Por David Emmanuel Vides San Juan, Magister en Filosofía Latinoamericana
“La capacidad moral de los ciudadanos es superior a la de sus gobernantes” (Toureau).
Con esta cita que parece incluso, inspiradora de la obra de Saramago, comienzo este esbozo de análisis sistémico del fenómeno político planteado en la novela del nobel portugués: en una ciudad sin nombre los ciudadanos deciden desde la conciencia individual ejercer su derecho al voto de una manera inesperada, en expresión de tal inconformidad con el sistema político que termina gestando la desestabilidad del mismo. Retomo estos apuntes escritos hace algún tiempo, inspirado en la permanente movilización ciudadana durante el presente año en Colombia, desde la convicción personal de que son estas expresiones las que permiten afirmar, con mayor certeza, la democracia como instrumento real de poder del pueblo. La pretensión es brindar ciertos elementos que pueden servir de incentivo para quienes deseen acercarse a esta obra que, presenta una profunda y crítica visión política en los entresijos de la trama novelesca.
Ahora bien, antes de entrar en materia, quisiera hacer caer en cuenta de un aspecto, que se hace evidente desde la prelectura hasta el desarrollo final de la novela: la cuestión del Anonimato, explicitada en la ausencia de nombres propios a lo largo del escrito (no sólo para las personas, sino también para las entidades: partidos, país, ciudades), en el tema del voto anónimo (resaltado por la idea de un cuadernillo electoral, que resolviera el problema clave de la situación: quién votó y de qué manera lo hizo), incluso en el énfasis que se hace en el color blanco, como ausencia de. De tal modo, planteo el anonimato como telón de fondo y directriz subyacente que dado su carácter intrínseco de misterio, guía tortuosamente los rumbos de la historia.
Sumado a esto, encuentro un referente político fundamental en la comprensión de la situación, cuyo análisis ratifica la importancia de lo mencionado arriba; hago referencia al ejercicio de derechos que corresponde al ciudadano. Desde ciertas perspectivas, la consideración del hombre como sujeto de derechos, supone cierta abstracción del mismo, que reducido al estado de individuo dentro de una colectividad humana, ve su libertad, -capacidad de expresión y actuar-, limitada al ejercicio de estas ‘facultades’ que pese a la perfección de los cánones, no resultan eficaces en su concreción. Lo anterior, sumado a la máxima de Nietzche: “Imagina la ley abstracta, la moral abstracta, la educación abstracta…”, nos remitiría a la afirmación que desde la abstracción del Hombre, con el afán de hacer a todos iguales, las características de la existencia histórica personal –donde se manifiesta la diferencia-, pierden sentido, y ello redunda en el marco del ejercicio político en una concepción desde la cual el ciudadano no tiene rostro ni es importante más allá de un número estadístico, esto es, en función de lo que el gobierno espera de él: la ciudadanía instrumental. Cabe entonces preguntar, ¿quién es el pueblo? Los individuos en función de su pertenencia social, no como personas con vidas e intereses específicos… nuevamente, la cuestión del anonimato.
Iniciando ya la aproximación a la situación política presentada, se presentan varios niveles desde los cuales la visión del problema cambia: las autoridades, la policía como estado intermedio, la ciudadanía de a pie, y, la visión de la comunidad internacional, preocupación frecuente en el gobierno según la obra. No obstante, quisiera seguir en este trabajo el abordaje de tres aspectos fundamentales: la figura de las autoridades y su manejo de la situación, el papel de los medios de comunicación, y una breve alusión a la imagen de la ciudadanía de la capital.
En primer lugar, el Sistema político de la obra está conformado por las autoridades, haciendo parte de este sector, en primera medida, el presidente y sus ministros; pero también, la policía como brazo del ministerio de defensa, y el ayuntamiento, en persona del alcalde. Valga anotar que con el transcurrir de la obra, algunos de los miembros de este sector dejan de pertenecer a él y retornan a la ciudadanía de la capital; tal vez, motivados por el hecho de estar ‘abandonados’ por el gobierno, dentro de la situación y no con una visión externa que ajena a las circunstancias en su experiencia, no les hubiera permitido realizar lo que denomino sus respectivos “procesos de conversión”.
De esta manera, el proceso político se establece con los respectivos estímulos (inputs) al sistema: demandas como el voto mayoritario en blanco y la dinámica de apoyo sugerida por quienes continúan militando en los partidos tradicionales. Éstos suscitan ciertas respuestas (outputs), decisiones por parte de las autoridades. De este modo, aplicando el esquema de Easton, podría intentarse una dinámica en la obra, de la siguiente manera:
INPUTS
1. Voto en blanco (leído como desafío)
2. Resistencia pasiva de la gente y nulidad de resultados
3. Carta sobre la sobreviviente a la ceguera
OUTPUTS
1. Interrogatorio a ciudadanos y espionaje.
2. Abandono de la Capital
3. Infiltración de la policía
La primera fase de este proceso, está marcada por un intento, por parte de las autoridades (léase presidente, primer ministro, ministros de interior y defensa) de diversas reacciones, con miras en suscitar movimientos en la sociedad, que se traduzcan en el rompimiento del anonimato. El voto en blanco, al ser leído por las autoridades como una amenaza, suscita una serie de intentos que fallidos uno tras otro, llegan al extremo, por ejemplo, de un atentado en el sistema de transporte de la ciudad.
Ahora bien, una comprensión de la lógica de las autoridades en los procesos de retroalimentación política que realizan, nos remite a la reflexión entre la legitimidad y la legalidad a la cual hace referencia Deutsch. Brevemente: Cuando se opina que una ley o un gobierno son legítimos, los individuos no pueden violar la ley sin infligirse daño psicológico a ellos mismos; por el contrario, cuando una ley o el gobierno o todo el sistema político aparecen como ilegítimos, los individuos los desafiarán sin remordimientos. Ya en la obra, aunque el desafío hecho por la ciudadanía no toma forma de violación de la ley, sí es una apuesta clara por el rompimiento de los hábitos de obediencia, garantes de la dirección y control ejercidos por el gobierno.
En segundo lugar, los medios de comunicación, que se presentan desde dos modalidades: la prensa y la televisión. A ésta última siempre se hace alusión como transmisora de los mensajes por parte de las autoridades; en la prensa en cambio, aunque la mayoría cumple esta misma función, encontramos dos periódicos pequeños, que contrarios al resto, no hacen ninguna alusión a las situaciones que viven el país o la capital, o no se dejan convencer tan fácilmente de las ideas vendidas por el gobierno (son mencionados al inicio, en el marco del atentado en el metro y luego retomados como instrumento del comisario para contrarrestar la campaña de difamación de la mujer sobreviviente a la ceguera).
De esta manera, es de reconocer el papel fundamental de los medios, en íntima relación con la conciencia (ceguera o lucidez): ¿qué es lo bueno y lo malo, más allá del principio de autoridad? Lo anterior, se ejemplifica en el ‘proceso de conversión’ del comisario quien después de tener una convicción, ésta se revalúa optando por utilizar los mismos instrumentos del enemigo-gobierno: los medios. A partir de ahí, es este periódico menor en importancia, el único que pone en tela de juicio, salvo algunos ciudadanos comunes, el principio de autoridad: las ideas o situaciones, no son necesariamente ciertas por el hecho de salir en la televisión, o porque las diga un miembro del gobierno. En este sentido, también cabría preguntar: ¿quién habla cuando se expresan los medios? ¿Quien se hace presente cuando se emite un comunicado? Nadie, el pueblo, el gobierno, o un sujeto anónimo que junto al poder sobre los medios posee también la capacidad de manipulación de las conciencias de los individuos.
En tercer lugar, en lo referente a la ciudadanía, hay cierta ambigüedad entre la concepción de hombres y mujeres razonables que adelantan una batalla de resistencia pasiva y de seguimiento a su conciencia, y, quienes terminan rindiéndose al poder de los medios: entre ciudadanos que realizan una marcha no violenta, por puro seguimiento a una conciencia tranquila y aquellos que se agolpan frente al edificio de un chivo expiatorio a quien desean culpar de las consecuencias políticas para la ciudad. Con todo, pertenecientes a esta ciudadanía, aparecen gestores inéditos del cambio y de la crisis de las autoridades; un ejemplo claro: el sindicato de aseo, que luego de un par de días de huelga, se deciden por la solidaridad con los capitalinos. Asimismo, el papel de los Grupos Religiosos, que por el contrario, a instancias del gobierno, deciden no hacerse presentes, optando así por un bienestar a largo plazo de acuerdo a sus intereses. Por último, los partidos, uno de los cuales se identifica con la ciudadanía y la apoya, mientras los otros se juegan su estabilidad en el gobierno, no queriendo perder sin embargo el respaldo de quienes se han reconocido fieles a ellos.
Finalmente, espero que los elementos brindados despierten el interés en quienes se preocupan por el asunto político –que habríamos de ser todos- y más aún, quienes dan un voto de confianza a la conciencia política del ciudadano de a pie, que más que a la masa responde a la colectividad comunitaria donde cada convicción individual madura y halla su sentido pleno. Escribió Deutsch: “Nuestras ciudades son redes de política. El agua que bebemos, el aire que respiramos, la seguridad de nuestras calles, la dignidad de nuestros pobres, la salud de nuestros ancianos, la educación de nuestros jóvenes y la esperanza de nuestros grupos minoritarios, están ligados a las decisiones políticas tomadas en el Palacio municipal, en la capital del Estado o del país”; ninguno de nosotros puede considerarse ajeno a ello.
David Emmanuel Vides San Juan (Colombia, 1982)
domingo, 31 de agosto de 2008
viernes, 29 de agosto de 2008
WOLFGANG AMADEUS MOZART (1756-1791) - ALGUNOS ASPECTOS PSICOBIOGRAFICOS
Por Gabriel Fernando Oviedo Lugo, MD
Psiquíatra y Fellow en Psiquiatría de Enlace de la Universidad Javeriana
Introducción
Es sabido que varios compositores famosos padecieron trastornos mentales, entre ellos Frederic Chopin , Robert Schumann y Ludwig van Beethoven. El reconocimiento mundial hacia Mozart como compositor no solo es debido a la genialidad de su música sino también a su temperamento, el cual ha sido representado en varias obras de teatro y películas. Más allá de la reputación que surge de estas fuentes, no tenemos una aproximación clara hacia su personalidad ni a los trastornos mentales que pudo haber sufrido. Varios autores han abordado estos aspectos con diferentes niveles de evidencia. Reichman en 1981 afirma que Mozart experimentó varios episodios depresivos desde temprana edad, por otro lado Davies (1987) argumenta que su biografía evoca un trastorno bipolar tipo II. Otros biógrafos y autores hablan de la posibilidad de la existencia de un trastorno de tics con hiperactividad. La presente revisión tomará algunos aspectos de la infancia y la adolescencia del compositor a la luz de la conceptualización de algunos trastornos mentales y al final se hará un comentario en relación con la obra de arte tomando como referencia algunas ideas de Sigmund Freud y Donald W. Winnicott.
Infancia y Adolescencia de un Prodigio Musical
En Salzburgo, el día 27 de enero de 1756, nace Johannes Chrysostomus Wolfgang Amadeus Mozart, hijo de Leopold Mozart y de Anna Maria Pertl.
Al hablar de Wolfgang Amadeus Mozart, Julian Rushton (Profesor de Música de Cambridge y Oxford, y Presidente de la Royal Musical Association) nos dice lo siguiente: Mozart no era únicamente un niño prodigio sino el talento más prodigioso que jamás existió en la música”, cuando Mozart tenía diez años, el abismo existente entre él y cualquier otro niño de su edad era evidentísimo. Otros han podido demostrar una maestría comparable como instrumentistas, también a una edad temprana, pero pocos se destacaron en el campo de la composición Su legado es más que suficiente para llenar nuestra existencia con esas insuperables imágenes de la perfección musical”
A los 5 años compone su primera obra: Minueto y trío para piano, en Sol Mayor (K.1).
- A los 8 años escribe su Primera Sinfonía, en Mi bemol Mayor (K. 16).
- Y de 1765 en adelante prosigue su composición de obras pianísticas, sinfónicas, sonatas para piano y violín, óperas, etc.
A los seis años Mozart era ya un consumado intérprete de instrumentos de tecla y un eficaz violinista, a la vez que hacía gala de una extraordinaria capacidad para la improvisación y la lectura de partituras. Todavía hoy se interpretan cinco pequeñas piezas para piano que compuso a esa edad. Definitivamente, no era un niño común. Su progenitor era un hombre orgulloso y religioso. Creía que los dones musicales de su hijo eran un milagro divino que él, como padre, tenía la obligación de cultivar.
Su padre Leopold Mozart componía y daba clases de música. En el año del nacimiento de Wolfgang publicó un libro sobre el arte del violín, que tuvo éxito y lo hizo famoso. En 1762 Leopold comenzó a llevar a su hijo de gira por las cortes de Europa. Durante este periodo Wolfang compuso sonatas, tanto para clave como para violín (1763), una sinfonía (1764), un oratorio (1766) y la ópera cómica La finta semplice (1768). En 1769 fue nombrado Konzertmeister del arzobispado de Salzburgo, en ese mismo año parte con su padre a Italia. Durante su estancia en Roma asistió a las audiciones del Miserere, de Gregorio Allegri, en la Capilla Sixtina. Dicha pieza sólo podía escucharse en el Vaticano, pues allí se conservaba la única copia y los cantantes no podían repetir en el exterior ni una sola nota bajo pena de excomunión. Mozart retuvo y recompuso la pieza completa tras la primera audición y la corrigió con la segunda (sólo se entonaba el Miserere dos veces al año, en Semana Santa). El pequeño Wolfgang, pese a estar expuesto a una severa reprimenda, recibió del Pontífice Clemente XIV el título de Caballero de la Orden de la Espuela de Oro. Tres meses después, tras un difícil examen, ingresaba como miembro en la Accademia dei Filamornici, de Bolonia.
Ese mismo año compuso Bastien und Bastienne, su primer Singspiel (tipo de ópera alemana con partes recitadas). Al año siguiente le encargaron escribir su primera gran ópera, Mitrídates, rey del Ponto (1770), compuesta en Milán.
Aspectos Psicobiográficos
La salud de Mozart presentó alteraciones en su infancia, como adulto el numero de composiciones que completo equivalen a aproximadamente 8 horas diarias de escritura, en general se levantaba a las 6 de la mañana y trabajaba hasta las 2 am, físicamente media 1.52 metros, complexión delgada, pálido, pelo castaño claro, nariz prominente, ojos azul intenso y saltones, debido a que las cavidades oculares de su cráneo eran pequeñas. Nació con la cualidad de los músicos: “oído absoluto”, con la que pueden reconocer hasta una octava de tono. Paradójicamente, su oreja izquierda era grande, ancha y plana, malformación que ahora se conoce como “oreja de Mozart”; su cara estaba marcada por .cicatrices dejadas por la viruela. Este personaje sufrió de infecciones respiratorias recurrentes toda su vida. En 1784 adquirió una probable infección estreptocócica complicada con una purpura de Henoch Schonlein y glomerulonefritis. El nunca asistió a la escuela, ya que desde temprana edad inició sus excursiones como niño prodigio por las diferentes cortes de Europa. Desde los seis años realizó constantes viajes para presentaciones artísticas por todo el continente europeo. Fue un niño enfermizo y sufrió en sus numerosos trayectos de fiebres, dolores en las coyunturas y en el abdomen, lo que llevó a los expertos a suponer que tenía “fiebre reumática”, consecuencia de una amigdalitis, además se cree que padeció también fiebre tifoidea, hepatitis y una viruela que casi lo dejó ciego. Es importante destacar que el compositor, a sus 35 años, 10 meses y nueve días de vida, viajó en condiciones precarias 10 años, dos meses y ocho días exactamente, es decir, la tercera parte de su vida.
Su madre había dado a luz a otros seis niños. La mortalidad en esta familia fue alta a la luz de los estándares actuales, no hay evidencia de negligencia o maltrato en los reportes históricos.
Por la correspondencia con su padre podemos ver a un Leopold Mozart caracterizado por ser ambicioso, calculador y obsesivo. Toda su vida intentó luchar para ocupar altos lugares en la sociedad salburgueza y continuamente trato de influenciar a Wolfgang para verlo triunfar en donde el había sido frustrado. Leopold fue para el pequeño Mozart una figura ambivalente. Como un ser extremadamente dominante intentaba dirigir todas sus acciones y mantenerlo en una posición de dependencia. Su madre Anna Maria sufrió de depresión posparto en 1750 en el contexto de las muertes de sus primeros tres niños. Debido a su relativa discreción su influencia en la personalidad de Mozart permanece difícil de abordar. Fundamentándonos en los datos disponibles podemos ver que Mozart pasó sus primeros años en una familia estable y relativamente feliz. Nunca asistió a la escuela, su padre le enseño tanto la música como los aspectos generales de lectura, escritura, aritmética etc. Aprendió a tocar el clavicordio con una gran facilidad y comenzó a componer a los 4 años. Su talento le permitió al Leopold Mozart exhibirlo ante la nobleza europea. A pesar del éxito logrado en estos viajes Wolfgang era descrito en general como poco pretencioso, amable, muy juguetón y extrovertido, sin embargo su hermana escribió en 1792 que Mozart presentaba unos rasgos muy dependientes en su infancia tardía y adolescencia, comentaba como su hermano en ocasiones acosaba a sus amigos para asegurarse de que ellos lo “querían realmente”.
En su adolescencia temprana solía intercambiar correspondencia con su hermana y algunos familiares entre ellos su prima Maria Anna Thekla a la que el escribía textos escatológicos. Estas famosas cartas no son pornográficas en si mismas pero nos hacen pensar sobre el satírico sentido del humor de Mozart ( hipomanía??) centrado en las funciones corporales. Solía usar paráfrasis y anagramas sin sentido, solía guiar la escogencia de sus palabras basándose en sus cualidades rítmicas y musicales además utilizaba con frecuencia asociaciones por consonancia. Algunos de los juegos de palabras encontrados son hinkiti honki punkititi, schlaba pumfa, royka pumpa, natschibinitschibi, sagadarata. Es conocida su tendencia en la infancia a cantar a la hora de acostarse una tonada compuesta por palabras sin sentido “oragnia oriagna figarafa” y la creación de su imaginario “reino del culo”. Su hiperactividad ha sido descrita por varios biógrafos y existen algunas anotaciones de personas que lo vieron en concierto a temprana edad. A partir de la revisión llevada a cabo por Benjamin Simkin, de las cartas escritas por Mozart a familiares y amigos, obtuvo datos que indican que el músico pudo haber padecido el síndrome de Gilles de la Tourette o un trastorno de tics motores o vocales crónicos.
En su artículo "Mozart ´s scatological disorder", publicado en British Medical Journal, en 1992, Simkin señala que 39 de las 371 cartas escritas por Mozart presentan referencias escatológicas. Muchas de estas cartas son peculiares por sus obvios juegos de palabras, por la repetición de palabras oídas o escritas por algún otro (ecolalia) y por la repetición de sus propias palabras (palilalia).
La evidencia de tics surge del material que aportan sus más tempranos biógrafos. Entre ellos, Schlichtegroll; escribe sobre Mozart: " Era pequeño y pálido, y aunque la silueta de su cara era extraordinaria su expresión era memorable y nada salvaba su variabilidad extrema. Sus características se alteraban de un instante al otro, tenía unas maneras peculiares, su cuerpo estaba constantemente en movimiento, era un perpetuo meneo, jugaba incesantemente con sus manos y golpeaba constantemente el piso con sus pies haciéndolo sonar”. Otra citación directa atribuible a una persona con contacto directo con Mozart en varias etapas de su vida (Sophie Haibel) lo describe: “ Aún cuando se lavaba las manos en las mañanas, caminaba todo el tiempo por el cuarto, nunca se quedaba quieto, brincaba y saltaba, hacia sonar un tacón sobre el otro, en la mesa el a menudo torcía las servilletas del comedor y sobaba su labio superior con esta, sin aparentemente darse cuenta de lo que estaba haciendo y a menudo hacía extraordinarias muecas con su boca.., también sus manos y sus pies estaban en continuo movimiento, jugaba siempre con algo; con su sombrero , sus bolsillos, con la mesa o las sillas, como si fuesen un teclado”.
Joseph Lange, un famoso actor, recordó en sus memorias: "En muchas ocasiones, Mozart no sólo hablaba confusamente, sino que a menudo hacía gestos que uno no esperaba de él y siempre, deliberadamente, desatendía su comportamiento. Eran grandes los contrastes entre las divinas ideas de su música y sus repentinos estallidos de vulgares trivialidades."
Mozart fue criado por una familia amorosa pero tenia que soportar todas las presiones relacionadas con las expectativas de su padre así como las implicaciones de su propia genialidad y su impacto en la sociedad. La construcción de su identidad pudo haberse basado en su modelo de padre así como en la imagen de niño prodigio que construyó desde su infancia temprana. En su adolescencia Mozart se confronta con su autoimagen grandiosa y la realidad social de su condición como compositor. Esto puede explicar algunas de sus reacciones depresivas así como algunos comportamientos repetitivos que lo confinaban a nuevos fracasos. La forma incesante de viajar de la familia durante la infancia pudo haber obstaculizado la construcción de una autoimagen estable, es probable que haya sufrido de algún tipo de alteración de identidad; en sus cartas tardías menciona de manera permanente un sentimiento de vacío profundo. Concomitantemente presenta en su adolescencia y juventud un grado importante de impulsividad asociados a varios episodios de disforia y euforia.
Algunos aspectos de la biografía de Mozart hacen pensar en la existencia de un trastorno de personalidad. En 1792 su hermana escribe: Aparte de su música el casi siempre era como un niño, siempre necesitaba a un padre a una madre o a alguien considerado como un guardián. A pesar del gran talento la vida de Mozart estuvo caracterizada por grandes fracasos de manera sucesiva. Mozart nunca pudo encontrar un trabajo estable, ni remuneración adecuada. Reichman (1991) comenta como la falta de madurez y la dificultad para establecer buenas relaciones con patrocinadores potenciales era la causa su incapacidad para encontrar posiciones estables en lo laboral. La relación de Mozart con el dinero también fue afectada por su personalidad. En su infancia hasta su adolescencia tardía su padre fue la persona que controló sus finanzas. Sus dificultades económicas son bien conocidas.
Estos problemas han sido atribuidos históricamente a la falta de generosidad de la nobleza austriaca hacia el. Se sabe que Mozart ganaba aproximadamente 3500 florines al año en los últimos 11 años de su vida ubicándolo en un nivel social de clase media alta. Estos ingresos eran comparables con los de otros compositores de la época en Viena como Antonio Salieri . Un cirujano ganaba un promedio de 1200 florines y un músico común 500 a 800 fl. Esto nos indica que las dificultades económicas por las que Mozart pasó en su vida eran probablemente debidas a un estilo de vida derrochador. Se encuentran varias referencias sobre la dificultad que el presentaba para controlar sus gastos así como algunos “ataques masivos de generosidad”.
Comentarios Finales
La obra de arte en cualquier expresión es un fenómeno multideterminado y viene a ser la resultante de una serie de fuerzas (Brainsky 1997). Freud, en su topografía de la mente no reservó un lugar especial para la experiencia de los aspectos artísticos. Asignó un valor a la realidad psíquica interna, y de ello nació un nuevo valor para cosas reales y verdaderamente exteriores. Usó la palabra “sublimación” para indicar el camino hacia un lugar en que la experiencia cultural adquiere sentido.
Winnicott plantea una tesis, ubicando a la experiencia cultural como un tercer elemento importante dentro de su tesis psicoanalítica, denominándola “tercera zona”. Siendo las otras dos: la realidad psíquica personal y el mundo real.
Denomina a esta tercera zona, la del juego, que se ensancha en el vivir creador y en toda la vida cultural del hombre. Esta es confrontada con la realidad psíquica interior y con el mundo real en el que vive el individuo, que puede ser percibida en forma objetiva. Ubica la experiencia en el espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente, que al mismo tiempo separa al bebe y a la madre cuando el amor materno, exhibido o manifestado como confiabilidad humana, otorga al bebe un sentimiento de confianza en el factor ambiental.El espacio potencial que existe entre el bebe y la madre, entre el niño y la familia, entre el individuo y la sociedad o el mundo depende de la experiencia que conduce a confiar. Se considera fundamental para el individuo, en el sentido que allí experimenta este el vivir creador. (Winnicott 1968)
Mas allá de la producción musical de Wolfgang Amadeus Mozart , sus escritos y su forma de ser hacen parte de un vivir creador. El estilo de sus cartas en apariencia incoherentes, triviales, ingeniosas y obscenas dan cuenta de una capacidad sublimatoria y una pasión creadora. Como vemos a lo largo de su biografía, existen varias crisis vitales que enmarcan su vida, Mozart en su intento de resolverlas encuentra claves simbólicas exitosas. Algunos de sus acertijos literarios esconden sus dolores, temores y sentimientos de pérdida. La presión que Leopold Mozart ejerció en su vida desde su infancia fue intensa y masiva. A lo largo de su vida vemos estrategias concientes para acomodarse a las expectativas paternas y las de sus mecanismos inconscientes para librarse de su mandato. Sin embargo esta característica conflictiva de su vínculo no le impide desarrollar su talento con placer. El arte de Mozart está plasmado con búsqueda de reparación de perdidas y un intento por reconstruir un pasado fragmentado para conmemorar y resucitar objetos de amor perdidos. A través de su vida el luchó contra las demandas de su pasado, así como contra el mantenimiento de patrones de comportamiento arcaicos y la invocación incesante de la imagen de su infancia. Mozart quería dejar su infancia y sus imágenes atrás, destruir la perfección congelada de el “pequeño clavecinista y violinista de porcelana” y en su lugar colocar a un adulto viviente con deseos sexuales, funciones corporales, pensamientos irreverentes e impulsos egoístas.
“Mozart en sus cartas y en su música escribe y compone el contenido de la vida misma, lo trágico y lo cómico, lo grave y lo liviano, de modo tal que lo múltiple, lo contrastante y lo heterogéneo, se mantiene cohesionado por una fuerza que une y complejiza lo diverso en una unidad integradora” (Rubistein y Kuras 2000)
Gabriel Fernando Oviedo Lugo (Colombia, 1977)
Psiquíatra y Fellow en Psiquiatría de Enlace de la Universidad Javeriana
Introducción
Es sabido que varios compositores famosos padecieron trastornos mentales, entre ellos Frederic Chopin , Robert Schumann y Ludwig van Beethoven. El reconocimiento mundial hacia Mozart como compositor no solo es debido a la genialidad de su música sino también a su temperamento, el cual ha sido representado en varias obras de teatro y películas. Más allá de la reputación que surge de estas fuentes, no tenemos una aproximación clara hacia su personalidad ni a los trastornos mentales que pudo haber sufrido. Varios autores han abordado estos aspectos con diferentes niveles de evidencia. Reichman en 1981 afirma que Mozart experimentó varios episodios depresivos desde temprana edad, por otro lado Davies (1987) argumenta que su biografía evoca un trastorno bipolar tipo II. Otros biógrafos y autores hablan de la posibilidad de la existencia de un trastorno de tics con hiperactividad. La presente revisión tomará algunos aspectos de la infancia y la adolescencia del compositor a la luz de la conceptualización de algunos trastornos mentales y al final se hará un comentario en relación con la obra de arte tomando como referencia algunas ideas de Sigmund Freud y Donald W. Winnicott.
Infancia y Adolescencia de un Prodigio Musical
En Salzburgo, el día 27 de enero de 1756, nace Johannes Chrysostomus Wolfgang Amadeus Mozart, hijo de Leopold Mozart y de Anna Maria Pertl.
Al hablar de Wolfgang Amadeus Mozart, Julian Rushton (Profesor de Música de Cambridge y Oxford, y Presidente de la Royal Musical Association) nos dice lo siguiente: Mozart no era únicamente un niño prodigio sino el talento más prodigioso que jamás existió en la música”, cuando Mozart tenía diez años, el abismo existente entre él y cualquier otro niño de su edad era evidentísimo. Otros han podido demostrar una maestría comparable como instrumentistas, también a una edad temprana, pero pocos se destacaron en el campo de la composición Su legado es más que suficiente para llenar nuestra existencia con esas insuperables imágenes de la perfección musical”
A los 5 años compone su primera obra: Minueto y trío para piano, en Sol Mayor (K.1).
- A los 8 años escribe su Primera Sinfonía, en Mi bemol Mayor (K. 16).
- Y de 1765 en adelante prosigue su composición de obras pianísticas, sinfónicas, sonatas para piano y violín, óperas, etc.
A los seis años Mozart era ya un consumado intérprete de instrumentos de tecla y un eficaz violinista, a la vez que hacía gala de una extraordinaria capacidad para la improvisación y la lectura de partituras. Todavía hoy se interpretan cinco pequeñas piezas para piano que compuso a esa edad. Definitivamente, no era un niño común. Su progenitor era un hombre orgulloso y religioso. Creía que los dones musicales de su hijo eran un milagro divino que él, como padre, tenía la obligación de cultivar.
Su padre Leopold Mozart componía y daba clases de música. En el año del nacimiento de Wolfgang publicó un libro sobre el arte del violín, que tuvo éxito y lo hizo famoso. En 1762 Leopold comenzó a llevar a su hijo de gira por las cortes de Europa. Durante este periodo Wolfang compuso sonatas, tanto para clave como para violín (1763), una sinfonía (1764), un oratorio (1766) y la ópera cómica La finta semplice (1768). En 1769 fue nombrado Konzertmeister del arzobispado de Salzburgo, en ese mismo año parte con su padre a Italia. Durante su estancia en Roma asistió a las audiciones del Miserere, de Gregorio Allegri, en la Capilla Sixtina. Dicha pieza sólo podía escucharse en el Vaticano, pues allí se conservaba la única copia y los cantantes no podían repetir en el exterior ni una sola nota bajo pena de excomunión. Mozart retuvo y recompuso la pieza completa tras la primera audición y la corrigió con la segunda (sólo se entonaba el Miserere dos veces al año, en Semana Santa). El pequeño Wolfgang, pese a estar expuesto a una severa reprimenda, recibió del Pontífice Clemente XIV el título de Caballero de la Orden de la Espuela de Oro. Tres meses después, tras un difícil examen, ingresaba como miembro en la Accademia dei Filamornici, de Bolonia.
Ese mismo año compuso Bastien und Bastienne, su primer Singspiel (tipo de ópera alemana con partes recitadas). Al año siguiente le encargaron escribir su primera gran ópera, Mitrídates, rey del Ponto (1770), compuesta en Milán.
Aspectos Psicobiográficos
La salud de Mozart presentó alteraciones en su infancia, como adulto el numero de composiciones que completo equivalen a aproximadamente 8 horas diarias de escritura, en general se levantaba a las 6 de la mañana y trabajaba hasta las 2 am, físicamente media 1.52 metros, complexión delgada, pálido, pelo castaño claro, nariz prominente, ojos azul intenso y saltones, debido a que las cavidades oculares de su cráneo eran pequeñas. Nació con la cualidad de los músicos: “oído absoluto”, con la que pueden reconocer hasta una octava de tono. Paradójicamente, su oreja izquierda era grande, ancha y plana, malformación que ahora se conoce como “oreja de Mozart”; su cara estaba marcada por .cicatrices dejadas por la viruela. Este personaje sufrió de infecciones respiratorias recurrentes toda su vida. En 1784 adquirió una probable infección estreptocócica complicada con una purpura de Henoch Schonlein y glomerulonefritis. El nunca asistió a la escuela, ya que desde temprana edad inició sus excursiones como niño prodigio por las diferentes cortes de Europa. Desde los seis años realizó constantes viajes para presentaciones artísticas por todo el continente europeo. Fue un niño enfermizo y sufrió en sus numerosos trayectos de fiebres, dolores en las coyunturas y en el abdomen, lo que llevó a los expertos a suponer que tenía “fiebre reumática”, consecuencia de una amigdalitis, además se cree que padeció también fiebre tifoidea, hepatitis y una viruela que casi lo dejó ciego. Es importante destacar que el compositor, a sus 35 años, 10 meses y nueve días de vida, viajó en condiciones precarias 10 años, dos meses y ocho días exactamente, es decir, la tercera parte de su vida.
Su madre había dado a luz a otros seis niños. La mortalidad en esta familia fue alta a la luz de los estándares actuales, no hay evidencia de negligencia o maltrato en los reportes históricos.
Por la correspondencia con su padre podemos ver a un Leopold Mozart caracterizado por ser ambicioso, calculador y obsesivo. Toda su vida intentó luchar para ocupar altos lugares en la sociedad salburgueza y continuamente trato de influenciar a Wolfgang para verlo triunfar en donde el había sido frustrado. Leopold fue para el pequeño Mozart una figura ambivalente. Como un ser extremadamente dominante intentaba dirigir todas sus acciones y mantenerlo en una posición de dependencia. Su madre Anna Maria sufrió de depresión posparto en 1750 en el contexto de las muertes de sus primeros tres niños. Debido a su relativa discreción su influencia en la personalidad de Mozart permanece difícil de abordar. Fundamentándonos en los datos disponibles podemos ver que Mozart pasó sus primeros años en una familia estable y relativamente feliz. Nunca asistió a la escuela, su padre le enseño tanto la música como los aspectos generales de lectura, escritura, aritmética etc. Aprendió a tocar el clavicordio con una gran facilidad y comenzó a componer a los 4 años. Su talento le permitió al Leopold Mozart exhibirlo ante la nobleza europea. A pesar del éxito logrado en estos viajes Wolfgang era descrito en general como poco pretencioso, amable, muy juguetón y extrovertido, sin embargo su hermana escribió en 1792 que Mozart presentaba unos rasgos muy dependientes en su infancia tardía y adolescencia, comentaba como su hermano en ocasiones acosaba a sus amigos para asegurarse de que ellos lo “querían realmente”.
En su adolescencia temprana solía intercambiar correspondencia con su hermana y algunos familiares entre ellos su prima Maria Anna Thekla a la que el escribía textos escatológicos. Estas famosas cartas no son pornográficas en si mismas pero nos hacen pensar sobre el satírico sentido del humor de Mozart ( hipomanía??) centrado en las funciones corporales. Solía usar paráfrasis y anagramas sin sentido, solía guiar la escogencia de sus palabras basándose en sus cualidades rítmicas y musicales además utilizaba con frecuencia asociaciones por consonancia. Algunos de los juegos de palabras encontrados son hinkiti honki punkititi, schlaba pumfa, royka pumpa, natschibinitschibi, sagadarata. Es conocida su tendencia en la infancia a cantar a la hora de acostarse una tonada compuesta por palabras sin sentido “oragnia oriagna figarafa” y la creación de su imaginario “reino del culo”. Su hiperactividad ha sido descrita por varios biógrafos y existen algunas anotaciones de personas que lo vieron en concierto a temprana edad. A partir de la revisión llevada a cabo por Benjamin Simkin, de las cartas escritas por Mozart a familiares y amigos, obtuvo datos que indican que el músico pudo haber padecido el síndrome de Gilles de la Tourette o un trastorno de tics motores o vocales crónicos.
En su artículo "Mozart ´s scatological disorder", publicado en British Medical Journal, en 1992, Simkin señala que 39 de las 371 cartas escritas por Mozart presentan referencias escatológicas. Muchas de estas cartas son peculiares por sus obvios juegos de palabras, por la repetición de palabras oídas o escritas por algún otro (ecolalia) y por la repetición de sus propias palabras (palilalia).
La evidencia de tics surge del material que aportan sus más tempranos biógrafos. Entre ellos, Schlichtegroll; escribe sobre Mozart: " Era pequeño y pálido, y aunque la silueta de su cara era extraordinaria su expresión era memorable y nada salvaba su variabilidad extrema. Sus características se alteraban de un instante al otro, tenía unas maneras peculiares, su cuerpo estaba constantemente en movimiento, era un perpetuo meneo, jugaba incesantemente con sus manos y golpeaba constantemente el piso con sus pies haciéndolo sonar”. Otra citación directa atribuible a una persona con contacto directo con Mozart en varias etapas de su vida (Sophie Haibel) lo describe: “ Aún cuando se lavaba las manos en las mañanas, caminaba todo el tiempo por el cuarto, nunca se quedaba quieto, brincaba y saltaba, hacia sonar un tacón sobre el otro, en la mesa el a menudo torcía las servilletas del comedor y sobaba su labio superior con esta, sin aparentemente darse cuenta de lo que estaba haciendo y a menudo hacía extraordinarias muecas con su boca.., también sus manos y sus pies estaban en continuo movimiento, jugaba siempre con algo; con su sombrero , sus bolsillos, con la mesa o las sillas, como si fuesen un teclado”.
Joseph Lange, un famoso actor, recordó en sus memorias: "En muchas ocasiones, Mozart no sólo hablaba confusamente, sino que a menudo hacía gestos que uno no esperaba de él y siempre, deliberadamente, desatendía su comportamiento. Eran grandes los contrastes entre las divinas ideas de su música y sus repentinos estallidos de vulgares trivialidades."
Mozart fue criado por una familia amorosa pero tenia que soportar todas las presiones relacionadas con las expectativas de su padre así como las implicaciones de su propia genialidad y su impacto en la sociedad. La construcción de su identidad pudo haberse basado en su modelo de padre así como en la imagen de niño prodigio que construyó desde su infancia temprana. En su adolescencia Mozart se confronta con su autoimagen grandiosa y la realidad social de su condición como compositor. Esto puede explicar algunas de sus reacciones depresivas así como algunos comportamientos repetitivos que lo confinaban a nuevos fracasos. La forma incesante de viajar de la familia durante la infancia pudo haber obstaculizado la construcción de una autoimagen estable, es probable que haya sufrido de algún tipo de alteración de identidad; en sus cartas tardías menciona de manera permanente un sentimiento de vacío profundo. Concomitantemente presenta en su adolescencia y juventud un grado importante de impulsividad asociados a varios episodios de disforia y euforia.
Algunos aspectos de la biografía de Mozart hacen pensar en la existencia de un trastorno de personalidad. En 1792 su hermana escribe: Aparte de su música el casi siempre era como un niño, siempre necesitaba a un padre a una madre o a alguien considerado como un guardián. A pesar del gran talento la vida de Mozart estuvo caracterizada por grandes fracasos de manera sucesiva. Mozart nunca pudo encontrar un trabajo estable, ni remuneración adecuada. Reichman (1991) comenta como la falta de madurez y la dificultad para establecer buenas relaciones con patrocinadores potenciales era la causa su incapacidad para encontrar posiciones estables en lo laboral. La relación de Mozart con el dinero también fue afectada por su personalidad. En su infancia hasta su adolescencia tardía su padre fue la persona que controló sus finanzas. Sus dificultades económicas son bien conocidas.
Estos problemas han sido atribuidos históricamente a la falta de generosidad de la nobleza austriaca hacia el. Se sabe que Mozart ganaba aproximadamente 3500 florines al año en los últimos 11 años de su vida ubicándolo en un nivel social de clase media alta. Estos ingresos eran comparables con los de otros compositores de la época en Viena como Antonio Salieri . Un cirujano ganaba un promedio de 1200 florines y un músico común 500 a 800 fl. Esto nos indica que las dificultades económicas por las que Mozart pasó en su vida eran probablemente debidas a un estilo de vida derrochador. Se encuentran varias referencias sobre la dificultad que el presentaba para controlar sus gastos así como algunos “ataques masivos de generosidad”.
Comentarios Finales
La obra de arte en cualquier expresión es un fenómeno multideterminado y viene a ser la resultante de una serie de fuerzas (Brainsky 1997). Freud, en su topografía de la mente no reservó un lugar especial para la experiencia de los aspectos artísticos. Asignó un valor a la realidad psíquica interna, y de ello nació un nuevo valor para cosas reales y verdaderamente exteriores. Usó la palabra “sublimación” para indicar el camino hacia un lugar en que la experiencia cultural adquiere sentido.
Winnicott plantea una tesis, ubicando a la experiencia cultural como un tercer elemento importante dentro de su tesis psicoanalítica, denominándola “tercera zona”. Siendo las otras dos: la realidad psíquica personal y el mundo real.
Denomina a esta tercera zona, la del juego, que se ensancha en el vivir creador y en toda la vida cultural del hombre. Esta es confrontada con la realidad psíquica interior y con el mundo real en el que vive el individuo, que puede ser percibida en forma objetiva. Ubica la experiencia en el espacio potencial que existe entre el individuo y el ambiente, que al mismo tiempo separa al bebe y a la madre cuando el amor materno, exhibido o manifestado como confiabilidad humana, otorga al bebe un sentimiento de confianza en el factor ambiental.El espacio potencial que existe entre el bebe y la madre, entre el niño y la familia, entre el individuo y la sociedad o el mundo depende de la experiencia que conduce a confiar. Se considera fundamental para el individuo, en el sentido que allí experimenta este el vivir creador. (Winnicott 1968)
Mas allá de la producción musical de Wolfgang Amadeus Mozart , sus escritos y su forma de ser hacen parte de un vivir creador. El estilo de sus cartas en apariencia incoherentes, triviales, ingeniosas y obscenas dan cuenta de una capacidad sublimatoria y una pasión creadora. Como vemos a lo largo de su biografía, existen varias crisis vitales que enmarcan su vida, Mozart en su intento de resolverlas encuentra claves simbólicas exitosas. Algunos de sus acertijos literarios esconden sus dolores, temores y sentimientos de pérdida. La presión que Leopold Mozart ejerció en su vida desde su infancia fue intensa y masiva. A lo largo de su vida vemos estrategias concientes para acomodarse a las expectativas paternas y las de sus mecanismos inconscientes para librarse de su mandato. Sin embargo esta característica conflictiva de su vínculo no le impide desarrollar su talento con placer. El arte de Mozart está plasmado con búsqueda de reparación de perdidas y un intento por reconstruir un pasado fragmentado para conmemorar y resucitar objetos de amor perdidos. A través de su vida el luchó contra las demandas de su pasado, así como contra el mantenimiento de patrones de comportamiento arcaicos y la invocación incesante de la imagen de su infancia. Mozart quería dejar su infancia y sus imágenes atrás, destruir la perfección congelada de el “pequeño clavecinista y violinista de porcelana” y en su lugar colocar a un adulto viviente con deseos sexuales, funciones corporales, pensamientos irreverentes e impulsos egoístas.
“Mozart en sus cartas y en su música escribe y compone el contenido de la vida misma, lo trágico y lo cómico, lo grave y lo liviano, de modo tal que lo múltiple, lo contrastante y lo heterogéneo, se mantiene cohesionado por una fuerza que une y complejiza lo diverso en una unidad integradora” (Rubistein y Kuras 2000)
Gabriel Fernando Oviedo Lugo (Colombia, 1977)
lunes, 25 de agosto de 2008
Cuando el asesino escribe...
Al mejor estilo de Nerón, Radovan Karadzic encarna una paradoja tan terrible como inquietante: la del carnicero que gusta de la lira, la del asesino que goza con la destrucción de sus congéneres mientras se embriaga y declama.
Acusado por crímenes de guerra y genocidio, este tristemente célebre dipsómano pareció amar a Grecia de manera proporcional a como detestaba a su propia gente (otra interesante coincidencia con Nerón). He aquí algo de su producción, para unos la obra de un poetastro, de un escritor mediocre con delirios de grandeza; para otros, el extraño canto de un psicópata.
SARAJEVO
I hear the misfortune threads
Turned into a beetle as if an old singer
Is crushed by the silence and turned into a voice.
The town burns like a piece of incense
In the smoke rumbles our consciousness.
Empty suits slide down the town.
Red is the stone that dies, built into a house. The Plague!
Calm. The army of armed poplar tree
Marches up the hill, within itself.
The aggressor air storms our souls
and once you are human and then you are an air creature.
I know that all of these are the preparations of the scream:
What does the black metal in the garage have for us?
Look how fear turned into a spider
Looking for the answer at his computer
ST VASILIJE OSTROSKI
Do you see your hand in the ploughed fields
Below you?
Peace is growing again and grapes are stiff, are ripe
Only the snail, not happy, remembers your power
The powerless bushes crave for your existence
It is still ruled by the wind
It still smells of ancient smell
You scared painting stopping halfway from the earth and sky
You rock tied to the sky
Your fear denies the blue of the space in your head
Everything inside the heights has the need for prayer
It stands for the good of the plants and is against the weed
It stands for the breeze coming from the other side
Eternally, under the abyss as an option
This trepidation will last, spoken as the clearness
Which grows and overgrows the dazed nature
Can you see your assertion to the sun, being at your rock?
The flowers still make the same mistake
(This sin, this incest, do they crave for salvation?)
The flowers still do not utter words of complaint
What you have come to together is getting used to the roots
In the earth and skies
MAD SPEAR
Measure your steps, your hand's twists
That spear you throw is mad
The landscapes awaiting it are full of no names and no reason.
Something like a chill is nesting within you
That spear, that stretched arm, glows in your head
You feel that mortal metal, its presence
You don't think of it and it is still a metal.
You think of it and it leaves you as super metal
As metal which lives but is no metal
And the difference is reason enough to become a set of events.
It sets landscapes unseen to its serpent-like spine
It changes and glows while doing it
Does it only threaten or glisten for its beauty's sake
Full of love for the blade which is itself?
Brought to madness thinking about its purpose
And becomes a hero
Before the gap, before the irreversible one that stays.
Twittering from time to time and also tired and vulnerable
It always returns to your abandoned self
Devastated by the new finding.
GOODBYE ASSASINS
Goodbye Assassins...
Goodbye Assassins, it seems from now on
The gentlefolks’ aortas will gush without me.
The last chance to get stained with blood
I let go by.
Ever more often I answer ancient calls
And watch the mountains turn green.
Goodbye, assassins, a rare thought of genesis
enters my mind. Of knowing the heaven.
And blood, that ugly word, violent and dark,
Angers Milutin, the ancestor asleep,
gentle even in death, as if in times of fasting.
From the grave, as if from the primeval beginning,
Innocent and simple,
His love rises toward streams,
A piece of bread,
Which sufficed him.
His thoughtful gaze at the streams,
The heavens, unbroken, total,
Takes in me as well.
I cannot share your madness!
Lost brothers, time puts us to the proof.
Shoot the heads of the world without me!
Insane mates. The century’s ravens.
The world travels a narrow path,
Without strength or belief, a target or a bullet.
The papers ooze the age lymph;
Confused the devils get married.
I detect forebodings, fear excessively
For the heavens’ light and the rare summers.
Goodbye, assassins, the boundaries between
The worlds are trampled
Instead of the heart, a hornet drones in vain.
History turned its back on us.
What should one shoot at?
Like an octopus, the age hides its vertebra,
And the winter approaches
With white drifts.
Radovan Karadzic (Montenegro, ex Yogoslavia, 1945)
Acusado por crímenes de guerra y genocidio, este tristemente célebre dipsómano pareció amar a Grecia de manera proporcional a como detestaba a su propia gente (otra interesante coincidencia con Nerón). He aquí algo de su producción, para unos la obra de un poetastro, de un escritor mediocre con delirios de grandeza; para otros, el extraño canto de un psicópata.
SARAJEVO
I hear the misfortune threads
Turned into a beetle as if an old singer
Is crushed by the silence and turned into a voice.
The town burns like a piece of incense
In the smoke rumbles our consciousness.
Empty suits slide down the town.
Red is the stone that dies, built into a house. The Plague!
Calm. The army of armed poplar tree
Marches up the hill, within itself.
The aggressor air storms our souls
and once you are human and then you are an air creature.
I know that all of these are the preparations of the scream:
What does the black metal in the garage have for us?
Look how fear turned into a spider
Looking for the answer at his computer
ST VASILIJE OSTROSKI
Do you see your hand in the ploughed fields
Below you?
Peace is growing again and grapes are stiff, are ripe
Only the snail, not happy, remembers your power
The powerless bushes crave for your existence
It is still ruled by the wind
It still smells of ancient smell
You scared painting stopping halfway from the earth and sky
You rock tied to the sky
Your fear denies the blue of the space in your head
Everything inside the heights has the need for prayer
It stands for the good of the plants and is against the weed
It stands for the breeze coming from the other side
Eternally, under the abyss as an option
This trepidation will last, spoken as the clearness
Which grows and overgrows the dazed nature
Can you see your assertion to the sun, being at your rock?
The flowers still make the same mistake
(This sin, this incest, do they crave for salvation?)
The flowers still do not utter words of complaint
What you have come to together is getting used to the roots
In the earth and skies
MAD SPEAR
Measure your steps, your hand's twists
That spear you throw is mad
The landscapes awaiting it are full of no names and no reason.
Something like a chill is nesting within you
That spear, that stretched arm, glows in your head
You feel that mortal metal, its presence
You don't think of it and it is still a metal.
You think of it and it leaves you as super metal
As metal which lives but is no metal
And the difference is reason enough to become a set of events.
It sets landscapes unseen to its serpent-like spine
It changes and glows while doing it
Does it only threaten or glisten for its beauty's sake
Full of love for the blade which is itself?
Brought to madness thinking about its purpose
And becomes a hero
Before the gap, before the irreversible one that stays.
Twittering from time to time and also tired and vulnerable
It always returns to your abandoned self
Devastated by the new finding.
GOODBYE ASSASINS
Goodbye Assassins...
Goodbye Assassins, it seems from now on
The gentlefolks’ aortas will gush without me.
The last chance to get stained with blood
I let go by.
Ever more often I answer ancient calls
And watch the mountains turn green.
Goodbye, assassins, a rare thought of genesis
enters my mind. Of knowing the heaven.
And blood, that ugly word, violent and dark,
Angers Milutin, the ancestor asleep,
gentle even in death, as if in times of fasting.
From the grave, as if from the primeval beginning,
Innocent and simple,
His love rises toward streams,
A piece of bread,
Which sufficed him.
His thoughtful gaze at the streams,
The heavens, unbroken, total,
Takes in me as well.
I cannot share your madness!
Lost brothers, time puts us to the proof.
Shoot the heads of the world without me!
Insane mates. The century’s ravens.
The world travels a narrow path,
Without strength or belief, a target or a bullet.
The papers ooze the age lymph;
Confused the devils get married.
I detect forebodings, fear excessively
For the heavens’ light and the rare summers.
Goodbye, assassins, the boundaries between
The worlds are trampled
Instead of the heart, a hornet drones in vain.
History turned its back on us.
What should one shoot at?
Like an octopus, the age hides its vertebra,
And the winter approaches
With white drifts.
Radovan Karadzic (Montenegro, ex Yogoslavia, 1945)
miércoles, 20 de agosto de 2008
Sobre Honradez y Política
LA HONRADEZ: UN IMPERATIVO POLÍTICO
Hace ya mucho la gente desconfía del político. Y el político, asimismo, parece haber perdido el rumbo: la lejana Atenas es casi una quimera, en estos tiempos en los que el poder de la plata o el fusil aplastan la oratoria y opacan la idea del servicio desinteresado y noble. Y el ciudadano promedio, en todos los puntos del orbe, le achaca al político un defecto imperdonable: el de ser deshonesto, con todos sus equivalentes (ser “un vendido”, ser “chanchullero”, etcétera).
En su magna República, Platón plantea la misión de la intelectualidad en el ejercicio del poder democrático. Desafortunadamente, dicha idea se ha dejado a un lado. El error radica en que los políticos, desde hace bastante rato ya, escuchan sumisos a Maquiavelo y descuidan al viejo Platón. Así, en vez de ser arte de gobernar y servir, la política se ha convertido en arte de manipular y mentir. La política gira ahora en torno al poder, a satisfacer deleznables ambiciones personales en vez de favorecer a la nación: así el interés personal, egoísta y miope, domina la escena, y resulta lo de siempre: nadie se acuerda del pueblo. Obviamente, eso molesta mucho a la gente honrada. El individualismo nocivo y el maquiavelismo a ultranza atentan contra el desarrollo nacional, generando reacciones en el ciudadano: desesperanza aprendida (por ejemplo, no creer en nadie ni en nada, tildar de imposible un plan de gobierno), abstencionismo (que nace del mismo prejuicio: si se percibe al político como un ególatra, un desconsiderado, se genera hacia él una enorme dosis de rechazo), insatisfacción y alejamiento de la acción política (que es al mismo tiempo percibida como inútil y peligrosa, como un asunto de corruptos, desadaptados asesinos, narcisos patológicos).
Y encontramos aquí otro tópico: ¿por qué la gente honesta le huye a la política? ¿Es que no confía en la capacidad de sus líderes, que se sabe de antemano engañada por unos embusteros que fingen para lograr un triunfo electoral? ¿Es que la gente teme ser decepcionada por el político, porque casi siempre resulta en líos, o simplemente se esfuma y olvida a sus colaboradores? ¿Es que percibe la situación como algo irremediable, a lo que no vale la pena invertirle tiempo o esfuerzo? Es posible. Pero hay una razón aún más poderosa: se concibe a la política como un mundo aparte, en el que la intriga, la traición y el homicidio campean; como una realidad paralela, peligrosa y depravada, en la que los malos parecen destinados al triunfo y los buenos a la derrota (o incluso la muerte). En resumidas cuentas, se percibe (acaso no tan erróneamente) como un mundo deshonesto, sin Dios ni Ley (o tal vez una ley: la del más fuerte).
La ciudadanía desea vivir una vida tranquila y sin zozobra, y cree que la política es el escenario más antitético de sus anhelos. Por eso los honestos le hacen el quite a la política, y citan como ejemplo a los líderes a los que les costó la vida el ser honrados (Galán Sarmiento, Lara Bonilla), o a quienes se les hizo zancadilla y se les apartó del timón, porque no estaban del lado de la corrupción o el clientelismo (las estériles candidaturas del poeta Valencia o de Gómez Hurtado, o el frustrado intento de reelección de Lleras Restrepo, que desembocó en la desastrosa administración de Turbay Ayala), a cientos de hombres y mujeres honrados que sucumbieron al fraude (o viéndose envueltos en situaciones turbias, o siendo víctimas de ellas: aún hoy está vigente esa sucia costumbre de despedir funcionarios y nombrar otros por venganza electoral o favoritismo político). Ante semejante evidencia, la ciudadanía mira con recelo al político, desconfía de él, o en el mejor de los casos, siente lástima o compasión (“no demoran en pegarle un tiro”, se llega a decir con pesimismo).
A este fenómeno se ha propuesto una solución: el involucrar a la gente honesta. Esto es: integrar a la comunidad al aparato del Estado. Sí hay personas valiosas, honradas, trabajadoras, y a éstas hay que darles voz en el Gobierno, hay que permitirles aportar a la nación. Los intentos han sido muchos: ya Aristóteles propugnaba por “el gobierno de los mejores” (que en modo alguno es el gobierno de los ricos, como desgraciadamente se llegó a entender la aristocracia), y desde ese entonces algunos intelectuales han tenido oportunidad de gobernar (en contadas ocasiones, claro está): a destacar Marco Aurelio, emperador y filósofo estoico; Benjamin Franklin, inventor y científico, héroe de la Independencia y el primero en abogar por la abolición de la esclavitud en Estados Unidos; nuestros próceres Antonio Nariño y Francisco Miranda; Marco Fidel Suárez, literato y estadista de gran altura, obligado a dimitir por descerebrados opositores que no merecen ser nombrados; Pablo Neruda, extraordinario poeta y verdadero tribuno en su patria. Pero, en comparación con reyes y dictadores, su número tan reducido llega a ser escalofriante. La verdad es que al ciudadano honrado e inteligente pocas veces se le escucha, o le falta maquinaria política y no llega, o simplemente se le ignora. Y, para empeorar las cosas, a buen número de estos valiosos ciudadanos les disgusta ejercer este tipo de actividad.
Una alternativa es tener gobernantes “bien rodeados”, con artistas o pensadores en sus cortes (como en el llamado “despotismo ilustrado” del siglo XVIII), o presidentes con ministros preparados y eficaces. Pero dicha situación es también (por desgracia) excepcional: por cada ministro o asesor nombrado con estos fines, hay decenas de burócratas en sus puestos por obra y gracia de la dedocracia, el tráfico de influencias y el pago de favores, del nepotismo, de la consabida “palanca”, que le han hecho más daño a la patria que el mismo terrorismo. El último intento en Colombia de integrar profesionales inteligentes al Estado, propuesta por Uribe Vélez en forma de “meritocracia”, ha mostrado ser apenas ilusorio, por no decir inexistente: continúan desfilando los hijos y sobrinos de las oligarquías en los principales cargos, ha aumentado el clientelismo y se ha acentuado la distancia entre Gobierno y Oposición (en preocupante consonancia con el gobierno de Barco Vargas, obstinado en despedir opositores de cuanto cargo público existía, y tristemente célebre por hacer del gabinete de ministros un “grupo de amigos”), aunque aún dentro de la fachada democrática (esto es, sin recurrir a la violencia, como sí lo hace la dictadura de Chávez Frías en Venezuela, y como hacen, en general, todas las dictaduras). Así que, como en el tópico anterior, el colombiano promedio se siente un ciudadano sin oportunidades.
En los años difíciles, pero también heroicos, de la posguerra en Europa, el psiquiatra y filósofo Karl Jaspers buscó un tercer camino: si los honestos y los intelectuales no desean gobernar directamente, al menos están obligados, moralmente, a expresarse y tomar posición política; así no se ocupen escaños en el parlamento, el poder de la pluma y la palabra puede cambiar la dirección del Estado (aunque Jaspers no contaba con los gobernantes testarudos, que no saben escuchar, y mucho menos ceder, y que por desgracia abundan). Jaspers hizo una fuerte crítica de la ingenuidad de los científicos involucrados en la producción de armas nucleares, que al ignorar la faceta política en sus vidas y dedicarse a lo “puramente científico” terminaron siendo aprendices de brujo y débiles marionetas, instrumentos de sus respectivos gobiernos; es una verdad que la pretendida “neutralidad política” del científico (y del ciudadano honesto) resulta ser contraproducente. Y lo vemos en Colombia: el silencio de los que “dejan pasar”, la inacción de los que “no se quieren untar de política” resulta dañina, nociva y peligrosa: son ellos mismos los primeros afectados, los que padecen cuando el Estado realiza acciones poco inteligentes a nivel económico o tributario, cuando destina para la guerra recursos que pudieron ser usados en salud o educación, o cuando no pueden acceder a un cargo por no tener un “padrino político”. Es decir, el ser pasivo, políticamente, pone al buen ciudadano contra la pared, víctima de aquellos que disponen del poder que él mismo no se ha permitido usar.
La clave, entonces, sería hacer de la política un ejercicio honesto, destinado al servicio a la nación y al trabajo por el progreso de la misma; así llegarían a ella personas nuevas, honestas, sin temor o desconfianza, y así participarían otras muchas, opinando, contribuyendo de manera efectiva a la acción del Estado. Esto atraería más personas honestas a hacer política, los corruptos se quedarían solos y sin poder, con lo que no intimidarían ni sobornarían, como hacen todavía. La gente hablaría de política sintiéndose segura, y se atrevería a ser protagonista del cambio. Se avanzaría mucho. Pero, como vemos, el primer paso está en limpiar el escenario: hacer de la política un servicio comunitario completamente legal y serio, a cargo de hombres y mujeres honrados, dispuestos a priorizar el interés nacional e incluso a ceder en su interés personal, convencidos de querer avanzar en la construcción de un país desarrollado y justo.
David Alberto Campos Vargas (Colombia, 1982)
Hace ya mucho la gente desconfía del político. Y el político, asimismo, parece haber perdido el rumbo: la lejana Atenas es casi una quimera, en estos tiempos en los que el poder de la plata o el fusil aplastan la oratoria y opacan la idea del servicio desinteresado y noble. Y el ciudadano promedio, en todos los puntos del orbe, le achaca al político un defecto imperdonable: el de ser deshonesto, con todos sus equivalentes (ser “un vendido”, ser “chanchullero”, etcétera).
En su magna República, Platón plantea la misión de la intelectualidad en el ejercicio del poder democrático. Desafortunadamente, dicha idea se ha dejado a un lado. El error radica en que los políticos, desde hace bastante rato ya, escuchan sumisos a Maquiavelo y descuidan al viejo Platón. Así, en vez de ser arte de gobernar y servir, la política se ha convertido en arte de manipular y mentir. La política gira ahora en torno al poder, a satisfacer deleznables ambiciones personales en vez de favorecer a la nación: así el interés personal, egoísta y miope, domina la escena, y resulta lo de siempre: nadie se acuerda del pueblo. Obviamente, eso molesta mucho a la gente honrada. El individualismo nocivo y el maquiavelismo a ultranza atentan contra el desarrollo nacional, generando reacciones en el ciudadano: desesperanza aprendida (por ejemplo, no creer en nadie ni en nada, tildar de imposible un plan de gobierno), abstencionismo (que nace del mismo prejuicio: si se percibe al político como un ególatra, un desconsiderado, se genera hacia él una enorme dosis de rechazo), insatisfacción y alejamiento de la acción política (que es al mismo tiempo percibida como inútil y peligrosa, como un asunto de corruptos, desadaptados asesinos, narcisos patológicos).
Y encontramos aquí otro tópico: ¿por qué la gente honesta le huye a la política? ¿Es que no confía en la capacidad de sus líderes, que se sabe de antemano engañada por unos embusteros que fingen para lograr un triunfo electoral? ¿Es que la gente teme ser decepcionada por el político, porque casi siempre resulta en líos, o simplemente se esfuma y olvida a sus colaboradores? ¿Es que percibe la situación como algo irremediable, a lo que no vale la pena invertirle tiempo o esfuerzo? Es posible. Pero hay una razón aún más poderosa: se concibe a la política como un mundo aparte, en el que la intriga, la traición y el homicidio campean; como una realidad paralela, peligrosa y depravada, en la que los malos parecen destinados al triunfo y los buenos a la derrota (o incluso la muerte). En resumidas cuentas, se percibe (acaso no tan erróneamente) como un mundo deshonesto, sin Dios ni Ley (o tal vez una ley: la del más fuerte).
La ciudadanía desea vivir una vida tranquila y sin zozobra, y cree que la política es el escenario más antitético de sus anhelos. Por eso los honestos le hacen el quite a la política, y citan como ejemplo a los líderes a los que les costó la vida el ser honrados (Galán Sarmiento, Lara Bonilla), o a quienes se les hizo zancadilla y se les apartó del timón, porque no estaban del lado de la corrupción o el clientelismo (las estériles candidaturas del poeta Valencia o de Gómez Hurtado, o el frustrado intento de reelección de Lleras Restrepo, que desembocó en la desastrosa administración de Turbay Ayala), a cientos de hombres y mujeres honrados que sucumbieron al fraude (o viéndose envueltos en situaciones turbias, o siendo víctimas de ellas: aún hoy está vigente esa sucia costumbre de despedir funcionarios y nombrar otros por venganza electoral o favoritismo político). Ante semejante evidencia, la ciudadanía mira con recelo al político, desconfía de él, o en el mejor de los casos, siente lástima o compasión (“no demoran en pegarle un tiro”, se llega a decir con pesimismo).
A este fenómeno se ha propuesto una solución: el involucrar a la gente honesta. Esto es: integrar a la comunidad al aparato del Estado. Sí hay personas valiosas, honradas, trabajadoras, y a éstas hay que darles voz en el Gobierno, hay que permitirles aportar a la nación. Los intentos han sido muchos: ya Aristóteles propugnaba por “el gobierno de los mejores” (que en modo alguno es el gobierno de los ricos, como desgraciadamente se llegó a entender la aristocracia), y desde ese entonces algunos intelectuales han tenido oportunidad de gobernar (en contadas ocasiones, claro está): a destacar Marco Aurelio, emperador y filósofo estoico; Benjamin Franklin, inventor y científico, héroe de la Independencia y el primero en abogar por la abolición de la esclavitud en Estados Unidos; nuestros próceres Antonio Nariño y Francisco Miranda; Marco Fidel Suárez, literato y estadista de gran altura, obligado a dimitir por descerebrados opositores que no merecen ser nombrados; Pablo Neruda, extraordinario poeta y verdadero tribuno en su patria. Pero, en comparación con reyes y dictadores, su número tan reducido llega a ser escalofriante. La verdad es que al ciudadano honrado e inteligente pocas veces se le escucha, o le falta maquinaria política y no llega, o simplemente se le ignora. Y, para empeorar las cosas, a buen número de estos valiosos ciudadanos les disgusta ejercer este tipo de actividad.
Una alternativa es tener gobernantes “bien rodeados”, con artistas o pensadores en sus cortes (como en el llamado “despotismo ilustrado” del siglo XVIII), o presidentes con ministros preparados y eficaces. Pero dicha situación es también (por desgracia) excepcional: por cada ministro o asesor nombrado con estos fines, hay decenas de burócratas en sus puestos por obra y gracia de la dedocracia, el tráfico de influencias y el pago de favores, del nepotismo, de la consabida “palanca”, que le han hecho más daño a la patria que el mismo terrorismo. El último intento en Colombia de integrar profesionales inteligentes al Estado, propuesta por Uribe Vélez en forma de “meritocracia”, ha mostrado ser apenas ilusorio, por no decir inexistente: continúan desfilando los hijos y sobrinos de las oligarquías en los principales cargos, ha aumentado el clientelismo y se ha acentuado la distancia entre Gobierno y Oposición (en preocupante consonancia con el gobierno de Barco Vargas, obstinado en despedir opositores de cuanto cargo público existía, y tristemente célebre por hacer del gabinete de ministros un “grupo de amigos”), aunque aún dentro de la fachada democrática (esto es, sin recurrir a la violencia, como sí lo hace la dictadura de Chávez Frías en Venezuela, y como hacen, en general, todas las dictaduras). Así que, como en el tópico anterior, el colombiano promedio se siente un ciudadano sin oportunidades.
En los años difíciles, pero también heroicos, de la posguerra en Europa, el psiquiatra y filósofo Karl Jaspers buscó un tercer camino: si los honestos y los intelectuales no desean gobernar directamente, al menos están obligados, moralmente, a expresarse y tomar posición política; así no se ocupen escaños en el parlamento, el poder de la pluma y la palabra puede cambiar la dirección del Estado (aunque Jaspers no contaba con los gobernantes testarudos, que no saben escuchar, y mucho menos ceder, y que por desgracia abundan). Jaspers hizo una fuerte crítica de la ingenuidad de los científicos involucrados en la producción de armas nucleares, que al ignorar la faceta política en sus vidas y dedicarse a lo “puramente científico” terminaron siendo aprendices de brujo y débiles marionetas, instrumentos de sus respectivos gobiernos; es una verdad que la pretendida “neutralidad política” del científico (y del ciudadano honesto) resulta ser contraproducente. Y lo vemos en Colombia: el silencio de los que “dejan pasar”, la inacción de los que “no se quieren untar de política” resulta dañina, nociva y peligrosa: son ellos mismos los primeros afectados, los que padecen cuando el Estado realiza acciones poco inteligentes a nivel económico o tributario, cuando destina para la guerra recursos que pudieron ser usados en salud o educación, o cuando no pueden acceder a un cargo por no tener un “padrino político”. Es decir, el ser pasivo, políticamente, pone al buen ciudadano contra la pared, víctima de aquellos que disponen del poder que él mismo no se ha permitido usar.
La clave, entonces, sería hacer de la política un ejercicio honesto, destinado al servicio a la nación y al trabajo por el progreso de la misma; así llegarían a ella personas nuevas, honestas, sin temor o desconfianza, y así participarían otras muchas, opinando, contribuyendo de manera efectiva a la acción del Estado. Esto atraería más personas honestas a hacer política, los corruptos se quedarían solos y sin poder, con lo que no intimidarían ni sobornarían, como hacen todavía. La gente hablaría de política sintiéndose segura, y se atrevería a ser protagonista del cambio. Se avanzaría mucho. Pero, como vemos, el primer paso está en limpiar el escenario: hacer de la política un servicio comunitario completamente legal y serio, a cargo de hombres y mujeres honrados, dispuestos a priorizar el interés nacional e incluso a ceder en su interés personal, convencidos de querer avanzar en la construcción de un país desarrollado y justo.
David Alberto Campos Vargas (Colombia, 1982)
sábado, 16 de agosto de 2008
Sobre el Estado Policial, un artículo de Guillermo Cano ( publicado en 1981, pero plenamente vigente)
Desde varias semanas atrás y aún más desde hace varios meses antes de ocurrir la trágica muerte del joven Lucio de la Pava, que ha tenido el poder de sacudir como un terremoto a la sociedad, comenzando por los más altos mandos del Gobierno hasta los más diversos estratos sociales, nos veníamos formulando íntimamente y con preocupación creciente la pregunta de si en Colombia estábamos padeciendo, sin que nadie se atreviera a decirlo los horrores y peligros de un "Estado Policial".
Comencemos por decir que es necesario, sobre todo por el reciente acontecimiento violento, que el calificativo de "policial" para un Estado que ha dejado de ser de Derecho, no se refiere a los atropellos, violaciones o depredaciones por parte de la policía: porque los “Estados Policiales” donde se ha perdido o se está perdiendo todo sentido de respeto a los Derechos Humanos, no procede sólo la Policía como tal, que es una de las armas -y generalmente, las menos armadas- que componen las Fuerzas genéricamente llamadas del Orden o de la Autoridad. Al Estado Policial se llega cuando todas las armas constituidas para defender la honra, los bienes y la vida de los ciudadanos se van convirtiendo o se convierten en dueños implacables de esos mismos bienes, de esas mismas honras, de esas mismas vidas, para decir a las malas, porque a las buenas no le sirve, qué hacer o deshacer con ellas derribando paulatinamente o de un tajo todo cuanto constituye el Estado de Derecho.
Lo peor es que el “Estado Policial” aparece no pocas veces sin necesidad de dar lo que tradicionalmente se llama un golpe de Estado. Lo producen paulatinamente. Y cuando el hecho se ha cumplido, ya es poco o nada o muy difícil hacer algo para evitar el golpe total.
Cuando El Espectador denunció en su momento la llegada del lobo de las torturas, nos quedamos solos por algún tiempo en nuestras denuncias, hasta cuando semejantes y tantas atrocidades ya trascendían nuestras fronteras, produjeron truenos y centellas de lo alto para decir que todo era mentira; pero al mismo tiempo se comenzaba, afortunadamente, a mitigar los tratamientos indignantes y a modificar sistemas absolutamente reñidos con los Derechos Humanos. Gracias a Dios tal cosa ocurrió aunque, también, lamentablemente, el mal no ha desaparecido del todo.
Pero de un tiempo para acá nos estamos viendo enfrentados a otros síntomas tan graves o más que los que se sucedieron en la gran crisis de la aplicación inicial, implacable y salvaje del Estatuto de Seguridad que se presta hoy -y cómo saber hasta cuando, para todo- para que dentro de un Estado de Derecho aparezca el temible esqueleto vengativo del Estado Policial con sus guadañas superafiladas y letales en cada uno de sus huesos.
No estamos defendidos, ni mucho menos, por las fuerzas del orden o de la autoridad. Los atracos, las violaciones, los asesinatos ocurren a diario. Surge, claro está, en estos momentos, la contraofensiva demagógica de que si la muerte del joven Lucio de la Pava hubiera sido la de algún joven de un barrio deprimido, en zona pobre, no tendría la resonancia ni la amplificación que el caso reciente ha tenido. Mentira. Nos duele la muerte, en circunstancias parecidas, de cualquier joven. Y han ocurrido. Que tenga prensa la una y no la otra; que sobre la primera se pronuncie indignado el señor ministro de Defensa; y que el señor presidente Turbay se sienta en la obligación de expresar su reacción enérgica, no quiere decir que idénticas posiciones han debido tomar las altas dignidades en otros casos, como desde luego y para vergüenza suya, no se creyeron obligados a hacerlo en tantos otros hechos que en su momento podían lesionar sus dignidades. Por el contrario: ahí está la tremenda diferencia que ha dejado ir creando en Colombia torpemente un Estado Policial disfrazado dentro de un Estado de Derecho, ridículamente vestido de etiqueta.
Pero, ¿hacia dónde vamos?, nos preguntarán los lectores. A evitar, otra vez si es posible, en menos de dos años, que se confunda el deber de la autoridad con el abuso de la autoridad. La sustitución del Estado de Derecho por el Estado Policial. No son defensables, en caso alguno, los excesos ciudadanos, los desmanes juveniles, adolescentes o seniles, el abuso de sus libertades, la subversión o las atrocidades. Los delitos civiles como los militares deben ser prevenidos, reprimidos o castigados. Pero que a nombre de un Estado Policial clandestino e inaceptable se destruya día tras día -nos atrevemos a decir que casi deliberadamente- el Estado de Derecho, nos negamos a aceptarlo. Entre uno y otro hay una tan grande diferencia que los colombianos, de todas las extracciones sociales, económicas y políticas, pero sobre todo en el último caso, los liberales no podemos, no debemos dejar que progresen.
La Libertad y el Orden, sabiamente lo dice la insignia nacional, no se contraponen. Mientras no resuelvan los super-fuertes que el Orden debe matar a la libertad.
La muerte inexorable del joven Lucio de la Pava no debe alegrar a los que odian a los que ahora llaman despectiva y resentidamente "hijos de papi" o "hijos del norte", como reactivación de la lucha de clases que también se viene estimulando peligrosamente desde diferentes mandos oficiales y con irresponsable demagogia por candidatos a las diferentes escalas burocráticas, ni debe despertar sentimientos parecidos en quienes ya hablan de "hijos de tugurios" o "hijos de padres desconocidos".
La gran batalla por una Colombia mejor es que ni unos ni otros consideren, como están considerando, a las autoridades del orden como a sus enemigos; y éstas, a su vez, como los enemigos públicos número uno de la sociedad. Ahí está presente, ya no como un embrión sino como un sano crío que crece y crece, el ’’Estado Policía’’…
Guillermo Cano Isaza (Colombia, 1925 - 1986)
Tomado de El Espectador, Enero 25 de 1981
Comencemos por decir que es necesario, sobre todo por el reciente acontecimiento violento, que el calificativo de "policial" para un Estado que ha dejado de ser de Derecho, no se refiere a los atropellos, violaciones o depredaciones por parte de la policía: porque los “Estados Policiales” donde se ha perdido o se está perdiendo todo sentido de respeto a los Derechos Humanos, no procede sólo la Policía como tal, que es una de las armas -y generalmente, las menos armadas- que componen las Fuerzas genéricamente llamadas del Orden o de la Autoridad. Al Estado Policial se llega cuando todas las armas constituidas para defender la honra, los bienes y la vida de los ciudadanos se van convirtiendo o se convierten en dueños implacables de esos mismos bienes, de esas mismas honras, de esas mismas vidas, para decir a las malas, porque a las buenas no le sirve, qué hacer o deshacer con ellas derribando paulatinamente o de un tajo todo cuanto constituye el Estado de Derecho.
Lo peor es que el “Estado Policial” aparece no pocas veces sin necesidad de dar lo que tradicionalmente se llama un golpe de Estado. Lo producen paulatinamente. Y cuando el hecho se ha cumplido, ya es poco o nada o muy difícil hacer algo para evitar el golpe total.
Cuando El Espectador denunció en su momento la llegada del lobo de las torturas, nos quedamos solos por algún tiempo en nuestras denuncias, hasta cuando semejantes y tantas atrocidades ya trascendían nuestras fronteras, produjeron truenos y centellas de lo alto para decir que todo era mentira; pero al mismo tiempo se comenzaba, afortunadamente, a mitigar los tratamientos indignantes y a modificar sistemas absolutamente reñidos con los Derechos Humanos. Gracias a Dios tal cosa ocurrió aunque, también, lamentablemente, el mal no ha desaparecido del todo.
Pero de un tiempo para acá nos estamos viendo enfrentados a otros síntomas tan graves o más que los que se sucedieron en la gran crisis de la aplicación inicial, implacable y salvaje del Estatuto de Seguridad que se presta hoy -y cómo saber hasta cuando, para todo- para que dentro de un Estado de Derecho aparezca el temible esqueleto vengativo del Estado Policial con sus guadañas superafiladas y letales en cada uno de sus huesos.
No estamos defendidos, ni mucho menos, por las fuerzas del orden o de la autoridad. Los atracos, las violaciones, los asesinatos ocurren a diario. Surge, claro está, en estos momentos, la contraofensiva demagógica de que si la muerte del joven Lucio de la Pava hubiera sido la de algún joven de un barrio deprimido, en zona pobre, no tendría la resonancia ni la amplificación que el caso reciente ha tenido. Mentira. Nos duele la muerte, en circunstancias parecidas, de cualquier joven. Y han ocurrido. Que tenga prensa la una y no la otra; que sobre la primera se pronuncie indignado el señor ministro de Defensa; y que el señor presidente Turbay se sienta en la obligación de expresar su reacción enérgica, no quiere decir que idénticas posiciones han debido tomar las altas dignidades en otros casos, como desde luego y para vergüenza suya, no se creyeron obligados a hacerlo en tantos otros hechos que en su momento podían lesionar sus dignidades. Por el contrario: ahí está la tremenda diferencia que ha dejado ir creando en Colombia torpemente un Estado Policial disfrazado dentro de un Estado de Derecho, ridículamente vestido de etiqueta.
Pero, ¿hacia dónde vamos?, nos preguntarán los lectores. A evitar, otra vez si es posible, en menos de dos años, que se confunda el deber de la autoridad con el abuso de la autoridad. La sustitución del Estado de Derecho por el Estado Policial. No son defensables, en caso alguno, los excesos ciudadanos, los desmanes juveniles, adolescentes o seniles, el abuso de sus libertades, la subversión o las atrocidades. Los delitos civiles como los militares deben ser prevenidos, reprimidos o castigados. Pero que a nombre de un Estado Policial clandestino e inaceptable se destruya día tras día -nos atrevemos a decir que casi deliberadamente- el Estado de Derecho, nos negamos a aceptarlo. Entre uno y otro hay una tan grande diferencia que los colombianos, de todas las extracciones sociales, económicas y políticas, pero sobre todo en el último caso, los liberales no podemos, no debemos dejar que progresen.
La Libertad y el Orden, sabiamente lo dice la insignia nacional, no se contraponen. Mientras no resuelvan los super-fuertes que el Orden debe matar a la libertad.
La muerte inexorable del joven Lucio de la Pava no debe alegrar a los que odian a los que ahora llaman despectiva y resentidamente "hijos de papi" o "hijos del norte", como reactivación de la lucha de clases que también se viene estimulando peligrosamente desde diferentes mandos oficiales y con irresponsable demagogia por candidatos a las diferentes escalas burocráticas, ni debe despertar sentimientos parecidos en quienes ya hablan de "hijos de tugurios" o "hijos de padres desconocidos".
La gran batalla por una Colombia mejor es que ni unos ni otros consideren, como están considerando, a las autoridades del orden como a sus enemigos; y éstas, a su vez, como los enemigos públicos número uno de la sociedad. Ahí está presente, ya no como un embrión sino como un sano crío que crece y crece, el ’’Estado Policía’’…
Guillermo Cano Isaza (Colombia, 1925 - 1986)
Tomado de El Espectador, Enero 25 de 1981
viernes, 8 de agosto de 2008
Poesía de Arthur Rimbaud
A LA MÚSICA
Plaza de la Estación, en Charleville
A la plaza que un césped dibuja, ralo y pobre,
y donde todo está correcto, flores, árboles,
los burgueses jadeantes, que ahogan los calores,
traen todos los jueves, de noche, su estulticia.
-La banda militar, en medio del jardín,
con el vals de los pífanos el chacó balancea:
-Se exhibe el lechuguino en las primeras filas
y el notario es tan sólo los dijes que le cuelgan.
Rentistas con monóculo subrayan los errores:
burócratas henchidos arrastran a sus damas
a cuyo lado corren, fieles como cornacas,
-mujeres con volantes que parecen anuncios.
Sentados en los bancos, tenderos retirados,
a la par que la arena con su bastón atizan,
con mucha dignidad discuten los tratados ,
aspiran rapé en plata , y siguen: «¡Pues, decíamos!...»
Aplastando en su banco un lomo orondo y fofo,
un burgués con botones de plata y panza nórdica
saborea su pipa, de la que cae una hebra
de tabaco; -Ya saben, lo compro de estraperlo.
Y por el césped verde se ríen los golfantes,
mientras, enamorados por el son del trombón,
ingenuos, los turutas, husmeando una rosa
acarician al niño pensando en la niñera...
Yo sigo, hecho un desastre, igual que un estudiante,
bajo el castaño de indias, a las alegres chicas:
lo saben y se vuelven, riéndose, hacia mí,
con los ojos cuajados de ideas indiscretas.
Yo no digo ni mú, pero miro la carne
de sus cuellos bordados, blancos, por bucles locos:
y persigo la curva, bajo el justillo leve,
de una espalda de diosa, tras el arco del hombro.
Pronto, como un lebrel, acecho botas, medias...
-Reconstruyo los cuerpos y ardo en fiebres hermosas.
Ellas me encuentran raro y van cuchicheando...
-Mis deseos brutales se enganchan a sus labios...
EL ÁNGEL Y EL NIÑO
El nuevo año ha consumido ya la luz del primer día;
luz tan agradable para los niños, tanto tiempo esperada y tan pronto olvidada,
y, envuelto en sueño y risa, el niño adormecido se ha callado...
Está acostado en su cuna de plumas; y el sonajero ruidoso calla, junto a él, en el suelo.
Lo recuerda y tiene un sueño feliz:
tras los regalos de su madre, recibe los de los habitantes del cielo.
Su boca se entreabre, sonriente, y parece que sus labios entornados invocan a Dios.
Junto a su cabeza, un ángel aparece inclinado:
espía los susurros de un corazón inocente y, como colgado de su propia imagen,
contempla esta cara celestial: admira sus mejillas, su frente serena, los gozos de su alma,
esta flor que no ha tocado el Mediodía :
«¡Niño que a mí te pareces, vente al cielo conmigo! Entra en la morada divina;
habita el palacio que has visto en tu sueño;
¡eres digno! ¡Que la tierra no se quede ya con un hijo del cielo!
Aquí abajo, no podemos fiamos de nadie; los mortales no acarician nunca con dicha sincera;
incluso del olor de la flor brota un algo amargo;
y los corazones agitados sólo gozan de alegrías tristes;
nunca la alegría reconforta sin nubes y una lágrima luce en la risa que duda.
¿Acaso tu frente pura tiene que ajarse en esta vida amarga, las preocupaciones turbar
los llantos de tus ojos color cielo y la sombra del ciprés dispersar las rosas de tu cara?
¡No ocurrirá! te llevaré conmigo a las tierras celestes,
para que unas tu voz al concierto de los habitantes del cielo.
Velarás por los hombres que se han quedado aquí abajo.
¡Vamos! Una Divinidad rompe los lazos que te atan a la vida.
¡Y que tu madre no se vele con lúgubre luto;
que no mire tu féretro con ojos diferentes de los que miraban tu cuna;
que abandone el entrecejo triste y que tus funerales no entristezcan su cara,
sino que lance azucenas a brazadas,
pues para un ser puro su último día es el más bello!»
De pronto acerca, leve, su ala a la boca rosada...
y lo siega, sin que se entere, acogiendo en sus alas azul cielo el alma del niño,
llevándolo a las altas regiones, con un blando aleteo.
Ahora, el lecho guarda sólo unos miembros empalidecidos, en los que aún hay belleza,
pero ya no hay un hálito que los alimente y les dé vida.
Murió... Mas en sus labios, que los besos perfuman aún, se muere la risa,
y ronda el nombre de su madre;
y según se muere, se acuerda de los regalos del año que nace.
Se diría que sus ojos se cierran, pesados, con un sueño tranquilo.
Pero este sueño, más que nuevo honor de un mortal,
rodea su frente de una luz celeste desconocida,
atestiguando que ya no es hijo de la tierra, sino criatura del Cielo.
¡Oh! con qué lágrimas la madre llora a su muerto
¡cómo inunda el querido sepulcro con el llanto que mana!
Mas, cada vez que cierra los ojos para un dulce sueño,
le aparece, en el umbral rosa del cielo, un ángel pequeñito que disfruta
llamando a la dulce madre que sonríe al que sonríe.
De pronto, resbalando en el aire, en tomo a la madre extrañada,
revolotea con sus alas de nieve
y a sus labios delicados une sus labios divinos.
EL BAILE DE LOS AHORCADOS
En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.
¡Monseñor Belzebú tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan,
y al darles en la frente un buen zapatillazo
les obliga a bailar ritmos de Villancico!
Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles:
como un órgano negro, los pechos horadados ,
que antaño damiselas gentiles abrazaban,
se rozan y entrechocan, en espantoso amor.
¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza ,
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!
¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!
Todos se han despojado de su sayo de piel:
lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.
El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;
cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:
parecen, cuando giran en sombrías refriegas,
rígidos paladines, con bardas de cartón.
¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!
¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!
y responden los lobos desde bosques morados:
rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno...
¡Zarandéame a estos fúnebres capitanes
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,
un rosario de amor por sus pálidas vértebras:
¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio! .
Y de pronto, en el centro de esta danza macabra
brinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto,
llevado por el ímpetu, cual corcel se encabrita
y, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún,
crispa sus cortos dedos contra un fémur que cruje
con gritos que recuerdan atroces carcajadas,
y, como un saltimbanqui se agita en su caseta,
vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta.
En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.
LA BRISA
En su retiro de algodón,
con suave aliento, duerme el aura:
en su nido de seda y lana,
el aura de alegre mentón
Cuando el aura levanta su ala,
en su retiro de algodón
y corre do la flor lo llama
su aliento es un fruto en sazón.
¡Oh, el aura quintaesenciada!
¡Oh, quinta esencia del amor!
¡Por el rocío enjugada,
qué bien me huele en el albor!
Jesús, José, Jesús, María.
Es como el ala de un halcón
que invade, duerme y apacigua
al que se duerme en oración.
¡LA HEMOS VUELTO A HALLAR!
¡La hemos vuelto a hallar!
¿Qué?, la Eternidad.
Es la mar mezclada
con el sol.
Alma mía eterna,
cumple tu promesa
pese a la noche solitaria
y al día en fuego.
Pues tú te desprendes
de los asuntos humanos,
¡De los simples impulsos!
Vuelas según..
Nunca la esperanza,
no hay oriente.
Ciencia y paciencia.
El suplicio es seguro.
Ya no hay mañana,
brasas de satén,
vuestro ardor
es el deber.
¡La hemos vuelto a hallar!
-¿Qué?- -La Eternidad.
Es la mar mezclada
con el sol.
Arthur Rimbaud (Francia, 1854 - 1891)
Plaza de la Estación, en Charleville
A la plaza que un césped dibuja, ralo y pobre,
y donde todo está correcto, flores, árboles,
los burgueses jadeantes, que ahogan los calores,
traen todos los jueves, de noche, su estulticia.
-La banda militar, en medio del jardín,
con el vals de los pífanos el chacó balancea:
-Se exhibe el lechuguino en las primeras filas
y el notario es tan sólo los dijes que le cuelgan.
Rentistas con monóculo subrayan los errores:
burócratas henchidos arrastran a sus damas
a cuyo lado corren, fieles como cornacas,
-mujeres con volantes que parecen anuncios.
Sentados en los bancos, tenderos retirados,
a la par que la arena con su bastón atizan,
con mucha dignidad discuten los tratados ,
aspiran rapé en plata , y siguen: «¡Pues, decíamos!...»
Aplastando en su banco un lomo orondo y fofo,
un burgués con botones de plata y panza nórdica
saborea su pipa, de la que cae una hebra
de tabaco; -Ya saben, lo compro de estraperlo.
Y por el césped verde se ríen los golfantes,
mientras, enamorados por el son del trombón,
ingenuos, los turutas, husmeando una rosa
acarician al niño pensando en la niñera...
Yo sigo, hecho un desastre, igual que un estudiante,
bajo el castaño de indias, a las alegres chicas:
lo saben y se vuelven, riéndose, hacia mí,
con los ojos cuajados de ideas indiscretas.
Yo no digo ni mú, pero miro la carne
de sus cuellos bordados, blancos, por bucles locos:
y persigo la curva, bajo el justillo leve,
de una espalda de diosa, tras el arco del hombro.
Pronto, como un lebrel, acecho botas, medias...
-Reconstruyo los cuerpos y ardo en fiebres hermosas.
Ellas me encuentran raro y van cuchicheando...
-Mis deseos brutales se enganchan a sus labios...
EL ÁNGEL Y EL NIÑO
El nuevo año ha consumido ya la luz del primer día;
luz tan agradable para los niños, tanto tiempo esperada y tan pronto olvidada,
y, envuelto en sueño y risa, el niño adormecido se ha callado...
Está acostado en su cuna de plumas; y el sonajero ruidoso calla, junto a él, en el suelo.
Lo recuerda y tiene un sueño feliz:
tras los regalos de su madre, recibe los de los habitantes del cielo.
Su boca se entreabre, sonriente, y parece que sus labios entornados invocan a Dios.
Junto a su cabeza, un ángel aparece inclinado:
espía los susurros de un corazón inocente y, como colgado de su propia imagen,
contempla esta cara celestial: admira sus mejillas, su frente serena, los gozos de su alma,
esta flor que no ha tocado el Mediodía :
«¡Niño que a mí te pareces, vente al cielo conmigo! Entra en la morada divina;
habita el palacio que has visto en tu sueño;
¡eres digno! ¡Que la tierra no se quede ya con un hijo del cielo!
Aquí abajo, no podemos fiamos de nadie; los mortales no acarician nunca con dicha sincera;
incluso del olor de la flor brota un algo amargo;
y los corazones agitados sólo gozan de alegrías tristes;
nunca la alegría reconforta sin nubes y una lágrima luce en la risa que duda.
¿Acaso tu frente pura tiene que ajarse en esta vida amarga, las preocupaciones turbar
los llantos de tus ojos color cielo y la sombra del ciprés dispersar las rosas de tu cara?
¡No ocurrirá! te llevaré conmigo a las tierras celestes,
para que unas tu voz al concierto de los habitantes del cielo.
Velarás por los hombres que se han quedado aquí abajo.
¡Vamos! Una Divinidad rompe los lazos que te atan a la vida.
¡Y que tu madre no se vele con lúgubre luto;
que no mire tu féretro con ojos diferentes de los que miraban tu cuna;
que abandone el entrecejo triste y que tus funerales no entristezcan su cara,
sino que lance azucenas a brazadas,
pues para un ser puro su último día es el más bello!»
De pronto acerca, leve, su ala a la boca rosada...
y lo siega, sin que se entere, acogiendo en sus alas azul cielo el alma del niño,
llevándolo a las altas regiones, con un blando aleteo.
Ahora, el lecho guarda sólo unos miembros empalidecidos, en los que aún hay belleza,
pero ya no hay un hálito que los alimente y les dé vida.
Murió... Mas en sus labios, que los besos perfuman aún, se muere la risa,
y ronda el nombre de su madre;
y según se muere, se acuerda de los regalos del año que nace.
Se diría que sus ojos se cierran, pesados, con un sueño tranquilo.
Pero este sueño, más que nuevo honor de un mortal,
rodea su frente de una luz celeste desconocida,
atestiguando que ya no es hijo de la tierra, sino criatura del Cielo.
¡Oh! con qué lágrimas la madre llora a su muerto
¡cómo inunda el querido sepulcro con el llanto que mana!
Mas, cada vez que cierra los ojos para un dulce sueño,
le aparece, en el umbral rosa del cielo, un ángel pequeñito que disfruta
llamando a la dulce madre que sonríe al que sonríe.
De pronto, resbalando en el aire, en tomo a la madre extrañada,
revolotea con sus alas de nieve
y a sus labios delicados une sus labios divinos.
EL BAILE DE LOS AHORCADOS
En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.
¡Monseñor Belzebú tira de la corbata
de sus títeres negros, que al cielo gesticulan,
y al darles en la frente un buen zapatillazo
les obliga a bailar ritmos de Villancico!
Sorprendidos, los títeres, juntan sus brazos gráciles:
como un órgano negro, los pechos horadados ,
que antaño damiselas gentiles abrazaban,
se rozan y entrechocan, en espantoso amor.
¡Hurra!, alegres danzantes que perdisteis la panza ,
trenzad vuestras cabriolas pues el tablao es amplio,
¡Que no sepan, por Dios, si es danza o es batalla!
¡Furioso, Belzebú rasga sus violines!
¡Rudos talones; nunca su sandalia se gasta!
Todos se han despojado de su sayo de piel:
lo que queda no asusta y se ve sin escándalo.
En sus cráneos, la nieve ha puesto un blanco gorro.
El cuervo es la cimera de estas cabezas rotas;
cuelga un jirón de carne de su flaca barbilla:
parecen, cuando giran en sombrías refriegas,
rígidos paladines, con bardas de cartón.
¡Hurra!, ¡que el cierzo azuza en el vals de los huesos!
¡y la horca negra muge cual órgano de hierro!
y responden los lobos desde bosques morados:
rojo, en el horizonte, el cielo es un infierno...
¡Zarandéame a estos fúnebres capitanes
que desgranan, ladinos, con largos dedos rotos,
un rosario de amor por sus pálidas vértebras:
¡difuntos, que no estamos aquí en un monasterio! .
Y de pronto, en el centro de esta danza macabra
brinca hacia el cielo rojo, loco, un gran esqueleto,
llevado por el ímpetu, cual corcel se encabrita
y, al sentir en el cuello la cuerda tiesa aún,
crispa sus cortos dedos contra un fémur que cruje
con gritos que recuerdan atroces carcajadas,
y, como un saltimbanqui se agita en su caseta,
vuelve a iniciar su baile al son de la osamenta.
En la horca negra bailan, amable manco,
bailan los paladines,
los descarnados danzarines del diablo;
danzan que danzan sin fin
los esqueletos de Saladín.
LA BRISA
En su retiro de algodón,
con suave aliento, duerme el aura:
en su nido de seda y lana,
el aura de alegre mentón
Cuando el aura levanta su ala,
en su retiro de algodón
y corre do la flor lo llama
su aliento es un fruto en sazón.
¡Oh, el aura quintaesenciada!
¡Oh, quinta esencia del amor!
¡Por el rocío enjugada,
qué bien me huele en el albor!
Jesús, José, Jesús, María.
Es como el ala de un halcón
que invade, duerme y apacigua
al que se duerme en oración.
¡LA HEMOS VUELTO A HALLAR!
¡La hemos vuelto a hallar!
¿Qué?, la Eternidad.
Es la mar mezclada
con el sol.
Alma mía eterna,
cumple tu promesa
pese a la noche solitaria
y al día en fuego.
Pues tú te desprendes
de los asuntos humanos,
¡De los simples impulsos!
Vuelas según..
Nunca la esperanza,
no hay oriente.
Ciencia y paciencia.
El suplicio es seguro.
Ya no hay mañana,
brasas de satén,
vuestro ardor
es el deber.
¡La hemos vuelto a hallar!
-¿Qué?- -La Eternidad.
Es la mar mezclada
con el sol.
Arthur Rimbaud (Francia, 1854 - 1891)
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