figura de los congresistas individualmente considerados. Ello no es rigurosamente cierto, el propósito no ha sido otro que el recuperar la institución, y para tal fin ha resultado indispensable fortalecer las reglas del trabajo colectivo de sus miembros. La persona del congresista continúa siendo inviolable por las opiniones emitidas en el curso de los debates y, a más de ello, se le ha dotado de un fuero especial que le garantiza ser juzgado solamente ante la Corte Suprema de Justicia, previniéndose así la peligrosa intervención de instancias judiciales menores expuestas siempre a mayores veleidades.

Debiera repararse también en la facultad casi exorbitante que se les concede a los congresistas para presentar proyectos de ley mediante iniciativa individual, a diferencia de otras constituciones que exigen la presentación de estos en asocio de un número significativo de colegas.

El severo régimen de inhabilidades e incompatibilidades que prescribe la reforma puede ser, si se quiere un poco excesivo. Ha pesado mucho, ciertamente, la fuerza de antecedentes inmediatos. Ello obedece, además, a la necesidad de establecerlas en forma expresa y taxativa, según o exigen los principios del derecho público. Se necesita de unas reglas precisas que las señalen en forma tal que se vuelvan inquebrantables e induzcan a la observación de un mínimo ético en la conducta. Cuando su cumplimiento se nos haya vuelto un hábito constante y duradero seguramente podremos prescindir de ellas y confiar en que no se incurrirá en causales semejantes sin necesidad de normas prohibitivas. Es de esperar que ello ocurra en un futuro no muy lejano. Este bien puede ser el tema de una próxima enmienda constitucional.

Proclamamos la Constitución de Colombia. Es el final de un esfuerzo. La culminación de una azarosa hazaña. La logramos, corriendo los riesgos.

Es este un texto que pretende representar a Colombia. A un país nuevo, que denodadamente quisimos encontrar. Entre quedarnos atrás, rezagados o ponernos adelante, preferimos la vanguardia.

Nos propusimos intuir lo que quiere nuestro pueblo. El resultado se lo ofrecemos. Al pueblo llano, al que sufre y sobre todo al pueblo que quiere tener una ilusión. Lo que hemos hecho es de su propiedad.

Hemos salvado la tradición jurídica de nuestra tierra.

Ahí volvimos a consagrar, reverentes, lo valores de siempre, los que nos han permitido ser una democracia, los que hicieron posible la convivencia, a pesr de las provocaciones inclementes de una violencia política injustificada. Hemos hecho un tácito homenaje a los constituyentes de 1886.

Toda Constitución es un principio. Aquí, hoy, nace algo. Hemos creado conceptos básicos sobre el Estado, hemos fundado instituciones. A los derechos establecidos de antaño, que conocemos de memoria, agregamos otros explícitos, rotundos, para señalar que cuando se violaron las garantías sociales, ello se hizo contra nuestro querer, contra la voluntad de la gente sencilla. Y si hemos insistido con terquedad, es para restaurar la perdida creencia de que sí somos una raza pacífica.

Hemos manejado una extraordinaria potencia, con toda responsabilidad. Como lo prometimos. Primó siempre el ánimo de acuerdo. Ese acuerdo sobre lo fundamental que ha sido nuestra propuesta y nuestro desvelo.

Esta constitución no fue fruto de imposiciones. Nadie puede considerarse vencido por ella. Ni siquiera quienes han mantenido reticencias o por quienes procuraron su fracaso. Tampoco quienes se lamentan de su posible costo, que fue más el resultado caprichoso de un regionalismo, que de una consecuencia de la transformación institucional que conseguimos.

Ahora necesitamos el respaldo de la opinión. Porque la Constitución, al afianzarse, al desarrollarse, se sigue haciendo a sí misma. esa es la nueva política, limpia, creadora. Sí. Hemos creado, en el escenario de la vida civil, múltiples oportunidades de empezar de nuevo.

En el futuro habrá quien no entienda por qué pusimos tanto celo en aprobar cláusulas para purificar la administración pública.

Esperamos que a las nuevas generaciones no les corresponda vivir en un estado de corrupción como el que hoy padecemos.

Cumplimos el mandato de sanear el Congreso. Fue el más apremiante de cuantos recibimos. Purificado el Congreso, se debe poder gobernar limpiamente.

Conseguimos las bases para recuperar la justicia. Fue una tara ardua. Pero van a estar el Fiscal, el Sistema Acusatorio, el Consejo Superior de la Judicatura y un Procurador vigorizado. Hemos aprobado principios jurídicos que no sólo hacen más eficaz la administración de justicia, sino que la vuelven confiable, porque con ellos impediremos sus desmanes. Y para vigilar hemos creado la hermosa y prometedora figura del defensor del pueblo.

Colombia es un país joven que tiene que ensayar. Debe ensayar. No puede limitarse a las únicas oportunidades que no tengan peligro. Porque los peligros se nos vinieron encima, y para contrarrestarlos no bastan las posturas timoratas.

No vamos a permitir que la reforma se congele. sería una injusticia. La queremos como un cuerpo vivo y no como un documento de archivo.

La Constitución tendrá que ser la fuente de toda la organización jurídica e institucional. Pero queremos que signifique mucho más que eso. Que sea considerada como la carta de navegación de la nacionalidad. Como una ruta hacia lo nuevo, donde las apetencias abrumen a los resquemores.

Quizo Dios propiciarnos esta oportunidad de contribuir a la grandeza. Es un inmerecido don de la Divinidad que agradecemos desde nuestra humilde condición de no ser sino briznas de hierba en las manos del Todo Poderoso.

Cuanto hicimos en la transformación constitucional que hoy proclamamos, tuvo el propósito de restaurar los valores morales. Pretendemos que haya un renacimiento de los conceptos esenciales de la bondad, de lo honesto, de lo verdadero. Y colmaría nuestros anhelos que los colombianos valoráramos de nuevo lo que significa para la paz, la condición espiritual del hombre. Allá, en lo alto, siguen estando todas las posibilidades de preservar para siempre la dignidad humana

Alvaro Gómez Hurtado (Colombia, 1919 - 1995)

miércoles, 24 de diciembre de 2008

La Dictadura en Venezuela: sus efectos en la Economía-Entrevista a González de Tovar

El mayor problema que enfrenta hoy a los venezolanos democráticos es el copamiento de todos los poderes del Estado por parte del actual presidente Hugo Chávez Frías, manifestó el presidente de la Federación de Cámaras y Asociaciones de Comercio y Producción de Venezuela (Fedecamaras), José Manuel González de Tovar, en entrevista exclusiva.

–¿Qué tipo acciones está tomando el sector privado, para evitar el proceso de aniquilación iniciado por el Gobierno de Chávez?
–Nuestras acciones están circunscritas a fortalecer los gremios empresariales, a través de la defensa de la libertad, la democracia, la iniciativa y propiedad privada, y el derecho de todos los venezolanos a escoger su modo de vida. Felizmente Venezuela tiene una tradición democrática muy sólida, y el 85% de la población rechaza todo intento de cercenamiento de los derechos que consagran estos valores que están muy bien definidos en nuestra Constitución vigente. Además, Fedecamaras es una institución emblemática de la sociedad con más de 60 años de fundación. Lamentablemente, los poderes que constituyen las bases de una democracia están manejados por el Poder Ejecutivo: el Poder Judicial, la Justicia Electoral y el Poder Legislativo. Los resultados no son los esperados al punto que el Poder Judicial congela resoluciones desfavorables al Gobierno y, en la mayoría de los casos, favorece o justifica con “artificios legales” la posición del Ejecutivo.

–¿El Gobierno ha promulgado, en tiempo récord, 26 leyes y 500 disposiciones que amenazan la existencia misma del sector privado?
–Fedecamaras introdujo, conjuntamente con Conindustria y Consecomercio (otras entidades empresariales) un recurso de nulidad de dos leyes sancionadas por el Presidente de la República, en el marco de una habilitación especial por 18 meses, que le otorgó la Asamblea Nacional, despojándose de su función vital de legislar. El Presidente, el último día de esa habilitación sacó 26 leyes que constituyen el broche de oro de un proceso, mediante el cual se ha provocado a través de más de 500 disposiciones, normas y leyes, un deslave institucional de la estructura legal que rige las relaciones de la empresa privada y el Estado. Iniciamos esta acción, una vez más, contra dos leyes que consideramos flagrantemente inconstitucionales: la Ley de Seguridad y Soberanía Alimentaria y la Ley de Defensa de las Personas al Acceso de los Bienes y Servicios. Como podrá apreciar, hasta el nombre de las leyes evidencian de que se trata de normas para acosar a la empresa privada, toda vez que ni la “Soberanía Alimentaria” ni el “Acceso a Bienes y Servicios” se decreta, ya que es el ejercicio económico en libertad, la buena gerencia pública concertada con el sector privado y el poder adquisitivo de la población son las únicas garantías de estos derechos individuales y nacionales.

–¿El régimen está debilitado o salió más fortalecido luego de las últimas elecciones?
–Las elecciones fueron una demostración de que cuando existe una convocatoria importante y vital para las instituciones, en este caso la descentralización del poder regional, el pueblo acude a votar. La abstención fue la menor históricamente para elecciones regionales. Se puede decir que el gobierno “cuantitativamente” ganó las elecciones, ya que obtuvo 17 de las 22 gobernaciones, se impuso en 80% de las alcaldías y obtuvo 5.526.510 votos contra 4.752.799 de la oposición y 773.715 de sectores independientes, todo lo cual genera una sensación de poder importante para el Gobierno, por supuesto bajo la presión económica y política amenazante de un proceso político cuyo “único líder” es el presidente Chávez, ya que sus delfines principales fueron derrotados. No obstante, el voto popular se ve “polarizado” en igual proporción; es decir, en valores relativos 50% para el “socialismo” y 50% para la democracia, ya que los otros sectores que no apoyan ni al gobierno ni a la oposición, son democráticos.

–¿Cuáles son las causas del surgimiento de sistema chavista?
–Muy simple. Después de 40 años de democracia, con defectos similares a la mayoría de los países, dos golpes de Estado, con la esperanza frustrada en una mejor distribución de la riqueza, y sin un gobierno eficiente para todos, otorgó a Chávez poderes que muy pocos estadistas democráticos de la historia de la humanidad podían manejar con el equilibrio de justicia propia de grandes dirigentes políticos. Chávez no es un estadista y menos contemporáneo. Pero el Presidente sabe que el mundo es muy diferente al que vivieron los regímenes comunistas del pasado, por eso trata de exportar su “Socialismo del Siglo XXI” y de aliarse con países de clara herencia comunista, para buscar fortalecer su proyecto, pero felizmente ha fracasado en esto hasta ahora.

Cortesía de
Julio Alberto Fleitas (Venezuela)
Diario ABC

lunes, 22 de diciembre de 2008

Era un Aire Suave...

Era un aire suave, de pausados giros;
El hada Harmonía ritmaba sus vuelos;
É iban frases vagas y tenues suspiros
Entre los sollozos de los violoncelos.

Sobre la terraza, junto á los ramajes
Diríase un trémolo de liras eolias
Cuando acariciaban los sedosos trajes
Sobre el tallo erguidas las blancas magnolias.

La marquesa Eulalia risas y desvíos
Daba á un tiempo mismo para dos rivales,
El vizconde rubio de los desafíos
Y el abate joven de los madrigales.

Cerca, coronado con hojas de viña,
Reía en su máscara Término barbudo,
Y, como un efebo que fuese una niña,
Mostraba una Diana su mármol desnudo.

Y bajo un boscaje del amor palestra,
Sobre rico zócalo al modo de Jonia,
Con un candelabro prendido en la diestra
Volaba el Mercurio de Juan de Bolonia.

La orquesta perlaba sus mágicas notas,
Un coro de sones alados se oía;
Galantes pavanas, fugaces gavotas
Cantaban los dulces violines de Hungría.

Al oir las quejas de sus caballeros
Ríe, ríe, ríe, la divina Eulalia,
Pues son su tesoro las flechas de Eros,
El cinto de Cipria, la rueca de Onfalia.

Ay de quien sus mieles y frases recoja!
¡Ay de quien del canto de su amor se fíe!
Con sus ojos lindos y su boca roja,
La divina Eulalia, ríe, ríe, ríe.

Tiene azules ojos, es maligna y bella;
Cuando mira vierte viva luz extraña:
Se asoma á sus húmedas pupilas de estrella
El alma del rubio cristal de Champaña.

Es noche de fiesta, y el baile de trajes
Ostenta su gloria de triunfos mundanos.
La divina Eulalia, vestida de encajes,
Una flor destroza con sus tersas manos.

El teclado hamónico de su risa fina
Á la alegre música de un pájaro iguala,
Con los staccati de una bailarina
Y las locas fugas de una colegiala.

Amoroso pájaro que trinos exhala
Bajo el ala á veces ocultando el pico;
Que desdenes rudos lanza bajo el ala,
Bajo el ala aleve del leve abanico!

Cuando á media noche sus notas arranque
Y en arpegios áureos gima Filomela,
Y el ebúrneo cisne, sobre el quieto estanque
Como blanca góndola imprima su estela,

La marquesa alegre llegará al boscaje,
Boscaje que cubre la amable glorieta
Donde han de estrecharla los brazos de un paje,
Que siendo su paje será su poeta.

Al compás de un canto de artista de Italia
Que en la brisa errante la orquesta deslíe,
Junto á los rivales la divina Eulalia,
La divina Eulalia, ríe, ríe, ríe.

Fué acaso en el tiempo del rey Luis de Francia,
Sol con corte de astros, en campos de azur?
¿Cuando los alcázares llenó de fragancia
La regia y pomposa rosa Pompadour?

Fué cuando la bella su falda cogía
Con dedos de ninfa, bailando el minué,
Y de los compases el ritmo seguía
Sobre el tacón rojo, lindo y leve el pié?

¿O cuando pastoras de floridos valles
Ornaban con cintas sus albos corderos,
Y oían, divinas Tirsis de Versalles,
Las declaraciones de sus caballeros ?

¿ Fué en ese buen tiempo de duques pastores,
De amantes princesas y tiernos galanes,
Cuando entre sonrisas y perlas y flores
Iban las casacas de los chambelanes ?

¿Fué acaso en el Norte ó en el Mediodía ?
Yo el tiempo y el día y el país ignoro,
Pero sé que Eulalia rie todavía,
¡ Y es cruel y eterna su risa de oro !

Rubén Darío (Nicaragua, 1867 - 1916)

domingo, 21 de diciembre de 2008

Un Canto Para Bolívar

Padre nuestro que estás en la tierra, en el agua, en el aire
de toda nuestra extensa latitud silenciosa,
todo lleva tu nombre, padre, en nuestra morada:
tu apellido la caña levanta a la dulzura,
el estaño bolívar tiene un fulgor bolívar,
el pájaro bolívar sobre el volcán bolívar,
la patata, el salitre, las sombras especiales,
las corrientes, las vetas de fosfórica piedra,
todo lo nuestro viene de tu vida apagada,
tu herencia fueron ríos, llanuras, campanarios,
tu herencia es el pan nuestro de cada día, padre.

Tu pequeño cadáver de capitán valiente
ha extendido en lo inmenso su metálica forma,
de pronto salen dedos tuyos entre la nieve
y el austral pescador saca a la luz de pronto
tu sonrisa, tu voz palpitando en las redes.

De qué color la rosa que junto a tu alma alcemos?
Roja será la rosa que recuerde tu paso.
Cómo serán las manos que toquen tu ceniza?
Rojas serán las manos que en tu ceniza nacen.
Y cómo es la semilla de tu corazón muerto?
Es roja la semilla de tu corazón vivo.

Por eso es hoy la ronda de manos junto a ti.
Junto a mi mano hay otra y hay otra junto a ella,
y otra más, hasta el fondo del continente oscuro.
Y otra mano que tú no conociste entonces
viene también, Bolívar, a estrechar a la tuya:
de Teruel, de Madrid, del Jarama, del Ebro,
de la cárcel, del aire, de los muertos de España
llega esta mano roja que es hija de la tuya.

Capitán, combatiente, donde una boca
grita libertad, donde un oído escucha,
donde un soldado rojo rompe una frente parda,
donde un laurel de libres brota, donde una nueva
bandera se adorna con la sangre de nuestra insigne aurora,
Bolívar, capitán, se divisa tu rostro.
Otra vez entre pólvora y humo tu espada está naciendo.
Otra vez tu bandera con sangre se ha bordado.
Los malvados atacan tu semilla de nuevo,
clavado en otra cruz está el hijo del hombre.

Pero hacia la esperanza nos conduce tu sombra,
el laurel y la luz de tu ejército rojo
a través de la noche de América con tu mirada mira.
Tus ojos que vigilan más allá de los mares,
más allá de los pueblos oprimidos y heridos,
más allá de las negras ciudades incendiadas,
tu voz nace de nuevo, tu mano otra vez nace:
tu ejército defiende las banderas sagradas:
la Libertad sacude las campanas sangrientas,
y un sonido terrible de dolores precede
la aurora enrojecida por la sangre del hombre.
Libertador, un mundo de paz nació en tus brazos.
La paz, el pan, el trigo de tu sangre nacieron,
de nuestra joven sangre venida de tu sangre
saldrán paz, pan y trigo para el mundo que haremos.

Yo conocí a Bolívar una mañana larga,
en Madrid, en la boca del Quinto Regimiento,
Padre, le dije, eres o no eres o quién eres?
Y mirando el Cuartel de la Montaña, dijo:
“Despierto cada cien años cuando despierta el pueblo”.

Pablo Neruda (Chile, 1904 - 1973)

sábado, 20 de diciembre de 2008

Apartes de la entrevista de Viereck a Freud en 1926

(Por George Sylvester Viereck*)

"Setenta años me han enseñado a aceptar la vida con alegre humildad, comenzó diciendo el profesor Freud."

La escena en que tuvo lugar nuestra conversación fue su casa de verano en el Semmering, una zona montañosa de los Alpes austríacos donde le agrada reunirse a la Viena elegante.

Desde el momento en que una afección maligna de la mandíbula superior hizo necesaria una operación, Freud usa una ortopedia mecánica para facilitarle el lenguaje.

"Detesto mi mandíbula mecánica porque la lucha con el mecanismo me consume tanta preciosa energía. Sin embargo, prefiero una mandíbula mecánica a no tener ninguna. Todavía prefiero la existencia a la extinción."

"Quizá los dioses son bondadosos con nosotros", siguió diciendo el padre del psicoanálisis, "al hacernos la vida cada vez más desagradable a medida que envejecemos. Al final, la muerte parece menos intolerable que las múltiples cargas que arrastramos".

Freud rehúsa admitir que el destino se haya ensañado con él con especial malicia.

¿Por qué dijo tranquilamente, debería esperar algún favor especial? La vejez, con sus manifiestas incomodidades, nos llega a todos. Golpea a un hombre aquí y a otro allá, Sus golpes siempre se descargan en un lugar vital y la victoria final pertenece inevitablemente al Gusano Conquistador.

"No me rebelo contra el orden universal. Después de todo continuó el maestro indagador del cerebro humano he vivido más de setenta años. Tuve suficiente para comer, gocé de muchas cosas la camaradería de mi mujer, mis hijos, las puestas de sol-. Observé crecer las plantas en primavera. De vez en cuando disfruté de estrechar una mano amiga. Una vez o dos encontré un ser humano que casi me comprendió. ¿Qué más puedo pedir?

Yo le dije: Usted ha tenido fama. Su trabajo afecta a la literatura de toda la tierra. Por su causa, el hombre mira a la vida y a sí mismo con ojos diferentes. Y recientemente, en su septuagésimo aniversario, el mundo se unió para homenajearlo, con la excepción de su propia universidad!

"Si la Universidad de Viena me hubiera reconocido sólo me habría puesto en un aprieto. No hay razón para que ellos decidieran aceptarme a mí o a mi doctrina porque tengo setenta años. No le concedo ninguna importancia especial a los decimales."

¿Cree en alguna forma de persistencia de la personalidad después de la muerte?

"No he pensado nada sobre eso. Todo lo que vive, perece. ¿Por qué debería yo sobrevivir?

¿Le gustaría volver de alguna forma, reintegrarse desde el polvo? En otras palabras, ¿no desea la inmortalidad?

Francamente, no. Si uno reconoce los motivos egoístas que subyacen a toda conducta humana, no tiene el más leve deseo de retornar. La vida, moviéndose en círculo, podría volver a ser la misma.

Por otra parte, incluso si la eterna recurrencia de las cosas, para usar la frase de Nietzsche volviera a reinvestirnos con nuestras vestiduras carnales, ¿de qué beneficio podría sernos esto, sin memoria? No habría enlace entre el pasado y el futuro.

“Por lo que a mí concierne, estoy perfectamente contento de saber que el eterno fastidio de vivir terminará algún día. Nuestra vida es necesariamente una serie de compromisos, una interminable lucha entre el yo y su entorno. El deseo de prolongar la vida indebidamente me parece absurdo."

No hay razón por la que deseáramos vivir más tiempo. Pero hay muchas razones para desear vivir con la menor cantidad posible de incomodidades.

Soy tolerablemente feliz porque estoy agradecido por la ausencia de dolor y por los pequeños placeres de la vida, por mis hijos y por mis flores.

Bernard Shaw afirma que nuestra vida es demasiado corta. Piensa que el hombre puede, si lo desea alargar la duración de la vida humana haciendo jugar su voluntad sobre las fuerzas de la evolución. Piensa que la humanidad puede recobrar la longevidad de los patriarcas.

"Es posible -replicó Freud- que la muerte misma pueda no ser una necesidad biológica. Quizá morimos porque queremos morir. Incluso que del mismo modo que el odio y el amor por la misma persona habitan en nuestro interior al mismo tiempo, la vida combina, con el deseo de mantenerse, un ambivalente deseo de su propia aniquilación.

Igual que una banda de goma extensible tiene la tendencia a volver a asumir su forma original, toda materia viva, conciente o inconcientemente, anhela recobrar la completa y absoluta inercia de la existencia inorgánica. El deseo de vida y el deseo de muerte conviven lado a lado dentro de nosotros.

La Muerte es la compañera del Amor. Juntos gobiernan el mundo. Este es el mensaje de mi libro "Más allá del principio del placer".

"En el comienzo el psicoanálisis dio por sentado que el Amor era lo más importante. Hoy sabemos que la Muerte es igualmente importante".

"Biológicamente, cada ser viviente, no importa cuán intensamente bulla la vida dentro de él, anhela el Nirvana, anhela el cese de la fiebre llamada vida”, anhela retornar al seno de Abraham. El deseo puede ser disfrazado por circunloquios variados. Sin embargo, el último objeto de la vida es su propia extinción".

Eso, exclamé, es la filosofía de la autodestrucción. Justifica el autosacrificio. Lógicamente conduciría al mundo al suicidio.

"La humanidad no elige el suicidio porque la ley de su ser aborrece el camino directo hacia su objetivo. La vida debe completar su cielo de existencia. En todo ser normal, el deseo de vida es suficientemente fuerte para contrabalancear el deseo de muerte, aunque en el final el deseo de muerte pruebe ser más fuerte".

"Nos ilusionamos con la idea de que podemos vencer a la Muerte a voluntad. Lo cual quizá sería posible si no fuera porque tiene un aliado en nuestro propio interior".

"En ese sentido agregó Freud con una sonrisa estamos justificados en decir que toda muerte es un suicidio disfrazado."

Empezó a hacer frío en el jardín. Continuamos nuestra conversación en el estudio. Observé sobre el escritorio de Freud una pila de manuscritos con su prolija escritura.

¿Sobre qué está trabajando?, le pregunté.

"Estoy escribiendo una defensa del análisis profano, el psicoanálisis practicado por profanos. Los doctores quieren declarar legal todo análisis que no sea hecho por médicos recibidos!. La historia, el viejo plagiador, se repite siempre igual después de cada descubrimiento. Los doctores luchan al comienzo para que no se imponga una nueva verdad. Después, tratan de monopolizarla".

¿Tuvo usted mucho apoyo del campo profano?

"Algunos de mis mejores alumnos son legos."

¿Sigue practicando intensamente el psicoanálisis?

"Ciertamente. En este mismo momento estoy trabajando sobre un caso difícil, desenmarañando los conflictos psíquicos de un interesante nuevo paciente".

"Mi hija también es psicoanalista, como usted ve..."

En ese momento la Srta. Anna Freud apareció seguida por su paciente, un muchacho de once años, inequívocamente anglosajón por sus rasgos. El chico parecía perfectamente feliz, completamente inconsciente de un conflicto o alteración en su personalidad.

¿Alguna vez, le pregunté al Profesor Freud, se analizó usted mismo?

"Naturalmente, El psicoanalista debe constantemente analizarse a sí mismo. Analizándonos estamos más capacitados para analizar a otros".

"El psicoanalista es como el chivo expiatorio de los hebreos. Otros cargan sus pecados sobre él. Debe ejercitar su arte hasta el límite para deshacerse de la pesada carga depositada sobre él."

Siempre tengo la impresión, observé, de que el psicoanálisis induce en todos aquellos que lo practican el espíritu de la caridad cristiana. No hay nada en la vida humana que el psicoanálisis no pueda hacernos comprender. " Tout comprendre c'est tout perdonner" “Comprender todo es perdonar todo”-

"Al contrario -tronó Freud mientras sus rasgos asumían la orgullosa severidad de un profeta hebreo, comprender todo no es perdonarlo todo. El psicoanálisis nos enseña no sólo lo que podemos soportar sino también lo que debemos evitar. Nos dice qué es lo que debe ser exterminado. La tolerancia del mal no es de ningún modo un corolario del conocimiento."

Repentinamente comprendí por qué Freud había luchado tan amargamente contra aquellos de sus seguidores que habían desertado de él, por qué no pudo perdonarles su alejamiento del camino recto del psicoanálisis ortodoxo. Su sentido de la rectitud es la herencia de sus antecesores. Una herencia de la que él está orgulloso, tan orgulloso como de su raza.

"Mi lengua es el alemán me explicó-. Mi cultura y mi formación son alemanas. Me consideraba a mí mismo intelectualmente un alemán, hasta que me di cuenta del incremento del perjuicio antisemítico en Alemania y en la Austria alemana. Desde ese momento, ya no me considero más alemán. Prefiero considerarme judío."

De algún modo esta observación me desilusionó.

Me parecía que el espíritu de Freud debía morar en las alturas, más allá de cualquier prejuicio de raza, que no debía ser manchado por ninguna clase de rencor. Sin embargo, su genuina indignación, su honesta cólera me lo hizo más atractivamente humano.

Aquiles sería intolerable si no fuera por su talón!

Me agrada, señor profesor, observé, que usted también tenga sus complejos, que también usted traicione su mortalidad.

"Nuestros complejos replicó Freud son la fuente de nuestra debilidad, pero también a menudo son la fuente de nuestra fuerza."

Me pregunto, observé, qué clase de complejos tengo!

"Un análisis serio replicó Freud toma al menos un año. Puede incluso llevar dos o tres. Usted está dedicando muchos años de su vida a la caza del león. Ha buscado, año tras año, las figuras descollantes de su generación, invariablemente hombres mayores que usted. Roosevelt, el Kaiser, Hindenburg, Briand, Foch, Joffre, George Brandes, Gerhart Hauptmann y George Bernard Shaw…”
Es parte de mi trabajo.

"Pero es también su preferencia. El gran hombre es un símbolo. Su búsqueda es la búsqueda de su corazón. Usted está buscando el gran hombre que tome el lugar del padre. Es parte de su complejo paterno."

Vehementemente negué la aseveración de Freud. Sin embargo, reflexionando, me pareció que podría haber una verdad, no sospechada por mí, en su sugerencia casual. Podía ser el mismo impulso que me llevaba hacia él.

Desearía, observé después de un momento, poder permanecer aquí suficiente tiempo para echar un vistazo a mi corazón a través de sus ojos.

Quizá, como la Medusa, moriría de terror enfrentando a mi propia imagen! Pero sé mucho de psicoanálisis, y temo que me anticiparía o trataría de anticiparme a sus interpretaciones.

"La inteligencia en un paciente replicó Freud ­no es una desventaja. Por el contrario, a veces facilita la tarea."

En este punto, el maestro del psicoanálisis difiere, de muchos de sus adherentes que rechazan cualquier autointerpretación del paciente en tratamiento.

La mayoría de los psicoanalistas emplean el método freudiano de la "libre asociación". Estimulan al paciente a decir todo lo que le venga a la mente, no importa cuán estúpido, obsceno, inoportuno o irrelevante pueda parecer. Siguiendo huellas aparentemente insignificantes, pueden rastrear hasta su guarida a los dragones psíquicos que lo rondan. Les disgusta que el paciente desee cooperar activamente, porque temen que una vez que la dirección de la búsqueda comience a quedar clara para él, sus deseos y resistencias luchando inconscientemente para preservar sus secretos puedan lograr despistar al cazador psíquico y hacerle perder el rastro. También Freud reconoce este peligro.

"¿Cuál es su objeción a las bestias? replicó Freud, prefiero infinitamente más la sociedad de los animales que la sociedad humana."

¿Por qué?

"Porque son mucho más simples. No sufren de una personalidad dividida ni de Ia desintegración del yo, que resulta de los intentos del hombre de adaptarse a pautas de la civilización demasiado altas para su mecanismo intelectual y psíquico.

"El salvaje, como la bestia, es cruel, pero carece de la mezquindad del hombre civilizado. La mezquindad es la revancha del hombre sobre la sociedad por las restricciones que ésta le impone. Esta necesidad de venganza anima al reformador profesional y al buscavida. El salvaje le puede cortar la cabeza, se lo puede comer, lo puede torturar, pero le ahorrará los continuos pequeños aguijoneos que a menudo vuelven casi intolerable la vida en una comunidad civilizada.

"Los más desagradables hábitos e idiosincrasias del hombre, sus mentiras, su cobardía, su falta de reverencia, son engendrados por su incompleta adaptación a una civilización determinada. Es el resultado de los conflictos entre nuestros instintos y nuestra cultura.

"¡Cuánto más agradables son las simples, directas e intensas emociones de un perro, moviendo la cola o ladrando su displacer! Las emociones del perro agregó Freud pensativamente nos recuerdan a algunos de los héroes de la antigüedad. Quizás ésa es la razón por la que, inconscientemente les damos a nuestros canes los nombres de los héroes antiguos, tales como Aquiles y Héctor."

Mi propio perro, interrumpí, se llama Ajax.

Freud sonrió.

Estoy contento, agregué, de que no pueda leer. ¡Sería un miembro menos deseable en la casa si pudiera gruñir sus opiniones sobre los traumas psíquicos y el complejo de Edipo!

Incluso usted, profesor, encuentra la existencia demasiado compleja. Sin embargo, me parece que usted mismo es parcialmente responsable por las complejidades de la civilización moderna. Antes de que inventara el psicoanálisis no sabíamos que nuestra personalidad estaba dominada por una beligerante hueste de complejos altamente objetables. ¡El psicoanálisis ha hecho de la vida un complicado rompecabezas!

"De ningún modo replicó Freud, el psicoanálisis simplifica la vida. Adquirimos una nueva síntesis después del análisis. El psicoanálisis reorganiza el laberinto de impulsos extraviados y trata de volver a enrollarlos al carrete al que pertenecen. O, para cambiar la metáfora, provee el hilo que conduce a un hombre fuera del laberinto de su propio inconsciente."

Superficialmente parece, sin embargo, que la vida humana no tendría por qué ser tan compleja, Y cada día alguna nueva idea propuesta por usted o por alguno de sus discípulos vuelve el problema de la conducta humana más complejo y más contradictorio.

Por lo menos el psicoanálisis nunca le cierra la puerta a una nueva verdad.

Algunos de sus discípulos, más ortodoxos que usted, quedan adheridos a cada pronunciamiento que emana de usted.

"La vida cambia y el psicoanálisis también cambia observó Freud, estamos sólo en los comienzos de una nueva ciencia."

Me da la impresión de que la estructura científica que usted ha erigido es muy elaborada. Sus principios la teoría del desplazamiento, de la "sexualidad infantil" y de la "simbología del sueño" parecen ser fantásticamente permanentes.

"Sin embargo, le repito, estamos sólo al comienzo. Yo soy únicamente un iniciador. Tuve éxito en sacar a la superficie monumentos enterrados en el sustrato de la mente. Pero donde yo, he descubierto unos pocos templos, otros pueden descubrir un continente."

¿Todavía pone el énfasis más importante en el sexo?

"Le replico con las palabras del gran poeta Walt Whitman: 'Careceríamos de todo si careciéramos de sexo'. De todos modos, le acabo de explicar que hoy le doy casi la misma importancia a lo que está 'más allá' del placer la muerte, la negación de la vida. Este deseo explica por qué algunos hombres aman el dolor, como un paso hacia la aniquilación! Explica por qué todos los hombres buscan el descanso, por qué el poeta agradece.

"Pude haber cometido muchos errores, pero estoy completamente seguro de que no me equivoqué cuando enfaticé la importancia del instinto sexual. Es porque es tan fuerte que el instinto sexual choca más frecuentemente con las convenciones y las salvaguardas de la civilización. La humanidad, en su propia autodefensa, busca negar su suprema importancia. El proverbio dice que: "si usted rasca al ruso, por debajo aparece el tártaro". Analice cualquier emoción humana, no importa cuán lejos pueda aparentemente estar de la esfera sexual, y esté seguro de que descubrirá en alguna parte el instinto primal al que la vida debe su perpetuación."

La noche había caído.

Para mí ya era tiempo de tomar el tren de vuelta a la ciudad que una vez albergó el esplendor imperial de los Habsburgo.

Freud, acompañado por su mujer y su hija, trepó, para despedirme, los escalones que conducían desde su refugio de la montaña a la calle. Me pareció gris y triste mientras levantaba la mano como despedida.

"No me haga aparecer como un pesimista remarcó después del último apretón de manos, yo no desdeño al mundo, expresar desprecio por el mundo es sólo otro modo de cortejarlo, de ganar audiencia y aplausos!"

"No, no soy un pesimista, no mientras tenga a mis hijos, a mi mujer y a mis flores!

"Afortunadamente agregó sonriendo las flores no tienen ni carácter ni complejidades, amo mis flores. Y no soy infeliz, al menos no más infeliz que los otros."

* Tomado de The Penguin Book of Interviews. An Anthology from 1859 to the present days, Unidres, Ed. C. Silvesier, 1994. Traducción del inglés: Beatriz Castillo para la revista "Conjetural". Agradecimiento a la Dra Mónica Riveros, Psiquiatra.

martes, 16 de diciembre de 2008

Blacamán el Bueno, vendedor de Milagros

Desde el primer domingo que lo vi me pareció una mula de monosabio, con sus tirantes de terciopelo pespuntados con filamentos de oro, sus sortijas con pedrerías de colores en todos los dedos y su trenza de cascabeles, trepado sobre una mesa en el puerto de Santa María del Darién, entre los frascos de específicos y las yerbas de consuelo que él mismo preparaba y vendía a grito herido por los pueblos del Caribe, sólo que entonces no estaba tratando de vender nada de aquella cochambre de indios sino pidiendo que le llevaran una culebra de verdad para demostrar en carne propia un contraveneno de su invención, el único infalible, señoras y señores, contra las picaduras de serpientes, tarántulas y escolopendras, y toda clase de mamíferos ponzoñosos. Alquien que parecía muy impresionado por su determinación consiguió nadie supo dónde y le llevó dentro de un frasco una mapaná de las peores, de esas que empiezan por envenenar la respiración, y él la destapó con tantas ganas que todos creimos que se la iba a comer, pero no bien se sintió libre el animal saltó fuera del frasco y le dio un tijeretazo en el cuello que ahí mismo lo dejó sin aire para la oratoria, y apenas tuvo tiempo de tomarse el antídoto cuando el dispensario de pacotilla se derrumbó sobre la muchedumbre y él quedó revolcándose en el suelo con el enorme cuerpo desbaratado como si no tuviera nada por dentro, pero sin dejarse de reir con todos sus dientes de oro. Cómo sería el estrépito, que un acorazado del norte que estaba en el muelle desde hacía como veinte años en visita de buena voluntad declaró la cuarentena para que no se subiera a bordo el veneno de la culebra, y la gente que estaba santificando el domingo de ramos se salió de la misa con sus palmas benditas, pues nadie quería perderse la función del emponzoñado que ya empezaba a inflarse con el aire de la muerte, y estaba dos veces más gordo de lo que había sido, echando espuma de hiel por la boca y resollando por los poros, pero todavía riéndose con tanta vida que los cascabeles le cascabeleaban por todo el cuerpo. La hinchazón le reventó los cordones de las polainas y las costuras de la ropa, los dedos se le amorcillaron por la presión de las sortijas, se puso del color del venado en salmuera y se le salieron por la culata unos requiebros de postrimerías, así que todo el que había visto un picado de culebra sabía que se estaba pudriendo antes de morir y que iba a quedar tan desmigajado que tendrían que recogerlo con una pala para echarlo dentro de un saco, pero también pensaban que hasta en su estado de aserrín iba a seguirse riendo. Aquello era tan increíble que los infantes de marina se encaramaron en los puentes del barco para tomarle retratos en colores con aparatos de larga distancia, pero las mujeres que se habían salido de misa les descompusieron las intenciones, pues taparon al moribundo con una manta y le pusieron encima las palmas benditas, una porque no les gustaba que la infantería profanara el cuerpo con máquinas de adventistas, otras porque les daba miedo seguir viendo aquel idólatra que era capaz de morirse muerto de risa, y otras por si acaso conseguían con eso que por lo menos el alma se le desenvenenara. Todo el mundo lo daba por muerto, cuando se apartó los ramos de una brazada, todavía medio atarantado y todo desconvalecido por el mal rato, pero enderezó la mesa sin ayuda de nadie, se volvió a subir como un cangrejo, y ya estaba otra vez gritando que aquel contraveneno era sencillamente la mano de Dios en un frasquito, como todos lo habíamos visto con nuestros propios ojos, aunque sólo costaba dos cuartillos porque él no lo había inventado como negocio sino por el bien de la humanidad, y a ver quién dijo uno, señoras y señores, no más que por favor no se me amontonen que para todos hay.

Por supuesto que se amontonaron, y que hicieron bien, porque al final no hubo para todos. Hasta el almirante del acorazado se llevó un frasquito, convencido por él de que también era bueno para los plomos envenenados de los anarquistas, y los tripulantes no se conformaron con tomarle subido en la mesa los retratos en colores que no pudieron tomarle muerto, sino que le hicieron firmar autógrafos hasta que los calambres le torcieron el brazo. Era casi de noche y sólo quedábamos en el puerto los más perplejos, cuando él buscó con la mirada a alguno que tuviera cara de bobo para que lo ayudara a guardar los frascos, y por supuesto se fijó en mí. Aquella fue como la mirada del destino, no sólo del mío sino también del suyo, pues de eso hace más de un siglo y ambos nos acordamos todavía como si hubiera sido el domingo pasado. El caso es que estábamos metiendo su botica de circo en aquel baúl con vueltas de púrpura que más bien parecía el sepulcro de un erudito, cuando el debió verme por dentro alguna luz que no me había visto antes, porque me preguntó de mala índole quién eres tú, y yo le contesté que era el único huérfano de padre y madre a quien todavía no se le había muerto el papá, y él soltó unas carcajadas más estrepitosas que las del veneno y me preguntó después qué haces en la vida, y yo le contesté que no hacía más que estar vivo porque todo lo demás no valía la pena, y todavía llorando de risa me preguntó cuál es la ciencia que más quisieras conocer en el mundo, y esa fue la única vez en que le contesté sin burlas la verdad, que quería ser adivino, y entonces no se volvió a reir sino que me dijo como pensando de viva voz que para eso me faltaba poco, pues ya tenía lo más difícil de aprender, que era mi cara de bobo. Esa misma noche habló con mi padre, y por un real y dos cuartillos y una baraja de pronosticar adulterios, me compró para siempre.

Así era Blacamán, el malo, porque el bueno soy yo. Era capaz de convencer a un astrónomo de que el mes de febrero no era más que un rebaño de elefantes invisibles, pero cuando la buena suerte se le volteaba se volvía bruto del corazón. En sus tiempos de gloria había sido embalsamador de virreyes, y dicen que les componía una cara de tanta autoridad que durante mucho años seguían gobernando mejor que cuando estaban vivos, y que nadie se atrevía a enterrarlos mientras él no volviera a ponerles su semblante de muertos, pero el prestigio se le descalabró con la invención de un ajedrez de nunca acabar que volvió loco a un capellán y provocó dos suicidios ilustres, y así fue decayendo de intérprete de sueños en hipnotizador de cumpleaños, de sacador de muelas por sugestión en curandero de feria, de modo que por la época en que nos conocimos ya lo miraban de medio lado hasta los filibusteros. Andábamos a la deriva con nuestro tenderete de chanchullos, y la vida era una eterna zozobra tratando de vender los supositorios de evasión que volvían transparentes a los contrabandistas, las gotas furtivas que las esposas bautizadas echaban en la sopa para infundir el temor de Dios en los maridos holandeses, y todo lo que ustedes quieran comprar por su propia voluntad, señoras y señores, porque esto no es una orden sino un consejo, y al fin y al cabo, tampoco la felicidad es una obligación. Sin embargo, por mucho que nos muriéramos de risa de sus ocurrencias, la verdad es que a duras penas nos alcanzaban para comer, y su última esperanza se fundaba en mi vocación de adivino. Me encerraba en el baúl sepulcral disfrazado de japonés y amarrado con cadenas de estribor para que tratara de adivinar lo que pudiera, mientras él le daba vueltas a la gramática buscando el mejor modo de convencer al mundo de mi nueva ciencia, y aquí tienen, señoras y señores, a esta criatura encandilada por las luciérnagas de Ezequiel, y usted que se ha quedado ahí con esa cara de incrédulo vamos a ver si se atreve a preguntarle cuándo se va a morir, pero nunca conseguí adivinar ni la fecha en que estábamos, así que él me desahució como adivino porque el sopor de la digestión te trastorna la glándula de los presagios, y resolvió llevarme donde mi padre para que le devolviera la plata. Sin embargo, en esos tiempos le dio por encontrar aplicaciones prácticas para la electricidad del sufrimiento, y se puso a fabricar una máquina de coser que funcionara conectada mediante ventosas con la parte del cuerpo en que se tuviera un dolor. Como yo pasaba la noche quejándome de las palizas que él me daba para conjurar la mala suerte, tuvo que quedarse conmigo como probador de su invento, y así el regreso se nos fue demorando y se le fue componiendo el humor, hasta que la máquina funcionó tan bien que no sólo cosía mejor que una novicia, sino que además bordaba pájaros y astromelias según la posición y la intensidad del dolor. En esas estábamos, convencidos de haber burlado otra vez a la adversidad, cuando nos alcanzó la noticia de que el comandante del acorazado había querido repetir en Filadelfia la prueba del contraveneno, y se convirtió en mermelada de almirante en presencia de su estado mayor.

No se volvió a reir en mucho tiempo. Nos fugamos por desfiladeros de indios, y mientras más perdidos nos encontrábamos más claras nos llegaban las voces de que los infantes de marina habían invadido la nación con el pretexto de exterminar la fiebre amarilla, y andaban descabezando a cuanto cacharrero inveterado o eventual encontraban a su paso, y no sólo a los nativos por precaución, sino también a los chinos por distracción, a los negros por costumbre y a los hindúes por encantadores de serpientes, y después arrasaron con la fauna y la flora y con lo que pudieron del reino mineral, porque sus especialistas en nuestros asuntos les habían enseñado que la gente del Caribe tenía la virtud de cambiar de naturaleza para embolatar a los gringos. Yo no entendía de dónde les había salido aquella rabia, no por qué nosotros teníamos tanto miedo, hasta que nos hallamos a salvo en los vientos eternos de la Guajira, y sólo allí tuvo ánimos para confesarme que su contraveneno no era más que ruibarbo con trementina, pero que le había pagado dos cuartillos a un calanchín para que le llevara aquella mapaná sin ponzoña. Nos quedamos en las ruinas de una misión colonial, engañados con la esperanza de que pasaran los contrabandistas, que eran hombres de fiar y los únicos capaces de aventurarse bajo el sol mercurial de aquellos yermos de salitre. Al principio comíamos salamandras con flores de escombros, y aún nos quedaba espíritu para reirnos cuando tratamos de comernos sus polainas hervidas, pero al final nos comimos hasta las telarañas de los aljibes, y sólo entonces nos dimos cuenta de la falta que nos hacía el mundo. Como yo no conocía en aquel tiempo ningún recurso contra la muerte, simplemente me acosté a esperarla donde me doliera menos, mientras él deliraba con el recuerdo de una mujer tan tierna que podía pasar suspirando a través de las paredes, pero también aquel recuerdo inventado era un artificio de su ingenio para burlar a la muerte con lástimas de amor. Sin embargo, a la hora en que debíamos habernos muerto se me acercó más vivo que nunca y estuvo la noche entera vigilándome la agonía, pensando con tanta fuerza que todavía no he logrado saber si lo que silbaba entre los escombros era el viento o su pensamiento, y antes del amanecer me dijo con la misma voz y la misma determinación de otra época que ahora conocía la verdad, y era que yo le había vuelto a torcer la suerte, de modo que amárrate bien los pantalones porque lo mismo que me la torciste me la vas a enderezar.

Ahí fue donde se echó a perder el poco de cariño que le tenía. Me quitó los últimos trapos de encima, me enrolló en alambre de púas, me restregó piedras de salitre en las mataduras, me puso en salmuera en mis propias aguas y me colgó por los tobillos para macerarme al sol, y todavía gritaba que aquella mortificación no era bastante para apaciguar a sus perseguidores. Por último me echó a pudrir en mis propias miserias dentro del calabozo de penitencia donde los misioneros coloniales regeneraban a los herejes, y con la perfidia de ventrílocuo que todavía le sobraba se puso a imitar las voces de los animales de comer, el rumor de las remolachas en octubre y el ruido de los manantiales, para torturarme con la ilusión de que me estaba muriendo de indigencia en el paraíso. Cuando por fin lo abastecieron los contrabandistas, bajaba al calabozo para darme de comer cualquier cosa que no me dejara morir, pero luego me hacía pagar la caridad arrancándome las uñas con tenazas y rebajándome los dientes con piedras de triturar, y mi único consuelo era el deseo de que la vida me diera tiempo y fortuna para desquitarme de tanta infamia con otros martirios peores. Yo mismo me asombraba de que pudiera resistir la peste de mi propia putrefacción, y todavía me echaba encima las sobras de sus almuerzos y mataba animales del desierto y los ponía por los rincones para que el aire del calabozo se acabara de envenenar. No sé cuánto tiempo había pasado, cuando me llevó el cadáver de un conejo para mostrarme que prefería echarlo a pudrir en vez de dármelo a comer, y hasta allí me alcanzó la paciencia y solamente me quedó el rencor, de modo que agarré el conejo por las orejas y lo mandé contra la pared con la ilusión de que era él y no el animal el que se iba a reventar y entonces fue cuando sucedió, como en un sueño, que el conejo no sólo resucitó con un chillido de espanto, sino que regresó a mis manos caminando por el aire.

Así fue como empezó mi vida grande. Desde entonces ando por el mundo desfiebrando a los palúdicos por dos pesos, visionando a los ciegos por cuatro con cincuenta, desaguando a los hidrópicos por dieciocho, completando a los mutilados por veinte pesos si lo son de nacimiento, por veintidós si lo son por accidente o peloteras, por veinticinco si lo son por causa de guerras, terremotos, desembarcos de infantes o cualquier otro gesto de calamidades públicas, atendiendo a los enfermos comunes al por mayor mediante arrego especial, a los locos según su tema, a los niños por mitad de precio y a los bobos por gratitud, y a ver quién se atreve a decir que no soy un filántropo, damas y caballeros, y ahora sí, señor comandante de la vigésima flota, ordene a sus muchachos que quiten las barricadas para que pase la humanidad doliente, los lazariños a la izquierda, los epilépticos a la derecha, los tullidos donde no estorben y allá detrás los menos urgentes, no más que por favor no se me apelotonen que después no respondo si se les confunden las enfermedades y quedan curados de lo que no es, y que siga la música hasta que hierva el cobre, y los cohetes hasta que se quemen los ángeles y el aguardiente hasta matar la idea, y vengan los maritornes y los maromeros, los matarifes y los fotógrafos, y todo eso por cuenta mía, damas y caballeros, que aquí se acabó la mala fama de los Blacamanes y se armó el despelote universal. Así los voy adormeciendo, con técnicas de diputado, por si acaso me falla el criterio y algunos se me quedan peor de lo que estaban. Lo único que ya no hago es resucitar a los muertos, porque apenas abren los ojos contramatan de rabia al perturbador de su estado, y a fin de cuentas los que no se suicidan se vuelven a morir de desilusión. Al principio me perseguía un congreso de sabios para investigar la legalidad de mi industria, y cuando estuvieron convencidos me amenazaron con el infierno de Simón el Mago y me recomendaron una vida de penitencia para que llegara a ser santo, pero yo les contesté sin menosprecio de su autoridad que era precisamente por ahí por donde había empezado. La verdad es que yo no gano nada con ser santo después de muerto, yo lo que soy es un artista, y lo que único que quiero es estar vivo para seguir a pura de flor de burro con este carricoche convertible de dieciséis cilindros que le compré al cónsul de los infantes, con este chofer trinitario que era barítono de la ópera de los piratas de Nueva Orleans, con mis camisas de gusano legítimo, mis lociones de oriente, mis dientes de topacio, mi sombrero de tartarita y mis botines de dos colores, durmiendo sin despertador, bailando con las reinas de la belleza y dejándolas como alucinadas con mi retórica de diccionario, y sin que me tiemble la pajarilla si un miércoles de ceniza se me marchitan las facultades, que para seguir con esta vida de ministro me basta con mi cara de bobo y me sobra con el tropel de tiendas que tengo desde aquí hasta más allá del crepúsculo, donde los mismos turistas que nos andaban cobrando al almirante trastabillan ahora por comprar los retratos con mi rúbrica, los almanaques con mis versos de amor, las medallas con mi perfil, mis pulgadas de ropa, y todo eso sin la gloriosa conduerma de estar todo el día y toda la noche esculpido en mármol ecuestre y cagado de colondrinas como los padres de la patria.

Lástima que Blacamán el malo no pueda repetir esta historia para que vean que no tiene nada de invención. La última vez que alguien lo vio en este mundo había perdido hasta los estoperoles de su antiguo esplendor, y tenía el alma desmantelada y los huesos en desorden por el rigor del desierto, pero todavía le sobró un buen par de cascabeles para reaparecer aquel domingo en el puerto de Santa María del Darién con el eterno baúl sepulcral, sólo que entonces no estaba tratando de vender ningún contraveneno sino pidiendo con la voz agrietada por la emoción que los infantes de marina lo fusilaran en espectáculo público para demostrar en carne propia las facultades resucitadoras de esta criatura sobrenatural, señoras y señores, y aunque a ustedes les sobra derecho para no creerme después de haber padecido durante tanto tiempo mis malas mañas de embustero y falsificador, les juro por los huesos de mi madre que esta prueba de hoy no es nada del otro mundo sino la humilde verdad, y por si les quedara alguna duda fíjense bien que ahora no me estoy riendo como antes sino aguantando las ganas de llorar. Cómo sería de convincente, que se desabotonó la camisa con los ojos ahogados de lágrimas y se daba palmadas de mulo en el corazón para indicar el mejor sitio de la muerte, y sin embargo los infantes de marina no se atrevieron a disparar por temor de que las muchedumbres dominicales les conocieran el desprestigio. Alguien que quizás no olvidaba los blacamanismos de otra época consiguió nadie supo dónde y le llevó dentro de una lata unas raíces de barbasco que habrían alcanzado para sacar a flote a todas las corbinas del Caribe, y él las destapó con tantas ganas como si de verdad se las fuera a comer, y en efecto se las comió, señoras y señores, no más que por favor no se me conmuevan ni vayan a rezar por mi descanso, que esta muerte no es más que una visita. Aquella vez fue tan honrado que no incurrió en estertores de ópera sino que se bajó de la mesa como un cangrejo, buscó en el suelo a través de las primeras dudas el lugar más digno para acostarse, y desde allí me miró como a una madre y exhaló el último suspiro entre sus propios brazos, todavía aguantando sus lágrimas de hombre y torcido al derecho y al revés por el tétano de la eternidad. Fue esa la única vez, por supuesto, en que me fracasó la ciencia. Lo metí en aquel baúl de tamaño premonitorio donde cupo de cuerpo entero, le hice cantar una misa de tinieblas que me costó cincuenta doblones de a cuatro porque el oficiante estaba vestido de oro y había además tres obispos sentados, le mandé a edificar un mausoleo de emperador sobre una colina expuesta a los tiempos más propicios del mar, con una capilla para él solo y una lápida de hierro donde quedó escrito con mayúsculas góticas que aquí yace Blacamán el muerto, mal llamado el malo, burlador de los infantes y víctima de la ciencia, y cuando estas honras me bastaron para hacerle justicia por sus virtudes empecé a desquitarme de sus infamias, y entonces lo resucité dentro del sepulcro blindado, y allí lo dejé revolcándose en el horror. Eso fue mucho antes de que a Santa María del Darién se le tragara la marabunta, pero el mausoleo sigue intacto en la colina, a la sombra de los dragones que suben a dormir en los vientos atlánticos, y cada vez que paso por estos rumbos le llevo un automóvil cargado de rosas y el corazón me duele de lástima por sus virtudes, pero después pongo el oído en la lápida para sentirlo llorar entre los escombros del baúl desbaratado, y si acaso se ha vuelto a morir lo vuelvo a resucitar, pues la gracia del escarmiento es que siga viviendo en la sepultura mientras yo esté vivo, es decir, para siempre.

Gabriel García Márquez (Colombia, 1927)

Mientras los criminales son premiados, los servidores son encarcelados...el Estado fascista y los Convenios de Ginebra

Médicos en la mira

Estremece saber que por cuenta de la lucha contra la guerrilla se cometan injusticias atroces, como la que padecen importantes médicos, acusados de rebelión por atender, voluntaria o involuntariamente, a miembros de la insurgencia.
La acusación es sencilla pero dramática. Prestantes galenos, cargados de especializaciones y de responsabilidades en la comunidad, son acusados de haber concurrido a brigadas de salud, que en algunos casos tuvieron como pacientes a guerrilleros. No obstante que algunos de esos facultativos asistieron a esas jornadas sin tener idea de que atenderían rebeldes, no ha valido nada ante la justicia, ni siquiera la demostración de que su presencia en esos lugares obedeció estrictamente a realizar actos médicos y no de proselitismo guerrillero.

Ya en el Perú se vivió una experiencia dolorosa similar al infierno que sufren unos destacados galenos colombianos. Durante la dictadura de Fujimori fue capturada la médica María Teresa de la Cruz Flores, sindicada de terrorismo, por la sola razón de haber atendido a un personaje que portaba propaganda del grupo terrorista Sendero Luminoso. La profesional permaneció injustamente detenida ocho años, pues la legislación antiterrorista peruana sancionaba a quien auxiliara a los guerrilleros, así fuese médicamente. Después de muchas vicisitudes procesales, los testigos admitieron que María Teresa no era guerrillera.

La Corte Interamericana de Derechos Humanos, en sentencia del 18 de noviembre de 2004, declaró responsable al Estado peruano de violar la Convención Americana, por la detención de la médica Cruz Flores, y reconoció la legalidad de los actos médicos, amparados por el artículo 10 del Protocolo II de los Convenios de Ginebra, el cual dispone que “no se castigará a nadie por haber ejercido una actividad médica conforme con la deontología, cualesquiera que hubieren sido las circunstancias o beneficiarios de dicha actividad”. Esta disposición universal también fue incorporada a nuestra legislación, mediante la ley 171 de 1994, declarada exequible en sentencia C 225 de 1995 de la Corte Constitucional.

El caso peruano es emblemático y debería prevenir a nuestras autoridades de la necesidad de entender que si bien es cierto que el Estado tiene el derecho de reprimir el terrorismo, ha de hacerlo observando la ley nacional y los tratados. Al paso que vamos, si no se enmienda esta arbitrariedad, Colombia agregará al prontuario de condenas internacionales por violación a los Derechos Humanos, otra más a instancias de los distinguidos profesionales de la medicina que soportan un duro, injusto y prolongado cautiverio.

El mensaje según el cual un médico jamás puede atender guerrilleros, es una determinación brutal que insulta el derecho universal y que, además, desconoce que el glorioso Ejército Nacional, el mismo que lidera la victoriosa seguridad democrática, presta atención médica a los guerrilleros heridos en combate.

Este país es de locos. Mientras se libera y premia al secuestrador Isaza atropellando todo, el Estado encarcela largamente a médicos decentes por cumplir con el juramento hipocrático, ese sí protegido en el mundo entero.

Dr Ramiro Bejarano Guzmán (Colombia)


Se criminaliza el Juramento Hipocrático?

El alivio del dolor ajeno ha sido protagonista y el núcleo central de las profesiones de la Salud a lo largo de la existencia del ser humano. Desde sus primeros rastros históricos, la medicina se concentró en este primordial derecho del enfermo y deber del médico, y consolidó la inmunidad de la actuación médica: el dolor no tiene raza, clase social, credo religioso ni político. El dolor humano es solo dolor humano y su presencia conmueve y obliga al médico a aliviarlo sin exclusión alguna

Este paradigma ha sido constante en la historia de la medicina y se reafirma cada vez que se gradúa un nuevo contingente de galenos: juran ante Dios y con las palabras del padre Hipócrates, dedicar su vida a aliviar el dolor ajeno, aún a costa de ella misma. Son múltiples las historias de epopeyas de médicos sacrificados en hospitales de campaña, solamente armados de su estetoscopio, como también las de aquellos que ofrendaron la propia existencia auto inoculando microorganismos cuando se empezaron a describir las enfermedades.

Así es la medicina, tiene algo de sagrado, algo de apostolado. Por ello la actividad médica goza de especial protección por parte del estado. Mandatos de orden supra constitucional, que obliga a las naciones, como es la Adición II al Protocolo de Ginebra determina que el personal de salud, en tanto no participa directamente de las hostilidades, tiene derecho a la protección de su vida, y a que se respete su integridad física y dignidad. Asimismo contempla que el cuidado de los heridos y enfermos, hayan o no participado en los conflictos, se hará sin distinción ni restricción alguna.

Los protocolos establecen como parte de los principios generales de la protección a la Misión Médica, el respeto a los fundamentos de la deontología médica, en cuanto al derecho a guardar silencio sobre la información que adquiere en ejercicio de la profesión, cualesquiera hubieren sido las circunstancias o beneficiarios, a no ejercer actos ni trabajos contrarios a las normas médicas y a no ser sancionado por negarse a proporcionar dicha información sobre los enfermos o heridos que haya asistido.

La ley colombiana a través del Código de Ética Médica, renueva la obligación en abstracto del profesional médico: el alivio del dolor, el bienestar del enfermo, por encima de toda apreciación, de todo tamiz, de toda subjetividad.

Asistimos con dolor a la criminalización del juramento. Varios de nuestros colegas hoy están tras las rejas, sometidos a vejámenes insospechados y tratamientos indignos, violados sus derechos a la presunción de inocencia, al debido proceso, a la conservación del secreto profesional. Asistimos a la penalización del ejercicio médico, por el hecho de atender heridos por el inhumano y fratricida conflicto que nos duele y consume como colombianos de bien.

No se trata de profesionales que hayan empuñado las armas en contra del estado. Se trata de médicos que han sido conducidos con engaños o mediante amenazas de muerte a ellos o sus familias, a los sitios en donde la presencia de las autoridades respectivas es nula y sufren abandono por igual , civiles y personas tanto de las fuerzas armadas como de los grupos al margen de la ley.

Como Sociedades Científicas, expresamos nuestro dolor y solidaridad con nuestros colegas, y pedimos a las autoridades en cuyas manos está la decisión, que evalúen siquiera por un momento lo difícil que es para un médico negar sus conocimientos y servicios a quien los necesita.

El país necesita objetividad, no fanatismos. El desgaste que por enjuiciar inocentes tiene el aparato judicial colombiano, permite el crecimiento a su sombra de una criminalidad común y de cuello blanco, que hace cada vez menos posible la vida en nuestra patria. Ahora, no solo habrá de solicitar el carné de la EPS, sino solicitar los antecedentes políticos y judiciales de los usuarios.

Dr. Javier Pérez Torres
Presidente Asociación Nacional de Sociedades Científicas (Colombia)